Muchos son los procesos obsesivos que envuelven las relaciones inter-familiares.
Obsesivo en sentido psico-espiritual que engendra un ciclo vicioso en que los sentimientos negativos afloran con la fuerza desarmonizadora del remoto pasado.
Conflictos entre padre y madre, padres e hijos, o entre hermanos, que disputan, estimulados por la energía de la cólera, los celos, la envidia y el orgullo, bienes materiales o posesiones que los convierten en “visibles” en el mundo de las “apariencias”.
Como hicieron en el pretérito, son capaces de repetir las mismas dosis de trapacería, indiferencia y prepotencia para sacar provecho unos sobre otros. Cuadros en que la codicia y la hipocresía superan los valores humanos de civilidad, honradez e igualdad en las relaciones interpersonales.
Establecida la discordia en el grupo familiar, los valores tienden a girar en torno a la “ley del más fuerte y más listo”. Y es cuando la frialdad, hija legítima del vacío de amor, articula con sus invisibles tentáculos, intereses inconfesables que sustituyen la paz de espíritu y la sana convivencia entre seres que se han reunido para una nueva tentativa de aprendizaje y de crecimiento mutuo.
Ante la nueva oportunidad concedida, la encarnación, en vez de procesar la liberación del espíritu, se convierte en un fardo cumulativo de energías deletéreas. El libre albedrío, por someterse a procesos obsesivos de origen psico-espiritual, reproduce el rasgo conductual del pasado, llevando a los individuos que se reorganizaron para procesar el amor en las relaciones familiares, a rescatar la energía del desequilibrio que tantos males ha originado en el pasado.
Con la desarmonía en las relaciones surgen las viejas conocidas de la Humanidad: las enfermedades psíquicas de origen espiritual, que envuelven, inapelablemente mentes y corazones, subyugando a los implicados en la energía de la violencia explícita o implícita, generadora de los dramas y de las tragedias que son amigas íntimas del dolor y del sufrimiento humano.
Desconectados de la esencia y perdidos en el laberinto de sí mismos, padres y hermanos deambulan a oscuras, subyugados por las siniestras presencias que los acompañan en la oscuridad de la existencia.
Lo que debía ser un grupo familiar en proceso de mutuo aprendizaje y crecimiento, se convierte – por el libre albedrío – en un grupo de individuos que nuevamente elige el egoísmo y la envidia como orientadores de sus caminos. Caminos en que, una vez más, tendrán que cargar con sus pesados fardos.
Con todo, por más larga que sea la jornada, nunca es demasiado tarde para que el individuo dotado de inteligencia se pare, reflexione y visualice en la inmensidad de sí mismo, atajos que lo lleven al encuentro de su esencia y sus inestimables tesoros.
Por más pesado que sea el fardo, éste no representa una condenación perpetua, sino la proyección acumulada por la energía del libre albedrío. Basta, por tanto, que el individuo despierte y revierta – a través de la depuración espiritual – ese proceso generador de los desequilibrios bío-psico-espirituales que tantos trastornos causan al colectivo familiar.
Las psicoterapias que lidian con la naturaleza interdimensional del hombre, asociadas al fortalecimiento de la fe razonada (sin dogma ni fanatismo religioso), son opciones de auxilio para que el individuo encuentre su propio camino, o sea, el rumbo que lo lleve al encuentro de la esencia, a su legítima e intransferible identidad terrena y universal.
El individuo solamente establecerá relaciones estables y maduras consigo mismo, con los demás y con el mundo a su alrededor, cuando pacifique su corazón, tras haberse liberado de sentimientos negativos que lo mantenían preso al pasado.
La conquista – o recuperación – de la lucidez es el primer paso del proceso de liberación que lleva al ser inteligente a un nivel de percepción más abarcador sobre los significados de la vida. Nivel consciencial que abre la ventana del auto-conocimiento simbolizado por la Madre-Tierra, el Padre-Universo y los seres inteligentes hermanados en una grande y única familia universal.
La comprensión de que las relaciones familiares van del micro al macro universo es imprescindible al objeto de que despertemos para la importancia de la maternidad y la paternidad conscientes en relación con la educación de los hijos. La conciencia – o la falta de ésta – es factor determinante para que se establezca en el futuro de la familia, el nivel de las relaciones interpersonales.
por WebMaster
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Publicado dia 2/14/2012 3:21:30 PM em STUM WORLD
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