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¡Felicidad!

¡Felicidad!
Publicado dia 1/5/2013 3:49:34 PM em STUM WORLD

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Traducción de Teresa - [email protected]

Pensar la felicidad como bien de consumo es algo relativamente frecuente, muchos creen que ella es un bien que puede comprarse.
No lo es.
Hay la fuerte ilusión de que si compramos un coche moderno, el último modelo de teléfono móvil, la casa de nuestros sueños, el viaje a aquel lugar maravilloso, zapatos, el reloj de la marca tal, tendremos la felicidad.
Arrullamos también la fantasía de que un salario más alto o un rendimiento mejor traerán la felicidad. Y hay quienes creen poder comprar la felicidad en comprimidos, en fórmulas manipuladas…
Claro que el medicamento acertado puede suavizar síntomas depresivos, pero la felicidad no vendrá con el alivio.
Ni aparecerá sólo porque se ha comprado algo o se ha viajado a algún lugar.
Puede existir satisfacción en esas situaciones y vivencias, pero alegría y placer no son la felicidad.

La felicidad es confundida con muchas cosas: con el placer, el consumo, el poder, la alienación, la excitación, con hacer o no hacer algo, con estar con alguien o no.
De esta forma, se pone la felicidad donde no es posible encontrarla y, así, la búsqueda parece no tener fin. Pero sólo porque tomamos caminos extraños en esa jornada.
Muchos consideran que la felicidad es un derecho personal, y salen desenfrenados, creando situaciones de desencanto, angustia, ansiedad y desesperación a su alrededor, porque han decidido ser felices cueste lo que costare, duela a quien doliere.
Pero por más que los libros, la TV, los anuncios comerciales, las revistas y los conferenciantes digan y enseñen que todos tenemos derecho a la felicidad, originando una casi histeria para buscarla e intentar conquistarla, se ve que los esfuerzos individuales son poco productivos y, lo que es peor, esta búsqueda egocéntrica acaba causando mucho sufrimiento, individual y colectivo.

Sólo hay que recordar, por poner un ejemplo, cuánta basura genera la carrera por la felicidad individual (debido al consumo exagerado). Sin olvidar citar otro ejemplo muy actual, las familias son desestructuradas porque uno de los cónyuges ha decidido buscar su felicidad en otro lugar, sin preocuparse por el sufrimiento y el coste psicológico que eso puede tener para los niños, adolescentes y ancianos implicados.
La felicidad solo será posible cuando vivenciada en sociedad, por una grande y aplastante mayoría.
Todo lo demás son espejismos. Ilusiones creadas para vender productos y servicios.
Felicidad es un estado de espíritu, de bienestar, que comprende el desarrollo de muchos diferentes matices de la personalidad, de la salud mental, espiritual, física y social.
Hay requisitos individuales para la felicidad, claro está, pero éstos, aisladamente, son insuficientes para su vivencia plena.
Algunos requisitos individuales son: buena autoestima, amor por la vida, respeto por uno mismo y por el prójimo, generosidad, buen humor, humildad, capacidad de aceptación, flexibilidad, fe, esperanza, altruismo, madurez emocional, autoconocimiento, resiliencia, capacidad de sacrificios personales por el bienestar colectivo, entre otros muchos.

Pero todos son ineficientes si, colectivamente, ya sea en familia, en el trabajo, o en la sociedad de forma general, se convive con la desigualdad de oportunidades, con la esclavitud de los sentidos y de las personas, con la indiferencia, la crueldad, la violencia, el egoísmo, el hambre, el abandono de los más débiles, la corrupción, la envidia y el odio, la falta de respeto, la desesperación, el orgullo, la indecisión, los miedos sin sentido, la codicia.

Felicidad es un derecho colectivo, y sólo puede ser vivenciado colectivamente, siendo que el bienestar, la paz, el amor, el respeto, los cuidados fraternos, la esperanza y las oportunidades, son bienes comunes a todos, disfrutados por cualquier persona, por cualquier ser vivo.

Piensa en ello y procura actuar en la construcción de una felicidad colectiva en tu casa, en tu calle, en tu barrio, en tu ciudad, en tu lugar de trabajo, y observarás que, en la medida en que tú, yo, y otros empecemos a vivir pensando y creando posibilidades para que la felicidad ajena surja, ella también empezará a brotar interiormente, como un bienestar real y duradero.

por Thais Accioly

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Sobre o autor
thais
Thais Accioly é especialista em Terapia Floral pela Escola de Enfermagem da USP.
Professora da Pós Graduação em Terapia Floral na Escola de Enfermagem da USP.
Professora da Flower Essence Society/CA EUA no Brasil.
Professora da Bush Flower Essences/AU no Brasil.
Consultora em Cultura de Paz.
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