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¿El otro no entiende lo que dices?

¿El otro no entiende lo que dices?
Publicado dia 8/24/2013 12:17:44 PM em STUM WORLD

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Traducción de Teresa - [email protected]

Quizá vives con la impresión de que hablas en chino con ciertas personas. ¿Sabes cuando dices lo que piensas y sientes, y el otro reacciona como si no hubieses dicho nada o, peor, como si hubieses dicho exactamente lo contrario? Es obvio que una relación en la cual la comunicación es tan distorsionada se vuelve tensa, difícil, llena de conflictos y frustraciones.

La cuestión es: tú consideras que estás siendo claro, objetivo y directo, pero en la práctica parece que no lo estás… O, por alguna razón, el otro no es capaz de entender o validar lo que dices. Validarte a ti. Validar tus valores y deseos. Y puede que el otro ni siquiera se dé cuenta de que está actuando así. Pero puede que sí, se dé cuenta. Y siga ignorándote.

¿Por qué? ¿Qué será lo que tienes que hacer para ser comprendido? No hablo de ser obedecido, pues la idea aquí es hablar de relaciones en que ambos sean oídos y respetados.
Entonces ¿cómo ser oído y respetado?

Si tú te sientes así o conoces a alguien que se siente así, fíjate: cuando una persona no es oída y respetada por el otro, es muy probable que ella ni siquiera esté logrando oírse y respetarse a sí misma. Ella habla, pero no actúa conforme a lo que dice. Ella exige al otro una conducta que ella misma no logra observar. Ella espera que el otro le dé lo que ni siquiera ella misma consigue darse.

Más o menos así: los demás suelen tratarnos de modo muy parecido a cómo nosotros mismos nos tratamos. Si tú te tratas bien, te respetas, te consideras, te valoras y te gustas, es bastante probable que el otro te trate así también. Pero si tú pides respeto al otro, pero no te respetas ni respetas al otro, esto ya se pone difícil.

Por ejemplo: tú vives quejándote de que lo haces todo por los demás, de que cuidas, acoges, escuchas, ayudas y tal… pero que cuando tú necesitas algo, no encuentras a nadie dispuesto. La primera observación que hay que hacer es: ¿tú te ayudas? Aunque no estoy hablando de ayudarte cuando tu vida ya se ha convertido en un caos. Estoy hablando de ayudarte para que el caos no sobrevenga. Estoy hablando de darte la prioridad algunas veces. Estoy hablando de reconocer tus límites y los límites del otro. Y de saber que tienes que cuidar, antes, de tu propia vida. Para sólo entonces, estando bien contigo mismo, poder ayudar al otro a cuidar de la suya. Siempre que él lo desee y pida ayuda, ¡claro! Si no, no es ayuda, es intromisión.

En las relaciones, esa dinámica de que uno ayude mucho y el otro no esté dispuesto a ayudar es bastante frecuente. Pero, mira, no hay eso de bueno y malo, víctima y verdugo. Lo que hay es el lugar que cada cual acepta ocupar en la relación. Si tú vas de buenecito, entonces no te quejes cuando al otro sólo le quede el puesto de malvado.

El secreto está en el equilibrio. Bueno y malvado son dos extremos de muchas posibilidades.
Si tú siempre haces, siempre te ofreces para ayudar, siempre corres y resuelves los problemas, el otro entonces ¿para qué se ha de molestar? Él ya sabe que a ti te gusta ese rol de hazlo-todo, sabelotodo, resuelve-todo. Él ya no necesita ocupar ese lugar, porque el lugar ya está muy bien ocupado - ¡por ti! Ahora bien, si tú haces de vez en cuando, pero en otras ocasiones dejas que el otro haga o incluso le pides que haga (¡e incluso esperas que él haga!), entonces los puestos podrán alternarse, dando más comodidad y placer para este encuentro.

Muchas parejas viven dinámicas radicales, donde uno organiza y el otro revuelve; uno trabaja y el otro se divierte; uno es sumiso y el otro, dominador; uno siempre cede y el otro siempre exige. Y pasados algunos años, uno ya no soporta al otro. Por lo regular, el buenecito se revela como un gran pelma y malhumorado y el malvado se revela un gran holgazán y sin idea. Y lo que era amor se convierte en tristeza, rabia y destrucción mutua.

¿Qué tal empezar ahora a cuidar de la dinámica instituida en tu relación? Unas veces tú ayudas, otras te dejas ayudar. Ora cedes, ora te impones. Todo esto puede hacerse con respeto hacia quien el otro es. Y, sobre todo, ¡con respeto hacia quien tú eres!

por Rosana Braga

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Sobre o autor
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Rosana Braga é Especialista em Relacionamento e Autoestima, Autora de 9 livros sobre o tema. Psicóloga e Coach. Busca através de seus artigos, ajudar pessoas a se sentirem verdadeiramente mais seguras e atraentes, além de mostrar que é possível viver relacionamentos maduros, saudáveis e prazerosos.
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