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En el amor, ¿elegimos o somos elegidos?

En el amor, ¿elegimos o somos elegidos?
Publicado dia 1/24/2008 1:56:31 PM em STUM WORLD

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Traducción de Teresa - [email protected]

Cuando alguien acude a mí para iniciar una psicoterapia por sentirse solo, o descontento con algún aspecto de su vida, suelo proponer para empezar un “chequeo” de su vida emocional y afectiva. Las preguntas “¿Por qué me encuentro solo?” “¿Por qué no logro encontrar a alguien para mí?” pueden ser substituidas por “¿Qué he hecho con mi vida?” “¿A qué personas he encontrado y a cuáles no me he permitido encontrar?” “¿Qué estoy buscando?” “¿A quién estoy realmente buscando?” O incluso: “¿Quiero en este momento tener a alguien en mi vida?”

Las opciones que elegimos están siempre vinculadas a nuestros deseos, sean éstos conscientes o no. Si tienes hoy a tu lado a alguien que no te satisface, o que te causa algún tipo de sufrimiento, ciertamente esa persona responde a alguna otra necesidad de la que poco te das cuenta, pero que en el momento es la más importante y la más fuerte.

Si no tienes a nadie a tu lado puede ser porque de alguna forma has preferido eso; o por miedo o por egoísmo o por considerar que nadie es lo suficientemente bueno, o por algún otro motivo del que ni siquiera tú tienes todavía conciencia.
Nadie está condenado a permanecer solo, pues la soledad afectiva es una opción personal, como la mayor parte de los caminos que tomamos en nuestra vida.

¡Es verdad! La soledad no es obra de la casualidad o de la falta de suerte. Tú optas por permanecer solo o acompañado basándote – claro está – en lo que entiendes que es mejor para ti y en lo que habrá de hacerte sufrir o no. Muchas personas entran en depresión por sentirse solas, no elegidas, abandonadas, poco interesantes, y la mayoría de las veces se vuelven así de veras, confirmando sus propias previsiones. Interactuar, relacionarse es vivir; la vida es emoción, es salud, es alegría y amor.

No existe el lugar oportuno para encontrar a alguien especial, lo que existe es la percepción de cuán especial eres tú, y cuán importante en tu propia vida. Estar disponible para vivir la propia vida, permitirse saborearla, de la forma que fuere, es una actitud que interfiere y modifica la calidad de las relaciones que emprendes.

Puede que tengas a tu lado a alguien a quien nunca realmente has contemplado como hombre o como mujer, simplemente por estar muy preocupada (o) con un ideal de compañero (a), o incluso de pareja.

La persona perfecta no existe, porque el ser humano es genialmente imperfecto, lo cual hace que las relaciones sean aun más interesantes y excitantes. Para comprender esto, basta contemplar la naturaleza, donde el hecho de ser diferentes y complementarias propicia la interacción de las especies y su supervivencia.

En los amores de los cuentos de hadas la princesa ha de ser bella, ingenua y pura en sus sentimientos para que, “al final del cuento”, sea recompensada con un lindo, ingenuo y puro príncipe. ¡En el mundo real queremos ser felices ya! Además, esas relaciones no se mantendrían, al fin y al cabo, ¿qué príncipe soportaría a una princesa malhumorada, en TPM, con dolor de cabeza, mimada y eternamente insatisfecha? ¿Y lo inverso, entonces? ¡El príncipe se convertiría rapidito en sapo!

Las relaciones que mantenemos de forma saludable tienen carácter de intercambio y conciernen a una comprensión más amplia de ese fuerte sentimiento humano que es el amor. Amar significa relacionarse a paquete completo, encantarse con las cualidades sin negar defectos, o sea, amar a pesar de los defectos.

En la relación estamos aprendiendo y enseñando algo también. Dando y recibiendo. Para eso es preciso primeramente saber que tienes algo que ofrecer al mundo. Siempre lo tienes y no es necesario ser la cumbre de la belleza y perfección corporal, o un Einstein, ni tampoco la propia geisha servil y pasiva a los caprichos y deseos de alguien, para merecer ser amada (o).

Respeto propio, amor propio, auto-estima, auto-confianza, aceptación, determinación. Son las bases para la posibilidad de una relación. Observa que todos estos conceptos remiten primeramente a ti mismo y después al otro.

La forma de buscar relaciones cambia, pero la necesidad humana continúa siendo la misma. El ser humano necesita relacionarse, necesita de ese élan vital que propicia el intercambio de experiencias, para sobrevivir, desarrollarse y sentirse feliz. Nos encontramos entonces con un nuevo desafío: ¿cómo conseguir establecer una relación más íntima, más cómplice, basada en la confianza verdadera y genuina?

Primeramente empieza contigo mismo, estrecha las relaciones contigo mismo, conócete más, respétate y sobre todo acéptate, observa tus miedos, trabájalos, procura resolverlos, da valor a lo que tienes de bueno y arregla lo que te estorba, solamente así conseguirás ser libre lo suficiente para relacionarte con alguien.

por Sirley Bittú

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Sobre o autor
Sirley Bittú é Psicóloga Especialista Clínica pelo Conselho Federal de Psicologia
Psicodramatista Didata Supervisora
Terapeuta em EMDR pelo EMDR Institute/EUA
Consultório (11) 5083-9533
Email: [email protected]
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