Este es un asunto bastante polémico y debe ser tratado con mucho cuidado, aunque es una cuestión con efectos muy reales en las vidas de todos nosotros, de los padres, de los hijos, abuelos, en fin, de toda la familia, de toda la sociedad; y hemos de lidiar con ello de todas formas, nos guste o no, incluso porque en los días actuales el número de padres separados ya se acerca mucho al de parejas con hijos que viven juntos.
La propuesta de este artículo no es agradar, sino tratar un asunto serio, muy antiguo, actual y corriente, de forma que podamos reflexionar en las actitudes de todos los implicados y, principalmente padres e hijos, analizando con empatía, poniéndonos en el lugar de aquellos que sienten las influencias directas de los actos que rodean la separación de la pareja, los efectos en las vidas de todos los intervinientes y cómo podremos mejorar estos efectos a partir de sus orígenes, de sus causas.
Bien, hablar de relaciones conyugales no es fácil, incluso porque muchos son los motivos que llevan a las personas a unirse y también a deshacer esta unión. Cuando se unen, esto no siempre sucede por amor, hemos de convenir en que hay uniones movidas por los más diversos intereses, por conveniencias de todo tipo, por una simpatía mutua o identificación de los estilos de vida y, claro está, también por amor.
Las separaciones también se producen por motivos diversos, ya sea por la falta de interés de una de las partes o de ambas en la relación, bien por decepciones de todo tipo, actitudes incompatibles con la convivencia en pareja, entre otras motivaciones.
Bueno, está claro que una separación de pareja es un acontecimiento a menudo traumatizante para ambas partes. Sin embargo, cuando hay hijos de por medio eso se hace más grave, más delicado, y es preciso priorizar el bienestar de ellos, incluso por encima del bienestar de una sola de las partes o de ambas.
Hay que comprender que, con independencia de los errores cometidos por ambas partes uno con el otro, eso no debe ser valorado en la convivencia con los hijos, porque a fin de cuentas, para el hijo el padre es el padre y la madre es la madre, siempre será así; los errores entre marido y mujer si los hay, han de quedar entre ellos, porque entre padre e hijo y madre e hijo, estamos en otro universo que no el de pareja, y eso ha de ser respetado en favor de los hijos.
Por desgracia todavía se practica mucho la alienación parental, y sus efectos dañosos son devastadores para todos, hijos, padres, madres, abuelas, o sea, todos salen perdiendo en este juego de acusaciones y valoraciones de lo negativo de la otra parte ante los hijos. Incluso los abuelos (conscientes) no sólo pueden, sino que deben ayudar en tal sentido, orientando positivamente a los hijos en cuanto a la práctica negativa de la alienación parental en la vida de los nietos. Reflexionemos juntos porque la separación de los padres por sí sola YA es traumatizante y difícil, y si le añadimos alienación parental, esto SÓLO hará aumentar el trauma en los pequeños.
Los hijos no pueden tener la misma visión respecto del padre o de la madre, tan sólo ellos tienen la visión de hijos, que es lo que son; el hijo ve a su padre como padre y a su madre como madre, no puede ver al padre como marido o a la madre como esposa; esto no sucede ni puede suceder.
Es preciso minimizar los efectos de la separación de la pareja en la vida de los hijos, valorar el lado positivo de la otra parte ante los hijos es una buena opción para criar hijos equilibrados emocionalmente y mejor preparados para la vida. Si no es posible valorar su lado positivo, al menos no se le valore negativamente, no se hable mal de la otra parte, es preciso hacerlo por los hijos.
Todos nosotros, sin excepción, necesitamos estar equilibrados con la energía padre y madre dentro de nosotros, como ya he tratado en el artículo: LA IMPORTANCIA DE ARMONIZAR LA ENERGÍA PADRE Y MADRE DENTRO DE NOSOTROS que podéis ver en link
Es preciso entender que los desequilibrios originados por la alienación parental son muy devastadores en la vida de los niños, y a menudo es difícil su reversión o reparación, causando muchos problemas en sus vidas y sus relaciones futuras, en sus vidas profesionales, amistades, en fin, en todo el universo a que esa criatura accederá como ser adulto, futuro padre o madre, profesional, ciudadano y ser humano.
Es necesario entender también que criamos a nuestros hijos para el mundo; los hijos no son propiedad de los padres, y siendo así, sabiendo que nosotros tendremos que entregarlos al mundo, hemos de hacerlo con consciencia y prepararlos de la mejor forma que podamos, en los aspectos físico, mental, emocional y espiritual.
Evaluad, reflexionad sobre los efectos mentales y emocionales que una alienación parental consciente o inconsciente puede causar en las vidas de los pequeños.
Por tanto, perdonadme aquellos corazones heridos en sus relaciones, que todavía realizan esta práctica aunque sea inconsciente, y que no estarán de acuerdo con este texto, pero esta es la verdad cruda y desnuda de lo que sucede en nuestra realidad; y quienes consideran que esta práctica hace bien a sus hijos están necesitados de ayuda especializada, y deben buscarla antes de que sea tarde.
La llamada aquí es para que no se continúen cometiendo los actos negativos, y cambiar, cambiar a mejor, comprendiendo que el amor a los hijos ha de ser mayor que el resentimiento de la separación de pareja; el amor propio tiene que prevalecer, así como la consciencia de hacer lo mejor para los hijos y para uno mismo.
Sed felices valorando el amor y la consciencia libre, lista para cambiar a mejor siempre.
João Luiz Sposito - Brasilia - DF
Junio 2018
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