Apreciados lectores, este tema es importante para reflexionar sobre cómo y por qué en el transcurso de nuestras vidas nos encontramos con ciertas adversidades que no conseguimos comprender y también con los beneficios espontáneos que recibimos.
En nuestras vidas desde el momento de nuestro nacimiento hasta la hora de nuestra partida de este mundo, tenemos nuestros actos, actitudes y comportamientos registrados en el libro de la vida, ya sean positivos o negativos, y esto es un hecho.
Así la humanidad como un todo está registrada colectivamente y también la individualidad de cada ser humano.
Cuando a través de nuestros actos, comportamientos y actitudes provocamos sufrimiento a otro ser humano, esto queda registrado en el libro de nuestras vidas y la ley de causa y efecto entra instantáneamente en acción; por eso se dice que nadie puede ser feliz causando sufrimientos a otros; cuando esto sucede generamos débitos kármicos.
Pero en el mismo libro también quedan registrados nuestros actos de bondad y la misma ley de causa y efecto se pone en acción; con ello pasamos a contar con créditos o réditos que son células de energía de origen espiritual, que nos son devueltas en momentos de necesidad.
Así esos registros forman puntos de referencia y llegarán a tener gran influencia en nuestras vidas en la Tierra y más allá, cuando pasemos adelante.
Por ello las enseñanzas espirituales tratan de demostrar que nuestro destino está ligado a nuestras obras, a nuestros actos, comportamientos y actitudes, y esto es una ley universal.
Cuando llegue nuestra hora de terminar en esta jornada física y de iniciar una nueva jornada del espíritu, nos encontraremos con todos estos registros en el libro de la vida, de nuestra vida, para entonces a partir de este balance, continuar nuestro destino.
Por tanto que nadie se engañe con que algún acto, comportamiento o actitud dejará de ser registrado en el libro de la vida de cada individuo, porque habrá la debida contabilidad durante esta jornada y más allá.
Es preciso que la conciencia sea soberana y que aun sabiendo que no se puede volver atrás y escribir un nuevo comienzo, en el libro de la vida podemos ajustar el paso y hacer un nuevo final, con felicidad, alegría, más satisfacción, pudiendo decir de cabeza erguida: "Misión cumplida".
Reescribir la propia historia en el libro de la vida es una gran oportunidad de evolución que el espíritu inmortal no puede desaprovechar.
Sed felices, que vuestras historias sean iluminadas con mucha sabiduría en el libro de vuestras vidas.
João Sposito - Brasilia - DF
Noviembre 2018
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