La búsqueda de la felicidad ha sido un anhelo humano, desde siempre... Aun habiéndonos equivocado tanto en el pasado, como nos cuenta la historia de las civilizaciones, estábamos en este camino procurando ser felices.
Naturalmente, ella se esconde donde cada uno la hemos puesto, dependiendo de nuestras creencias, de nuestros valores.
Sin embargo, al lado de esto, hay leyes cósmicas que no se modifican según el lugar o la época en que estamos viviendo. Al igual que la Ley de la Gravedad, la Ley de Acción y Reacciónes incontestable y rige la vida en el Universo. Para cada acción, una reacción.
Así, para ser felices, no es necesario solamente que creamos en un Dios de Amor que habita en nosotros y en todo, pero es necesario que hagamos Su voluntad. O sea, que escuchemos y obedezcamos la voz de nuestra conciencia, que nos habla siempre, en el silencio de nuestras almas... Sus ponderaciones muchas veces son incómodas, van en contra de nuestros deseos, pero cuando obedecidas, nos premian con la paz interior, el mayor bien que cualquier ser puede anhelar. Simple, muy simple... Parece que sí. Pero es un entrenamiento de vida, eterno, que exige mucha disciplina y disposición para oírnos, para detener la correría desenfrenada de la vida actual, para silenciar, para soportar las críticas internas, los tirones de oreja, las advertencias, el comentario lleno de buen sentido, que contradice, a veces, nuestra audacia y voluntad de desafiar las circunstancias.
El otro día, no sé quién me lo dijo, pero ha calado en mí: No debemos tener miedo, pero sí hemos de ser cuidadosos. Con nosotros mismos y con los demás, con la vida. Pues la consecuencia de lo que hacemos llega siempre y puede no ser agradable vivenciarla.
Esta paz que va poco a poco instalándose en nosotros, se convierte en un nido agradable, al que podemos ir, al tiempo que nos enfrentamos a todos los desafíos, problemas y tristezas de esta vida de todos los días. ¡Es una fuente de Amor! Que nos arrulla y nos nutre, alimentando nuestros sueños y llevándose lejos toda la tristeza de este mundo.
Así, hacer lo que nos dicta la conciencia es EL CAMINO, único y muy individualizado. Cada cual tiene el suyo y no hay clon de él. La propia paz que viene de ahí nos fortalece para dar el próximo paso...
La atmósfera, en este sitio divino que poseemos, es dulce, muy gentil, pura, fuerte, asertiva, confiada, esclarecedora, AMOROSA. En ella cabe el perdón, siempre... Pues los demás son cooperadores nuestros, ¡pero no necesitamos de ninguno de ellos para ser felices! Ellos nos dan la mano, nos propician momentos alegres, llenos de amor, pero no son claves para nuestra felicidad tan esperada. Podemos soportar su falta, aunque suframos, pero no seríamos capaces de vivir alejados de nosotros mismos, caminando contra la dirección que nos dicta nuestro Espíritu.
La felicidad se construye a cada instante, por nuestros pensamientos, sentimientos, actitudes... Podemos vivir sembrando flores, que habrán de embellecernos la vida, o zarzales, que habrán de herirnos. La elección es nuestra, hecha en cada segundo, en cada respiración. Recordemos esto, ahora. Nuestro pensamiento puede ayudar a alguien que esté muy lejos de nosotros y que ni siquiera va a saber por qué se siente fortalecido. Nuestro tono de voz puede alegrar a otro que estaba triste y se sentía deprimido. Nuestra comprensión puede poner fin a una discusión que ciertamente llevaría a consecuencias funestas... En fin, ¿por qué no ser felices, si depende mucho más de nosotros esta construcción?
por WebMaster
Consulte grátis
Avaliação: 5 | Votos: 1
Sobre o autor WebMaster é o Apelido que identifica os artigos traduzidos dos Associados ao Clube STUM, bem como outros textos de conteúdo relevante. Email: [email protected] Visite o Site do Autor
Publicado dia 1/24/2010 11:06:51 AM em STUM WORLD
WebMaster é o Apelido que identifica os artigos traduzidos dos Associados ao Clube STUM, bem como outros textos de conteúdo relevante.
