La memoria de amor que hay en nosotros
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 25/06/2011 09:33:21
por Teresa Cristina Pascotto - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Nada, en la experiencia humana, se compara al amor sublime y divino que experimentamos cuando estamos en dimensiones superiores, donde logramos vivir intensamente la experiencia de ser Uno con Dios, donde todo es amor y luz. Así, al encarnarnos, traemos con nosotros el dulce recuerdo de esa divina experiencia y queremos encontrar aquí la misma calidad y esencia de ese amor; sin embargo, nos sumergimos en la dualidad, la sensación de separación nos invade y ese mismo tipo de amor tan sublime es “casi imposible” de experimentar. Por echar de menos ese tipo de amor, pasamos la vida tratando de encontrarlo a través de las personas. Como nadie podrá colmarnos de ese amor que tanto deseamos, empezamos a considerar que no somos amados. No logramos reconocer que lo que nos ofrecen los demás es amor en su forma “densa”, y que eso es todo lo que pueden ofrecernos, pues también se sienten aisladas y no amadas como nosotros.
Vivimos con el corazón lleno de amor para ofrecerlo a los demás y, para no sufrir amando sin ser amados, cerramos nuestro corazón y decidimos que solo lo abriremos nuevamente siempre y cuando nos sintiésemos verdaderamente amados y seguros de ese amor. Así, siempre que entablamos una relación, mostramos al otro nuestra mejor imagen, “fingimos” ofrecer todo lo que hay de mejor en nosotros, en la tentativa de demostrar lo mucho que valdrá la pena amarnos. Sin embargo, en eso no se incluye la verdadera energía de amor, su esencia, únicamente ofrecemos energías “pseudo-amorosas”, que llegan al otro como “buenas vibraciones”. Como difícilmente hay intercambio de buenas vibraciones entre las personas, esas “pavesas de afecto” llegan al otro como un néctar de amor. Nuestra intención inconsciente es pescar al otro, haciéndole creer en nuestro amor, hasta que él empiece a abrir su corazón y a amarnos de veras.
No obstante, eso no ocurre, pues el otro, al igual que nosotros, ha pasado por las mismas decepciones y dolores, y tiene su corazón cerrado. Está procediendo de la misma manera, ofreciéndonos pavesas de afecto para encantarnos, hasta que podamos abrir nuestro corazón demostrándole nuestro amor, para únicamente entonces abrirnos el suyo. De esa forma, nunca nadie amará ni confiará en nadie.
Si tomamos conciencia de que el amor sublime que tanto deseamos sentir y recibir existe, pero no es tan fácil experimentarlo en este plano de existencia, y aceptamos esa realidad, podremos encontrar un nuevo camino para la experiencia de amor. Para ello es necesario desear, con todo nuestro ser, acceder a la mejor condición y sentimiento de amor que hay guardado en nosotros. Ya hemos vivido la experiencia del amor real y divino, por lo tanto, llevamos en nuestra conciencia superior los registros de esas experiencias; así, accediendo a esos registros, entraremos en contacto con las sensaciones y sentimientos de la experiencia más divina de amor y plenitud. Es un sentimiento que se adueña de todo nuestro ser y no hay palabras que puedan describirlo. Esto es posible durante la meditación, si tenemos la intención de entrar en esa sintonía. Estos recuerdos están guardados en un estuche joyero que ha traído nuestro Espíritu en su equipaje, para que pudiésemos acceder a él cuando fuésemos capaces de lidiar con nuestras creencias negativas, de forma madura y listos para empezar a creer en el amor, creando relaciones basadas en el amor, aun estando inmersos en la dualidad.
Cuando llegamos a ese punto, podemos recobrar nuestro joyero y, al entrar en su sintonía, quedaremos envueltos por una intensa energía de amor, tan sublime que no sentiremos falta de amor y esto hará que ya no necesitemos buscar en el otro el amor que deseamos, sino que sentiremos que esas experiencias, que nos transportan al amor divino, nos bastarán. De esa forma tendremos un nuevo brillo en la mirada al contemplar a los demás y descubriremos que ellos también llevan en sí un joyero, aunque todavía no lo saben. Cuando estemos vibrando en intenso amor, aquellos que todavía no han logrado acceder a sus perlas de amor vendrán directamente a nosotros, y percibiremos que por estar densos y en la ignorancia, intentarán “sorber” esa energía de nosotros, con desesperación. Si tenemos conciencia y somos humildes de corazón, no los juzgaremos, sino que los detendremos de modo suave, solamente en la energía. Sin sentirnos amenazados por los menos dotados de amor interior, podremos proyectar nuestra energía de amor sobre ellos, sin condiciones, y eso hará que despierten para el amor.
Al sentirse amados sin que se les exija nada a cambio, y sin sentirse amenazados de ser absorbidos por nosotros, instintivamente se sentirán agradecidos por nuestra vibración de amor incondicional y, por consiguiente, esa vibración de gratitud será el puro amor de su estuchito de joyas que emanará en nuestra dirección. Así, sin necesitar el amor del otro, lograremos ofrecer; al ofrecer, recibiremos. Si el otro, por esta experiencia, advierte la existencia de su propio joyero, accederá a él y pasará igualmente a no necesitar de nuestro amor y empezará a emanarlo todavía más hacia nosotros. Si hacemos esto con los demás y éstos sienten las mismas sensaciones, pasarán a vibrar hacia todos. Por resonancia, esto se esparcirá y pronto estaremos viviendo en ambientes más amorosos y saludables.
Si deseamos sentir cómo nos envuelve el verdadero amor, no habrá otro camino más que hacia dentro de nosotros, en busca de nuestro estuche de joyas.