Dilema de Madre: adolescente y tecnología
por Silvia Malamud em STUM WORLDAtualizado em 27/02/2016 12:30:08
Traducción de Teresa - [email protected]
¿Hay algún peligro en que los adolescentes hagan videoblogs en YouTube?
Es un hecho que hoy, tanto adolescentes como niños desde la más tierna edad, se encuentran tan familiarizados con era de la tecnología, que difícilmente el universo adulto logrará seguir ese nuevo canal interactivo en la misma frecuencia con que ellos fluyen. Sería algo como si madres y padres intentasen comprender las jergas del momento y en un acto más osado, entrasen en contacto directo con los chavales intentando una comunicación por medio de ese lenguaje. Y si así fuese, ese sería el momento en que una gran confusión se instalaría. No es que las conversaciones entre adultos y adolescentes, en ese sentido, fuesen a sonar falsas, nada de eso, sólo que muchos códigos de informaciones que se producen dentro del universo virtual no son tan sencillos de traducir. Explicándolo mejor, sería como aquellas jergas que sólo caben en un determinado idioma y cuando se intenta traducirlas, fatalmente pierden su grandiosidad de expresión. Debemos reconocer, no obstante, que la mayoría de los jóvenes que transitan por las redes sociales tienen necesidad, lo mismo que los adultos de hoy la han tenido en sus épocas de juventud, de socializarse, intercambiar informaciones y conocer otros temas diferentes de su lugar de origen.
Las aprensiones de los padres de nuestra actualidad, por tanto, salvo diferencias que serán abordadas seguidamente, son básicamente las mismas que sus propios padres tuvieron en su época, cuando ellos mismos eran adolescentes y quisieron alzar vuelos mayores, conociendo un mundo distinto del que tuvieron como modelo dentro de casa. En aquel tiempo, sin embargo, la puerta de salida era la misma puerta de casa. Todo lo más, un teléfono fijo. Hoy una de las alternativas más comunes de salida al mundo es el universo online. En él, la puerta de salida es inmensa y puede accederse a ella incluso sin que sea necesario salir concretamente del lugar en que se habita. El temor de los padres pues, es prácticamente el mismo de antiguamente, miedo a que los hijos de algún modo se pierdan, que encuentren personas no tan buenas y que puedan emprender caminos no recomendables e incluso peligrosos. En este sentido muchos padres han estado buscando orientaciones sobre el mejor modo de proceder.
Muchos se encuentran sin saber qué hacer, entre el cuidado para no coartar demasiado a sus críos, pero sin correr el riesgo de una exposición que podría ser dañosa.
Es cierto que los límites pueden y deben ser establecidos por los padres, puesto que ellos tienen más experiencia de vida y ciertamente saben lo que puede representar un peligro real para sus propios hijos. Éstos, a su vez, aunque entiendan bastante más que sus padres del universo online, aún tienen poca experiencia de vida, inclusive por las situaciones difíciles en que podrían verse envueltos. La clave, por tanto, con independencia del tiempo en que estemos viviendo, tanto si es en medio a los avances de Internet, como de cualquier otra cosa diferente de lo que se ha aprendido, es que lo que debe imperar es y siempre será el sentido común de los cuidadores. Los padres de nuestra actualidad deben confiar en sus percepciones, al igual que en los ruidos que vayan surgiendo. Deben dar primacía a la seguridad para actuar como verdaderos guías protectores, en estos tiempos en que los límites son difíciles de establecer, incluso corriendo el riesgo de a menudo ser malinterpretados por los jóvenes. Por ejemplo, una adolescente de 14 años debe saber que cuando se expone en cuestiones personales de su vida contando su nombre, apellidos, la casa donde vive, incluso filmándola, corre el riesgo de que la vean desconocidos de toda clase, que podrían así averiguar demasiadas cosas sobre ella. Debemos recordar asimismo que están los hackers y que hay mucha gente malintencionada por ahí. En Internet esto se hace más difícil de detectar, porque las más de las veces no podemos siquiera ver o saber quién nos conecta.
Pienso que como analogía, sería como si los adolescentes van a la playa con ropa de playa y entonces ahí nadie sabe quién es quién y con una conversación bien manipulada, si no se está avisado con antelación sobre los peligros, cualquiera puede servir de plato y postre para algún malintencionado. En estos casos, los padres solícitos que educan a sus hijos avisándoles de los posibles peligros, pueden y deben hacer lo mismo en relación a la exposición en Internet. La idea es ayudar a los jóvenes a tener discernimiento para poder saber cómo transitar por esos medios corriendo menos riesgos. Todo cuidado que se pueda tener es prudente.
Pienso que los padres deben exponer sus percepciones y cuidados con sentido común, poniendo en evidencia con tranquilidad y seriedad todas las posibles consecuencias. Hay situaciones, por ejemplo, en que el joven adolescente podría exponerse de modo indebido y más adelante arrepentirse, y sin embargo el registro permanecerá para siempre en Internet.
Los padres deben dar el mapa de funcionamiento que entiendan como bueno para sus hijos y sin culpa. Ese es el punto. Saber ejercer la autoridad sin tener que estar vigilando, sin la necesidad de conocer las claves de sus hijos para espiar en secreto qué hacen y cómo podrían estar exponiéndose. Un clima de confianza mutua y acuerdo entre todos siempre es la mejor recomendación.
