¡Tu intuición quiere hablar contigo!
por Rosana Braga em STUM WORLDAtualizado em 04/06/2007 15:03:57
Traducción de Teresa - [email protected]
¡Sabéis bien cómo me entusiasman las palabras! Por mí, todo se resolvería a través de diálogos. Acepto todos los tonos, admito las lágrimas e incluso aquello silencios que demuestran ansiedad, tensión, nerviosismo o “aún no sé cómo decirlo…” A fin de cuentas, tampoco para mí es fácil, muchas veces, exponer lo que estoy sintiendo. Pero, por fin, mi lema es: que se diga lo que hay que decir, siempre que sea posible.
Sin embargo, desgraciadamente, no siempre las personas están preparadas para hablar. No todas están lo bastante maduras para la clareza y terminan poniendo en riesgo relaciones preciosas. Además, así como no todas saben hablar, hay muchas que tampoco saben oír, no están preparadas para ello. Llegan llenas de defensas e interpretaciones preparadas de antemano, escuchando tan sólo aquello que desean. Así, es bastante difícil conversar, porque los resultados se ven sensiblemente comprometidos.
O sea, hay ocasiones en que el diálogo se torna inviable. En esos momentos, nos queda tan sólo una herramienta y afortunadamente, bastante productiva: nuestra intuición. Sucede que, no creyendo en su poder, muchas veces no le damos oídos. Ignoramos lo que intenta decirnos e insistimos en considerar que eso de intuición son tonterías.
De hecho, hay una expresiva diferencia entre “escuchar la intuición” y “ceder a los comecocos”; y es preciso bastante entrenamiento, coraje y atención para percibir esta diferencia, ya que la intuición habla sola, pero los comecocos hablan en coro, confundiendo nuestra sensibilidad y deteriorando nuestra sensatez.
Para mí, intuición es corazón, es percepción pura, es contacto directo con nuestra realidad – la verdadera; sin dejarse seducir por terceros ni ceder a las apelaciones infantiles de nuestras neurosis: celos, inseguridad, apego, etc. Por tanto, hemos de desintoxicarnos lo máximo posible para oír la intuición.
Estar a solas, en silencio, en un estado meditativo, contemplando nuestros reales deseos, reflexionando acerca de lo que está ocurriendo y lo que realmente pretendemos es una buena manera de alcanzar esta voz interior. Pero, sobre todo, es preciso creer que ella habla…
Lo que más veo son personas renegando de su propia intuición, dándole muy poco o ningún crédito. Permanecen sujetas a lo que el otro dijo (o no dijo) sin considerar lo que realmente están sintiendo y percibiendo.
Sí, porque es muy frecuente percibir que algo está ocurriendo con tu relación, pero cuando intentas conversar con el otro, él se apresura a negarlo, afirmando categóricamente que estás equivocado y que nada está sucediendo. Incluso intentas convencerte, pero no lo consigues. La voz continúa susurrando a tus oídos que algo está equivocado… y entonces tú no sabes cómo proceder, a quién dar oídos.
Mi sugerencia es que ponderes acerca del equilibrio. Escucha, sí, tu voz interior y encárala como una ‘luz intermitente’, un signo de alerta. Y deja que pase un poco de tiempo. Observa los próximos acontecimientos. No te agarres definitivamente a tu voz ni tampoco a la voz del otro. ¡Espera!
Ten la seguridad de que el propio ‘andar del carruaje’ se encargará de dar el diagnóstico: intuición o comecocos. El objetivo aquí no es demostrar nada a nadie, sino tan sólo sugerir que no abras mano de tu intuición, no ignores tu inteligencia afectiva. Seríamos, ciertamente, mucho más seguros y tendríamos una autoestima bastante más elevada si confiásemos un poco más en lo que dice nuestro corazón…
