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Astromedicina: La sexualidad

por Graziella Marraccini em STUM WORLD
Atualizado em 08/09/2011 15:51:47


Traducción de Teresa - [email protected]

“Todo es Doble; todo tiene dos polos; todo tiene su opuesto, lo igual y lo desigual son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son medias verdades; todas las paradojas pueden ser reconciliadas” (El Caibalión)

Este principio encierra una sencilla verdad que encontramos en toda la naturaleza manifestada. Explica que en todo hay dos polos o aspectos opuestos y que los opuestos son simplemente los dos extremos de una misma cosa, consistiendo la diferencia en una variación de grados. Funciona, tanto en el plano físico (en la manifestación de Calor y Frío, por ejemplo) y en el plano mental (en la manifestación de Amor y Odio, por ejemplo).

En la sexualidad es donde las personas se enfrentan de forma más directa al tema de la polaridad. Cada uno percibe su propia imperfección y busca en el otro aquello que le falta. El ser se une físicamente con el propio polo opuesto y en esa unión experimenta un nuevo estado de conciencia, en eso que llamamos orgasmo.

Esta felicidad experimentada con la unión nos revela algo importante: cuando unimos las dos polaridades de modo que sean una sola cosa, expandimos la sensación de felicidad. Por tanto, la felicidad es una consecuencia de la “unidad”.

Pero ¿cómo podemos permanecer en esta sensación de unidad?

Si buscamos esta unión solamente en el plano físico (en la sexualidad) la sensación de felicidad durará tan solo lo que dure el orgasmo, ya que el plano físico se somete a las Leyes del Tiempo. Sin embargo, si conseguimos establecer la unión de los contrarios también en nuestra conciencia, habremos logrado la unión en un plano donde no el tiempo no existe, y obtendremos así una felicidad completa y duradera.

Por esta razón, como astróloga, sé que nuestro complemento ideal está siempre en el signo opuesto al nuestro. De hecho, en Astrología afirmamos que no hay doce signos, sino “seis signos y sus opuestos”, opuestos estos que hay que reconciliar. Pero esta es una tarea bastante difícil, ¿no es cierto? ¡De hecho, es mucho más fácil juntarnos y asociarnos con personas que se parecen a nosotros que con las que son diferentes! Por eso debemos buscar la unión con elementos opuestos a los nuestros: Tierra y Agua, Fuego y Aire.

En Oriente la sexualidad es tratada de forma muy diferente a como se trata en Occidente. Lo vemos muy claramente en las figuras representadas en los templos orientales, que a menudo son interpretadas como figuras pornográficas. ¡En realidad, aquello que para nosotros es pornografía, no es más que la representación de la “unión de los contrarios” que lleva a la felicidad! Las figuras representadas son las figuras divinas, del hombre y de la mujer primordial, y no tienen ninguna connotación pornográfica.

En Occidente estamos influenciados por nuestra tradición cristiana, que ha puesto al demonio en el camino de la sexualidad, es decir, en el camino de la búsqueda de la felicidad, separando para siempre el camino espiritual y el sexo.

¡Esto lo vemos claramente en la obligación que tienen los curas católicos de guardar el celibato, y en el hecho de que las monjas “se casan” espiritualmente con Cristo! Otros muchos grupos esotéricos todavía hoy observan esta oposición entre materia y espíritu, ¡pero haciéndolo confunden la trasmutación con la represión!

Con todo, para efectuar esta trasmutación deberíamos comprender profundamente el concepto hermético: “Lo que está arriba es como lo que está abajo y lo que está abajo es como lo que está arriba”. Cuando unimos aquí abajo a dos seres de forma complementaria, unimos también arriba los dos seres espirituales.

De esta forma deducimos que la persona que tiene problemas sexuales en el plano físico no conseguirá la unión de los opuestos en el plano espiritual. C. G. Jung (que empleaba la Astrología como parte de su conocimiento), comprendió perfectamente esta función de la sexualidad y la función que desempeña en el camino de la felicidad. ¡De hecho, la sexualidad es uno de los temas más conflictivos para el hombre!

Disfunciones menstruales – TPM

Las reglas son la expresión de la feminidad, de la fertilidad y de la receptividad. La mujer vive en ese ritmo lunar y ha de someterse a él con todas las limitaciones que representa. Esta sumisión es el aspecto principal de la feminidad: la capacidad que tiene la mujer de donarse a sí misma.

Al hablar de los “dos polos” hablamos del Yin y el Yang, de lo masculino y lo femenino. “El hombre es creativo y la mujer es receptiva”, esta es la Ley de la Naturaleza. Nadie puede hurtarse a ella. Considerando los símbolos arquetípicos de la feminidad, como la Luna y el Agua, notamos que las dos renuncian al brillo propio para reflejar el brillo de los polos opuestos: el Sol y el Fuego.

Por tanto, la receptividad es la cualidad central de la mujer: es la base de todas las demás capacidades, de abrirse, de recibir, de acoger y de guardar. El Agua se adapta a cualquier recipiente, recibe y acoge, guarda en sus húmedas profundidades, sin hacer esfuerzo alguno, pues esta es su naturaleza.

Cuando hablamos de polaridades no debemos juzgar con prejuicio: lo positivo no es mejor que lo negativo, ya que éste no existiría sin aquél. Por tanto, el Agua no ha de sentirse inferior por no tener las cualidades del Fuego. ¡Cada cual posee sus propias cualidades y no debe ‘envidiar’ las cualidades del otro!

¡Estas diferencias de polaridad son lo que hace que exista “la vida”! ¡Siendo así, la mujer no debe sentirse inferior a causa de su propia naturaleza femenina!!! La receptividad y la capacidad de aceptar es algo muy difícil para el hombre, ya que requieren la renuncia a la propia voluntad, al propio egocentrismo. Para vivir la feminidad, la mujer ha de “abrirse” y dar una parte de sí misma. ¡De hecho ella ofrece una parte de sí misma todos los meses a través de sus reglas, y ofrece todavía más de sí cuando acepta un embarazo y da a luz un hijo!

Cuando la mujer “emancipada y feminista” no acepta esta regla impuesta por la naturaleza, empieza a manifestar disfunciones y aparecen los dolores menstruales, así como la esterilidad y la frigidez.

La culpa de ello la tiene sin duda nuestra sociedad ‘moderna’, que se aleja cada vez más de la sabiduría tradicional. La mujer moderna acepta una feminidad falsa, estética, en la cual ella vive su feminidad sin aceptar las reglas que le son inherentes.Quien manifiesta de forma dolorosa su feminidad padece TPM, dolores menstruales, etc. Quien sabe entregarse al otro, entregarse al orgasmo, sabe hacerlo también con su menstruación, y tendrá menos problemas en ese campo. De hecho, el orgasmo es como “una pequeña muerte”, como lo es el sueño, y como lo es el período, ya que este es un pequeño proceso de muerte que se manifiesta cuando el óvulo, al morir, se disuelve en la sangre mensual. No obstante, la muerte expone el simbolismo de liberación del Yo y de sus manipulaciones, para dejar que las cosas “sigan su curso”.

El orgasmo es una “pequeña muerte” porque pide la muerte del Yo en la fusión con el Otro. Al permanecer ligados a nuestro Yo no logramos entregarnos al orgasmo. Abriendo mano del poder y del control sobre el otro, dejamos que la naturaleza siga su curso.

Podemos observar que otro trastorno ligado a la negación de la feminidad es la anorexia, la cual va normalmente seguida de amenorrea secundaria, o suspensión de la regla. Las mujeres anoréxicas tienen miedo a su propia feminidad, a la fertilidad y a la maternidad, cuyo símbolo es la menstruación. Por tanto, el miedo suprime la regla. Por cierto, en otras situaciones de miedo, como en catástrofes, en las cárceles, en los campos de concentración, en grandes momentos de dolor o desesperación, es frecuente que las mujeres presenten amenorrea secundaria, ya que en esos casos ella no es capaz de donarse o ser receptiva.

Del mismo modo, la negación de la feminidad conduce a la frigidez. En realidad no hay mujeres frígidas, sino mujeres que no son capaces de lidiar correctamente con su propia feminidad, con su papel receptivo, impuesto por la madre naturaleza. Esto puede advertirse en su Mapa Natal cuando el Astrólogo percibe cierta predominancia del elemento masculino o del elemento controlador y de poder. La falta de equilibrio entre los dos polos puede llevar a la mujer a la frigidez, o incluso a la inversión de papeles.

Esta inversión de papeles, o inversión de polos, puede ocurrir también con los hombres, que de esta forma no son capaces de identificarse con el papel masculino impuesto por la naturaleza y buscan el modelo femenino. Este desequilibrio también puede ser detectado en el Mapa Natal de la persona, y el Astrólogo consciente de su papel, podrá indicar entonces un terapeuta y una buena terapia floral para restablecer el equilibrio de Yin y Yang.

Continuaremos con nuestras reflexiones sobre sexualidad en el artículo sobre ‘El Embarazo’.


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Graziella Marraccini é astróloga, taróloga, cabalista e estudiosa de ciências ocultas e dirige a Sirius Astrology. Conheça meus serviços on-line
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