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Como Vencer el Miedo

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 11/01/2012 14:55:42


por Helena Gerenstadt - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

El miedo es una emoción inherente a la naturaleza humana. Es un instinto primario y por tanto adaptativo, que cumple la función de protegernos frente al peligro, secretando sustancias endógenas que nos preparan para la lucha o la huida.

Cuando el miedo es excesivo, nos paraliza, nos hace transpirar y nos corta la respiración. Cuando la amenaza no es real, nuestra capacidad de adaptación se ve reducida y nuestra forma de vida se altera. Solo conociendo los mecanismos del miedo podemos luchar contra él.
Ante un estímulo neutro podemos adoptar actitudes muy diferentes, que dependerán de nuestro tipo de pensamiento.
Imaginemos que estamos solos en casa, es por la noche, y estamos casi dormidos. De repente oímos un ruido en el salón, de un objeto que cae y se rompe. Ante esta situación, que podríamos considerar neutra, reaccionamos de forma diferente según lo que pensemos. Podemos pensar que el gato ha pasado por nuestro florero y lo ha tirado, damos media vuelta y retomamos el sueño acompañados de pensamientos como: “mañana tendré que limpiarlo”. Pero si pensamos que han entrado en la casa para robarnos, nuestra respuesta será muy diferente. Posiblemente quedaremos paralizados, empezaremos a respirar con dificultad, nuestra pulsación cardíaca aumentará, notaremos como la boca se nos va quedando seca, y también empezaremos a sentir un sudor frío por todo nuestro cuerpo.

El Miedo Alerta y Paraliza
El miedo nos pone sobre aviso respecto de posibles peligros, pero también nos inmoviliza cuando la amenaza no es real, cuando no tiene una realidad que lo apoye, reduciendo así nuestra capacidad de adaptación.

Para Roberto Assagioli (1888-1974), psicólogo italiano que trató en profundidad ese tema, hay cinco tipos de miedos:

- el miedo a la muerte, que sería una respuesta al instinto de conservación;
- el miedo a la soledad, que surge del instinto sexual;
- el miedo a sentirse débil, inseguro y sin apoyo por parte de las demás personas, que respondería al instinto gregario;
- el miedo a no ser reconocidos socialmente, a no ser valorados o a carecer de poder;
- el miedo a lo desconocido y a los misterios.

Las Tres Caras del Miedo
Estos miedos pueden materializarse a través de nuestra ansiedad, obsesión o fobia.
La ansiedad se caracteriza por un miedo difuso, y no existe un estímulo concreto que la produzca. Es una emoción que se mezcla con muchas sensaciones, una percepción imprecisa que anticipa el peligro o el dolor. Pero también sentimos ansiedad cuando no somos capaces de comprender la realidad o cuando, por cualquier motivo, se toca el concepto que tenemos acerca de nosotros mismos. Es, por lo tanto, una emoción compleja que engloba repercusiones tanto físicas (nudo en la garganta o en la boca del estómago, respiración dificultosa, taquicardia…), como psicológicas (sensación de inquietud, pensamientos catastróficos…). El Ser Humano dispone de un elemento único en la naturaleza, la INTELIGENCIA, que le permite reflexionar sobre sus miedos, ajustar sus dimensiones y de esa forma incluso vencerlos.
La obsesión viene de ideas intrusas, que pese a que sabemos que son absurdas y a que nos esforzamos por no hacerles caso, tenemos la sensación de que no podemos controlarlas, y vuelven una y otra vez a martirizar nuestra conciencia. Las obsesiones pueden venir o no acompañadas de “compulsiones”, es decir, de rituales o conductas que, de alguna forma, intentan neutralizar o impedir el malestar. Esto se da cuando, por ejemplo, tenemos que comprobar cinco veces seguidas si hemos cerrado la llave del gas.
Las fobias, al contrario de la ansiedad, responden a un estímulo concreto. Aparte de ocasionar incapacidad, o sea, frente a un problema la persona puede optar por la conducta de evitar enfrentarse a la situación o al objeto temido. Son miedos absurdos, pero no le es posible escapar a ellos.

Para superar el miedo debemos enfrentarnos a él
La mejor forma de superar el miedo es enfrentarse a él, hasta que la ansiedad se reduzca. Para enfrentarnos a un miedo hemos de tener en cuenta que las sensaciones que experimentamos son (con frecuencia) una exageración de las reacciones corporales normales; no son peligrosas, solo desagradables. Los pensamientos de preocupación sobre lo que está pasando solo hacen aumentar el pánico. No debemos luchar contra nuestros miedos. Cuando dejamos de observar los pensamientos relativos al miedo, éste también empieza a desaparecer.
Por ejemplo, si tenemos miedo al ascensor, debemos planificar nuestro acercamiento a uno de ellos; un día imaginarnos subiendo, abriendo la puerta, entrando, saliendo, y mientras hacemos esa visualización debemos controlar nuestra respiración mediante la respiración abdominal hasta que sea regular. También podemos tener pensamientos positivos hacia nosotros mismos, diciéndonos: lo estoy haciendo muy bien – puedo controlar la situación.

No debemos temer al miedo, lo único que tenemos que hacer es evitar que él nos domine.


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