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Compromiso con la Verdad

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 25/10/2013 10:11:43


por Maria Cristina Tanajura - [email protected]

​Traducción de Teresa - [email protected]

Cuando vivimos un momento de tanta corrupción, tanta mentira y falsedad, es preciso recordar las palabras de Jesús, que nos dijo: Conócete a ti mismo y la Verdad te hará libre, o cuando dijo: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Percibimos así que la esencia divina está íntimamente ligada a la Verdad.

En un mundo donde nos ponemos máscaras para relacionarnos, donde usamos lo que nos dicta la moda - a través de los medios de comunicación - vamos poco a poco, y sin sentir, perdiendo nuestra identidad. Pese a todo, somos únicos e importantes, justamente por ser como verdaderamente somos. La existencia de cada uno es necesaria, con las características que tiene. Si vivimos la vida del otro, nos perdemos.

Parece que a nuestro alrededor no hay más que mentiras. Nos dicen lo que es conveniente y aporta más provecho. Se omite la verdad, la versión truncada se pasa adelante y acaba siendo creída por la mayoría.
Lejos de la Verdad, estamos alejados de Dios, del Amor que nos creó, y cumplimos mal nuestros compromisos, asumidos antes de encarnarnos.

La verdad puede ser difícil de oír, de decir, pero sólo ella ilumina y abre caminos de salud para todos. La mentira es por sí misma compañera de la sombra, de lo denso, de la catástrofe, del desastre.

Aquellos de más débil personalidad mienten, trapacean, pues consideran que ese es un camino más fácil para obtener lo que desean. Pero se complican. Un buen día todo se esclarece, como cuando el sol surge, de repente, en medio de un día nublado.

Podemos ayudar a este nuestro mundo transformando nuestro modo de vivir. ¿Por qué no tratar siempre de estar de parte de la Verdad? Siempre es más fácil que crear un relato mentiroso para explicar la realidad. Por muy dura que sea ésta, sólo encarándola de frente podemos modificarla para mejor.

Nuestros hijos, nuestros amigos, nuestros compañeros, tienen necesidad de oír de nosotros palabras verdaderas, pues ellas les darán la percepción de quienes realmente somos y harán de las relaciones vínculos confiables.

En este mundo de hoy, aprendemos a desconfiar de todo y de todos. Qué horrible es vivir así. Lo que nos dicen puede no ser cierto, los productos que compramos pueden no estar bien hechos, nada parece tener solidez alguna, como si viviésemos en un mundo ilusorio - totalmente fabricado por quienes quieren triunfar en todo momento, no importa a qué precio.
¿Cómo podemos amar a quien no hemos llegado a conocer, si a menudo ni siquiera a nosotros mismos sabemos encarar?

Vamos a la moda, hablamos con los términos del momento, nos peinamos como la mayoría, procuramos ser aceptados por todos, y así vamos perdiéndonos de nosotros mismos.

¿Vale la pena todo ese disfraz, si nos quedamos mucho más solos precisamente a causa de él? Pasamos a atraer personas que nada tienen que ver con nuestra verdadera esencia, y sí con lo que parecemos ser. No soportamos nuestra propia compañía, pues ya nos hemos puesto tantos disfraces que ni siquiera sabemos dónde hemos ido realmente a parar.

Jesús, con sólo doce discípulos, tiene sus palabras conocidas hasta hoy. Nunca se preocupó de ser simpático, sino que vino a traer a este plano la Verdad y el Camino. Pagó un alto precio por todo eso, siendo mal comprendido y al final, asesinado, pero ciertamente nunca perdió la conexión con su propia esencia, que le dio fuerza para continuar con su misión hasta el final.

La pregunta que queda para meditación es - ¿quién soy yo realmente y qué he venido a hacer aquí, en este momento planetario, en esta familia, en este país? Cuanto mejor logre responderla, tanto mejor conoceré la verdad sobre mí mismo y más acompañada y colmada me sentiré; ¡incluso feliz!

Sea lo que fuere lo que hemos venido a hacer, tenemos que saberlo, sin dejarlo para un mañana que hasta podría no llegar. Nuestro compromiso con la propia misión de vida ha de comenzar ya, ahora. No faltarán amigos verdaderos que nos apoyen, que nos den el brazo para que caminemos más ligeros.

¡La Verdad es sinónimo de Luz y de Dios! Las emboscadas de las sombras son muchas, pintadas de colores alegres para confundirnos. ¡Pero donde esté la Verdad, habrá Vida!


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