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Dando y Recibiendo

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 22/04/2010 15:13:28


por Maria Cristina - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

Por más ineptos que nos consideremos, hay siempre algo que podemos dar a la Vida, a nuestros compañeros de jornada. Hay algo especial que cada uno de nosotros sabe, que es diferente, único… Es nuestro don, el resultado de todo el aprendizaje de vidas pasadas, filtrado por nuestro íntimo – que tiene características que no pueden ser integralmente copiadas. Estamos encarnados en este momento, en este país, en esta ciudad, en esta familia, en este grupo social, no por casualidad, y habremos de dejar una marca, más o menos positiva, por donde pasemos.

Considero importante que se reflexione sobre esto. Aun cuando nos parece que no estamos donándonos, algo estamos dando, aunque no sea más que irritación, falta de comprensión. Lo queramos o no, siempre ejercemos influencia sobre las personas, cosas, animales y plantas de los ambientes por donde transitamos, pues somos energía que se irradia y todo a nuestro alrededor también lo es. Este intercambio, aunque pueda ser ignorado, es una verdad constante y no puede ser evitada.

La responsabilidad por el mejoramiento del mundo es, sobre todo, de cada uno de nosotros. Cuando encendemos una pequeña luz, con nuestros pensamientos, actitudes, sentimientos, o cuando contribuimos a intensificar el desequilibrio, aumentando la oscuridad que nos rodea.

Nuestras energías son inmanentes e incontrolables, en la medida en que ellas son nosotros. ¡Donde estamos, somos! Por afinidad nos juntamos con unas personas, por falta de ella nos apartamos de otras. Esto es serio y ha de ser observado atentamente por cada cual, pues muchas veces las máscaras, que socialmente todos usamos, nos llevan a suponer que alguien es aquel que no es, porque solo finge serlo. Si en lugar de querer explicarlo todo con la mente nos permitimos sentir, iremos identificando nuestros amigos verdaderos, sin sombra de dudas… Podremos ir agrupándonos por afinidad, aunque nos encontremos muy lejos unos de otros. Como ciertamente estamos haciendo en el STUM. Una comunicad que crece día a día, de personas que buscan conocerse mejor y ser más felices, contribuyendo a la felicidad del otro.

Siendo más responsables y amorosos, atraemos hacia nosotros circunstancias siempre más armoniosas, la contrapartida de lo que hemos aprendido a dar. La ley del retorno es infalible. Haciendo más feliz a alguien, yo lo seré también. Quitando la paz a otro, pierdo en primer lugar la mía. Haciendo enfermar a otro con mis actitudes, me enfermo yo también y así sucesivamente.

La justicia de los hombres puede fallar, como sabemos que ocurre, pero la natural ley divina de la Acción y Reacción, jamás será burlada por nadie.
Para ser amados hemos de aprender a amar. Para ser respetados, es necesario que respetemos a todos. Para ser realmente felices, cuidemos de donarnos, dentro de nuestras posibilidades. No solo dando cosas que nos sobran, sino dándonos. Poniendo lo que somos al servicio del Amor que nos rige, sin miedo a ser juzgados, criticados, malinterpretados. Tenemos que hacer brillar nuestra luz, no importa su intensidad, pues la oscuridad nos amenaza en este momento planetario – y ya sabemos que ésta solo se instala donde falta el Amor. Amemos la Vida, a nosotros mismos, al otro, a esas cosas materiales que nos auxilian en el día a día, a nuestros animales de compañía, a nuestros amigos, conocidos, al ser humano. ¡La luz atrae! Aunque no sea más que por mera curiosidad, todo el mundo quiere aproximarse a un local iluminado, para examinar lo que pasa allí. ¡Encendamos nuestra vida! Con la seguridad de que estaremos auto-protegiéndonos de dentro a fuera, orgánicamente, naturalmente… Sin error, sin miedo.

Venciendo a las tinieblas que hay en nuestro propio íntimo, esparciremos allá donde vayamos, la luz de nuestro Sol interior; y de vuelta recibiremos, también, más luz, siempre más luz…
Y, así, ya puede caminar la humanidad que habita el planeta Tierra en este nuevo milenio.

Mucho cuidado con los niños, pues ellos necesitan ser acogidos, amados, disciplinados y escuchados. Vienen a donarse y a aprender también. Es una doble dirección de dar y recibir, en una sinfonía maravillosa y amorosa, con la cual hemos de afinarnos cada día más.


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