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Demasiado Explosivos...

por Silvia Malamud em STUM WORLD
Atualizado em 22/03/2013 11:41:42


Traducción de Teresa - [email protected]

Todos podríamos escribir libros y más libros sobre relatos de malentendidos, sobre engullir sapos y lagartos, sobre las personas que hablan y actúan por impulso sin pensar y dejan profundas marcas tanto en los demás como en sí mismas.

El hecho es que, invariablemente, siempre que alguien habla de modo impositivo a otra persona, le dirige un envoltorio repleto de imágenes, emociones y certidumbres ciegas con la finalidad de alcanzar un camino certero de ataque. El mayor problema es que en el momento de la emisión, y a menudo incluso después de ella, hay una total falta de conciencia sobre el impacto causado a la postre. Las palabras mal dichas son arremetidas sin la menor prudencia o cuidado hacia el semejante y devastadoramente suelen atravesar el espacio como relámpagos explosivos dañando y destrozando todo cuanto encuentran por delante, en este caso, personas.

La energía emitida en esas ocasiones es altamente letárgica. La fachada es de impaciencia, odio, superioridad y autoritarismo. Estos suelen ser la locomotora de este comportamiento dictatorial.

Y en este envoltorio cognitivo, estallan las más diversas emociones y palabras desmedidas que vuelan como una flecha a sus destinatarios.

Después del supuesto estallido, lo más frecuente es el arrepentimiento, el auto-castigo y la culpa, añadiéndose además los sentimientos de inadecuación. A esto únase el pensamiento común del Todo lo hago mal… Y está lista la receta del conocido pensamiento ¿¡Qué es lo que he hecho?!

A partir de ahí la autoestima del acusador, calentado en exceso, va a menos infinito. Como resultado de esta triste ecuación, el drama en la relación queda instalado, permaneciendo atorado en la garganta y en el corazón de todos los implicados.

Víctimas y acusadores de la misma cuestión emocional suelen ser reflejo o espejo uno de otro. El que acusa estallando, en el fondo siente y cree en su impotencia para resolver algo que le perturba. El que es atacado, a su vez, también se siente impotente para expresarse, pues cualquier cosa que llegase a decir con tamaño estallido, o se convertiría en humo o entonces exasperaría aún más los ánimos del acusador.

Lo ideal es que tanto el acusador como la víctima pudiesen revisar sus más profundos conceptos acerca de la resolución de conflictos. Pudiesen volver a las situaciones en que no fueron escuchados (desamparo) o en que quizá se les haya oído por encima de todo y de todos (mimados). Sólo partiendo de una búsqueda interior sincera, y de volver a dotar de significado esos contenidos internos mal resueltos, es como se conseguirá percibir que en la actualidad las personas, verdaderamente, pueden ser diferentes de las que eran cuando se convivía con ellas en aquel entonces.

Nuestro sistema físico es una máquina, nuestros registros cerebrales forman parte de esa máquina. Nuestras pautas de respuestas automáticas para la vida vienen de registros muy primitivos, que nuestro cerebro ha ido haciendo.

Todos nosotros, sin excepción, acabamos reproduciendo reacciones a lo largo de la vida que son adecuadas a las situaciones que nuestra máquina cerebral asocia con los primeros acontecimientos que vivimos. Lo que ocurre, y muchas veces dificulta los cambios de comportamiento, es que el cerebro actúa como si fuese por capas, o sea, una percepción se superpone a otra cuando suceden acontecimientos similares. Con el paso del tiempo también empezamos a sofisticar nuestra forma de lenguaje y nuestras estrategias mentales, gracias a nuestras subsiguientes experiencias de vida. Por este motivo, el propio intelecto desarrollado, a menudo en la tentativa de ayudar al sistema a sobrevivir, acaba dificultando la visión clara de la realidad. La imposición de aspectos racionales e incluso emocionales defensivos, sofisticación adquirida a lo largo de la existencia, paradójicamente dificulta el contacto con los orígenes de los conflictos que como resultado dan lugar, por ejemplo, personas demasiado explosivas…

Por eso mismo siempre sugiero un trabajo terapéutico de abordaje directo del consciente en el propio inconsciente, para que éste reprocese y reprograme, incluso neurológicamente, las pautas defensivas de respuestas dañinas tanto para otros como para uno mismo. Siempre recomiendo mi ‘expertiz’ que es el EMDR, o Brainspotting.

Mientras no se adopte una actitud drástica que promueva un cambio total en este tipo de funcionamiento, la vida de las personas implicadas en este tema pasa a ser infernal, girando repetidamente en las emociones de desconfianza, miedo, ataques de furia, resentimiento, tristeza, sufrimiento e inseguridad.

Desgastado y traumatizado, el receptor de lo explosivo también corre el riesgo de acabar vertiendo imágenes impregnadas de amor, en la emoción contraria.

Y cuando la mente engaña, el alma va sufriendo.

- ¡YA ES HORA DE DESPERTAR!

Mientras no se haga un reprocesamiento efectivo, las defensas emocionales, si no se trabajan, dificultarán el libre acceso al conocimiento inmediato.


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silvia
Silvia Malamud é colaboradora do Site desde 2000. Psicóloga Clínica, Terapias Breves, Terapeuta Certificada em EMDR pelo EMDR Institute/EUA e Terapeuta em Brainspotting - David Grand PhD/EUA.
Terapia de Abordagem direta a memórias do inconsciente.
Tel. (11) 99938.3142 - deixar recado.
Autora dos Livros: Sequestradores de almas - Guia de Sobrevivência e Projeto Secreto Universos

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