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Desempleo cero

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 21/07/2016 11:34:24


Autor Tom Coelho - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

“El desempleo del hombre debe ser tratado como tragedia
y no como estadística económica.”
(Papa Juan Pablo II)


Al comienzo de los años 1990, experimenté el sabor amargo del desempleo. Por opción, yo dejaba un cargo de gerencia de filial en una empresa exportadora de café, donde había desarrollado, a lo largo de sólo diez meses un trabajo que la elevó de la 45ª a la 21ª posición en el ranking de las mayores exportadoras brasileñas en su segmento. Era el final de un ciclo. Ya no había espacio para un mayor crecimiento dentro de aquella estructura. Fue cuando acuñé la expresión “dar con la cabeza en el techo”.
Tomada la decisión, fui a enfrentarme a la frialdad del mercado de trabajo. Las expectativas de una rápida colocación eran elevadas. A fin de cuentas, yo era joven, impetuoso, decidido y traía en mi equipaje una serie de realizaciones concretas.

El mundo real, sin embargo, me ha enseñado otras verdades. La tierna edad no era un aspecto positivo, sino un hándicap, pues los “chavales” de 21 años no podían tener la experiencia exigida para cargos de supervisión y gerencia – así como los “viejos” de 45 simbolizaban arcaísmo y retroceso.
Descubrí también la existencia de algunas reglas para entrar en el juego. Una formación académica sólida era la primera de ellas. Eso significaba, además de una facultad de renombre, algo obvio: el curso superior concluido. Y yo había abandonado mis estudios para asumir el cargo que me habían ofrecido, ya que tendría que ejercerlo en otro Estado de la federación.

Aprendí, asimismo, la irrelevancia de dominar el idioma patrio, en lenguaje hablado y escrito, ante la fluencia en inglés de otro candidato, el cual estaría siempre años-luz más adelante, aun escribiendo excepción con dos o cuatro “s” o pronunciando “poblema” (sic) cada dos frases.
Entre otros muchos descubrimientos sobre como funciona el sistema, observé como pasaban siete largos meses ante mis ojos. Durante ese tiempo, retomé los estudios, hice una serie de cursillos prácticos complementarios, reduje mi pretensión salarial. Pero al término de ese período, como no había recibido ninguna oferta concreta de trabajo, mis reservas económicas se habían agotado y mi autoestima había entrado en colapso.

Empresario por necesidad

Dentro de ese contexto, partí para la llamada “carrera en solitario”. Tenía que hacer algo con el poco orgullo propio que aún me restaba. Era preciso que yo me pusiese a prueba. Fue así como abracé el ser empresario como opción de vida. Más que una necesidad, fue mi tabla de salvación.
Desde entonces han pasado dos décadas. Y el mercado de trabajo continúa muy próximo a lo que fue mi experiencia. Las restricciones en cuanto a la edad permanecen. La formación académica exige, en los días actuales, además del curso superior completo, un postgrado cualquiera. El idioma español tiene que acompañar al inglés, permaneciendo el portugués en segundo plano.

El desempleo es un acontecimiento terrorífico. Cuanto más se prolonga, más afecta negativamente al profesional. Cuando afecta a un padre o a un cabeza de familia, entonces asume connotación sádica y perniciosa. Sólo quien lo ha vivido es capaz de entender el por qué de la mirada opaca y los hombros arqueados de aquel que no tiene la posibilidad de decir al mundo a qué ha venido.
Por eso quiero convocaros a una campaña por el desempleo cero. Pero no se trata de una moción de ámbito gubernamental. Se trata de una actitud, de un lema, de una profesión de fe. Se trata de que cada uno de nosotros firmemos un compromiso personal para buscar y permanecer dignamente empleados, ya sea en un negocio propio o de terceros. Se trata de que tú descubras con la máxima urgencia, por encima de todo y a pesar de todo, cuál es tu vocación. Y de que la sigas.

Esto abarca también a los “empleados-desempleados”, una categoría de personas que venden barato sus sueños, ejerciendo actividades que no se corresponden con lo que su corazón manda, vagando por el mundo corporativo como almas errantes.
Espero ver a estas personas favorecidas por la auto-consciencia, a fin de despertarse para quienes son; obsequiadas con la valentía de hacer lo que desean; estimuladas por la osadía, para emprender por oportunidad; y sensibilizadas por la emoción, para llevar este principio adelante, ofreciendo, siempre que sea posible, un nuevo puesto de trabajo, industrializando la esperanza.

* Tom Coelho es educador, conferencista en gestión de personas y negocios, escritor con artículos publicados en 17 países y autor de ocho libros. E-mail: [email protected] Visita: link y link


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