Despréndete y deja espacio para lo nuevo en tu vida
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 27/04/2013 10:23:10
por HELOISA CAPELAS - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Cambiar, de alguna manera, significa renacer. Y desprenderse, de todas maneras, significa abrazar la posibilidad infinita de los cambios.
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La llegada del otoño trae consigo una simbología repleta de significados. Si abrimos bien los ojos y el corazón, comprenderemos que esta época del año representa la fase del desprendimiento. ¿Hacemos juntos una reflexión sobre eso?
Tal como hemos aprendido desde muy pronto en la escuela, el período del otoño se caracteriza por la caída de la temperatura en relación al verano, y también por ser el momento en que frutos y hojas caen al suelo. Los primeros maduran, mientras que los segundos, desprovistos de nutrientes, se desprenden de las ramas para dar lugar a un nuevo mantillo.
Se trata de un proceso natural que nosotros, los seres humanos, tenemos ocasión de presenciar durante toda la vida. Más que natural, esa fase de transición es necesaria para que árboles y plantas en general puedan seguir adelante para cumplir su papel continuadamente. Es una táctica de sobrevivencia, a fin de cuentas, sin ese cambio, no hay vida.
Mira qué simbólico es eso. Si la naturaleza de esos seres vivos tan esenciales para nuestra existencia está marcada por una fase de transición y de renovación obligatoria, ¿por qué nosotros, los humanos, tenemos tanta dificultad en aceptar esos mismos períodos?
Con frecuencia, ante la posibilidad y la necesidad de cambio, nos sentimos acorralados. Más aún cuando tal transformación nos exige abrir mano de algo que nos pertenece, que es parte de quienes somos. Dejamos de percibir que, si no hay espacio para lo nuevo, continuaremos viviendo de lo antiguo.
Lo antiguo no siempre es desechable, evidentemente. Aun así, es importante analizar constantemente de dónde procedemos y qué traemos en nuestro equipaje, antes de continuar la trayectoria de la vida. Ese autoanálisis constante permite a cada uno de nosotros encontrar los puntos en que podemos ser mejores, mucho mejores. Y, además, nos hace percibir si estamos cargando más peso de lo que deberíamos en nuestra mochila emocional, espiritual, física, intelectual y conductual.
Observa, por ejemplo, cuáles son los primeros recuerdos que te acompañan desde la niñez. Esos recuerdos ¿están únicamente guardados, o tienen influencia de alguna manera sobre tu conducta? ¿Será cierto que te hacen bien? ¿Por qué motivo?
Pongamos que concluyes que esa memoria guardada desde hace tanto tiempo no te ha ayudado a recorrer tu camino. Aun así, ella no desaparecerá de ti; si sabes utilizarla, con el tiempo tendrás ocasión de transformarla en algo positivo.
¿Cómo? A partir de la aceptación y del desprendimiento. El primer paso para lidiar con un descubrimiento tan importante en uno mismo es justamente aceptar que se trata de algo tan importante. El segundo paso, entonces, es desprenderse del factor negativo. Recuerda que tienes opciones.
Retomando el ejemplo del otoño, fíjate en que la transición es requisito obligado para la continuidad de la vida. Si luchasen contra el proceso natural y permaneciesen agarrados a sus ramas, hojas y frutos impedirían la supervivencia de la esencia que los mantiene vivos. Luego, siguen su destino y dejan espacio para el renacimiento.
Es verdad: cambiar, de alguna manera, significa renacer. Y desprenderse, de todos modos, significa abrazar la posibilidad de cambio.
Mi invitación, entonces, es a que aproveches esta nueva estación del año y te propongas el ejercicio del desprendimiento y del desapego. Si quieres, abre armarios, revisa estanterías y tómate un tiempo para deshacerte de todo aquello que ya no te sirve. Mira cuántas ropas, objetos y estorbos han quedado apilados a lo largo de los años sin uso alguno. Despídete y, entonces, crea espacio para las novedades. El gesto, simbólico como el otoño, puede ayudar al proceso de desprendimiento.
Si deseas ir más al fondo, investiga tus comportamientos. Observa qué pautas de conducta te han acompañado toda la vida sin haberlo siquiera notado. Analiza desde muy cerca si esas pautas te aportan resultados positivos o negativos. Decide desprenderte de ellas cuando te parezca necesario.
Así, cuando la primavera venga a establecerse en tu vida, los cambios que te has proporcionado empezarán a traer frutos. Puede que éstos sean aún más sabrosos, o puede que no. De cualquier forma, en el año próximo, un nuevo otoño y una nueva primavera llegarán para mostrar que nunca es tarde para desprenderse y dar inicio a nuevas transiciones.
Si necesitas ayuda en este proceso, no dudes en buscarla. El Proceso Hoffman, impartido por el Centro Hoffman, es una estupenda opción para quienes desean invertir en la posibilidad de la auto-transformación. Avalado por la Universidad de Harvard, ese entrenamiento permite a los alumnos conocer de cerca todos los fardos extras que han venido cargando a lo largo de la vida sin necesidad. Indica, además, cómo abrazar las oportunidades infinitas de cambio y seguir adelante con más plenitud – a ejemplo de la naturaleza que nos rodea.
¡Espero que tengas un otoño estupendo!
Heloísa Capelas es directora del Centro Hoffman en el Brasil. Especializada hace más de 20 años en el desarrollo del potencial humano por medio del Autoconocimiento y del aumento de la Competencia Emocional. Conferencista nacional e internacional, imparte cursos con la metodología Hoffman, considerada por Harvard como uno de los trabajos más eficaces de cambio de paradigmas para líderes.Coautora de los libros “Ser + Inovador en RH”, "Ser + em Gestão de Pessoas" e "Master Coaches - Técnicas e relatos de mestres do coaching". Para hablar con la especialista, escribe a [email protected]
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