El camino de la felicidad
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 06/12/2012 12:59:15
por Flávio Bastos - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
En esta época, próxima a los festejos en que el mundo cristiano celebra el nacimiento de Jesucristo y las fiestas de fin de año, una especie de energía fraterna, solidaria, envuelve a las sociedades y estimula en la gente la práctica de la caridad. El bien "descontamina" ambientes y esparce su energía donde antes había rencor, disputas o incluso odio. Esta es la fase en que muchas personas sonríen con más facilidad, abrazan con naturalidad, envían tarjetas postales, mensajes por Internet, y olvidan desavenencias antiguas o retoman relaciones perdidas en las aristas del tiempo.
Votos de salud, paz y felicidad son como flechas de luz lanzadas por ángeles celestiales que cruzan el espacio hasta llegar a su destino. Época en que parte de la humanidad terrena se vuelve más sencilla, generosa e interconectada por valores espirituales. Quizás, este corto período represente el ideal cristiano no solamente para fechas conmemorativas, sino para todo el siempre de las relaciones humanas, donde la paz, el amor y el bienestar expresen la permanente sensación de felicidad entre los hombres.
Felicidad, esta señora jovial y, al mismo tiempo madura, curtida por las experiencias del tiempo longevo, y envuelta en una energía amorosa y acogedora. Desconocida para muchos y conocida de pocos que, al aceptarla en sus corazones, pasan a gozar de una sensación de paz en sus vidas. Pues, a esta señora, pese a no ser popular entre los hombres, se la ve transitar alegre y sonriente entre las fechas conmemorativas de cada fin de año cristiano.
Por tanto, la felicidad existe y, al existir, su búsqueda nunca es en vano. Lo que aleja al hombre de la compañía de esta simpática señora, es el miedo. El miedo a desafiar el desconocimiento de sí mismo para adquirir una nueva mirada sobre su existencia. En tal sentido, la Navidad y el Año Nuevo representan la alegría del nacer-renacer y el compartir de vida, paz, salud y prosperidad entre semejantes. Valores que traemos internalizados y que se expresan de forma contenida durante casi todo el año, para salir en libertad “condicional” en el mes de diciembre.
Pese a todo, el mes de diciembre de 2012 es un mes atípico y especial para la humanidad, pues, además de las tradicionales fiestas, es referencia como puerta de entrada de la Nueva Era, que trae en su estela los cambios previstos para el milenio en curso. Oportunidad que tiene el individuo de buscar la felicidad como bien permanente, adquirido con gran lucha para liberarse del miedo de conocerse a sí mismo, al otro y a las dimensiones que envuelven su naturaleza hominal.
A partir de diciembre de 2012, la Navidad y el Año Nuevo, gradualmente, transfieren la expectativa de ideal humano a una nueva etapa que estimula la expansión de la conciencia y la apertura de la mente para la conquista de la felicidad y el establecimiento definitivo de la paz, de la salud y del bien común entre los hombres. Estas fechas cristianas dejan de ser un mensaje optimista de fin de año, para convertirse en un nuevo ciclo de progreso espiritual para la humanidad terrena.
En esa dirección, el renacimiento del hombre vuelto hacia los valores de su esencia, adquiere fuerza a partir de diciembre, cuando el planeta estará alineado con el comienzo de la transmutación energética que cruza con el punto de intersección de previsiones actuales y profecías antiguas sobre el tercer milenio.
El camino en busca de la felicidad que el hombre empieza a recorrer, pasa por los mensajes de muchos espíritus iluminados que vivieron en este planeta. Entre ellos, León Tolstoi, notable por sus ideas de resistencia mediante la no violencia: "La alegría de hacer el bien es la única felicidad verdadera". Y Allan Kardec, el codificador del Espiritismo: "Nuestra felicidad será naturalmente proporcional a la felicidad que hagamos para otros".
Mensajes que nos llevan a la comprensión de por qué la felicidad, pese a ser una señora alegre, receptiva y bien dispuesta, aguarda la llamada de la Nueva Era para convivir definitivamente entre los hombres.
