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El consumismo y la felicidad

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 01/12/2013 10:33:47


por Fernanda Luongo - [email protected]

​Traducción de Teresa - [email protected]

¿Será cierto que realmente poder comprar más ropas, aparatos electrónicos, coches, casas, poder pagar cenas en buenos restaurantes, nos hace más felices? Esa necesidad de obtener cada vez más estatus, dinero y bienes materiales ¿nos proporciona un pleno y verdadero bienestar?

Según los especialistas en el tema, la respuesta es no.

​Las encuestas revelan que los consumistas ‘de carnet’ son más ansiosos y depresivos que aquellos que llevan una vida más sencilla y libre del gasto excesivo.​​​

Los medios de comunicación nos bombardean noche y día con anuncios de productos maravillosos que prometen facilitarnos la vida, la sociedad nos exige ser unos triunfadores, tener mucho dinero en la cuenta, e inculca en nuestra mente que ese es el camino para la felicidad. No obstante, en las últimas décadas, el nivel de insatisfacción ha crecido exponencialmente, revelándonos que consumir no soluciona nuestras más profundas necesidades.

Las personas, en la década de los 50 por ejemplo, se consideraban más felices y satisfechas con sus vidas que la población actual, que vive la “cultura consumista” del siglo XXI. Hoy tenemos más variedad, más tecnología, más acceso a la información, más agilidad, y sin embargo no tenemos más felicidad que nuestros antepasados.

Un gran filósofo griego llamado Epicuro ya en tiempos remotos había reflexionado sobre esta cuestión. Hacia el año 360 a.C. él ya había detectado que las personas buscaban la felicidad en los sitios equivocados. Según Epicuro, lo que realmente hacía al hombre feliz eran sus relaciones fraternales (amigos), la libertad y el tiempo libre para reflexión.

Un estudio actual llevado a cabo por psicólogos y otros especialistas, divulgado en la Universidad de California, ha confirmado una de las afirmaciones de Epicuro, revelando que las personas más felices no son aquellas que tienen más dinero, estatus o bienes, sino aquellas que poseen más relaciones interpersonales y amistades íntimas, o sea, el ser humano encuentra felicidad mediante el contacto humano, la sensación de pertenecer a un grupo.

Aquí podemos constatar que la tesis de Epicuro, respecto de la necesidad del hombre de tener amigos y relacionarse, todavía prevalece en los días de hoy como imprescindible para hacerlo plenamente feliz.

Muchas empresas, al elegir sus propagandas, se sirven de imágenes de amigos (un grupo de personas que se divierten), libertad (aventura, lugares exóticos, el hombre en la cima de una colina con los brazos abiertos) y tiempo para pensar (persona en estado contemplativo) para vender sus productos. Esta elección ¿sería una mera obra de la casualidad? Claro que no. Si te pones a buscar, encontrarás innumerables ejemplos de lo que he citado.

Pero es interesante observar que, en medio de este consumismo exacerbado en que nadamos diariamente, está creciendo un movimiento contrario: el minimalismo.
Hay personas optando por limitar sus posesiones, en vez de acumularlas. Están pasando a vivir con pocos objetos, ropas, utensilios domésticos, aparatos electrónicos; ¡y relatan que su mayor recompensa es la sensación de libertad!

Otro movimiento que percibo creciendo poco a poco es el “trabajar menos y tener más tiempo libre” para emplearlo en lo que realmente vale la pena, aunque no sea más que en un tiempo para reflexionar.

Entonces ¿será de veras cierto que tener todo el dinero del mundo para comprar lo que se nos antoje, cuando nos apetezca, es el factor clave para la felicidad? ¿Y que ser la persona más famosa y triunfadora del globo terrestre nos va a traer el bienestar que tanto anhelamos y relaciones sinceras de amor y amistad?

En la necesidad de consumir, consumir y consumir puede estar la revelación de que existe un vacío, un desfase en la nutrición de las reales necesidades del hombre. Los tiempos modernos nos han traído adelantos, pero también perjuicios. Y es importante recordar que hemos de mantener nuestras raíces firmes en nuestras reales necesidades intrínsecas para no perder la cabeza con falsas satisfacciones extrínsecas.

​​Tener más, definitivamente no significa ser más feliz.​​​

Ser más es necesario. Ser más libre, ser más contemplativo, ser más amoroso, ser más Tú Mismo…


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