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El difícil papel de madre

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 03/07/2010 08:23:41


por El Morya Luz da Consciência - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

Ser madre es uno de los más difíciles papeles que un ser humano elige vivir cuando se encarna aquí en nuestro planeta, nuestra Madre Tierra. Pese a estar definido como un papel divino, del ser que ama intensa e incondicionalmente, la mujer que elige ser madre queda responsabilizada por los hijos que salen buenos y también por aquellos que presentan dificultades mayores en la vida. ¿Cuál es la madre que nunca ha oído la vieja frase: “mira qué ha hecho tu hijo” con ocasión de alguna trastada?

Como contrapartida, si el hijo es un orgullo para la familia, oímos: “ese es mi hijo”. ¡Los padres solo tienen hijos buenos y que aciertan!!! Estoy de acuerdo en que hay madres de todo tipo: apegadas, posesivas, controladoras, las que se implican en la vida de sus hijos de forma perniciosa, las que hacen chantaje emocional, las ausentes, las que abandonan a sus hijos, etc., pero todas, todas, sin excepción, han sido elegidas por los hijos antes de encarnarse, según las experiencias que tenían necesidad de aprender, y ninguna de ellas accedió a asumir ese papel desagradable sin tener amor por la criatura que generaba, ni siquiera las consideradas “pésimas madres”.

Mi propia experiencia, como hija, con otros 3 hermanos, y como madre de 4 hijos, me respalda. Leí muchos textos de psicología que ponen a las madres como responsables por los errores o aciertos de sus hijos, y otros espiritualistas, que las mantienen en el altar, siempre como un ser divino, pese a sus errores como seres humanos que también son. Es un papel polémico, el de madre.

Yo tengo una imagen de mi madre (fallecida) muy diferente de la que tienen mis hermanos. Y me pregunté: La madre ¿no es la misma? Entonces, ¿será ella responsable, como muchas veces he pensado yo también, de nuestros errores y aciertos? Éramos 4 hermanos y me di cuenta de que teníamos opiniones divergentes y que recibimos, cada uno a su manera, cuidados diferentes por parte de la misma persona, de nuestra madre.

Hoy, percibo claramente que yo probablemente me habría desviado del camino, habría salido por el mundo sin dirección cierta y no sería una persona responsable, no crearía vínculos con facilidad, si mi madre no tuviese las actitudes severas que tuvo conmigo.

Entonces, agradezco a la madre que tuve, responsable, sí, por el ser humano que he llegado a ser hoy. Mis desaciertos son de mi única responsabilidad. Cada uno de mis hermanos la ha sentido de forma diferente y estoy segura de que fue también ella la responsable solamente por sus buenas cualidades y que los ayudó a que cumplieran sus compromisos kármicos.

Mis hijos también tienen opiniones totalmente diferentes respecto de mí. Pienso que verán en mí características que ni siquiera imagino, unas buenas y otras malas, pero estoy segura de que he dado lo mejor de mí a cada uno de ellos, conforme sus necesidades, pues, sentía, con una certidumbre que solo una madre puede comprender, cómo debería proceder con cada uno de ellos.

Entonces, ¡percibí claramente el difícil papel de madre!!! ¿Qué puesto es ese tan especial y, al mismo tiempo, complejo y jamás definido con clareza? ¿Ni la Santísima Trinidad considera el puesto de la madre? Decimos Padre – Hijo – Espíritu Santo, ¿y la madre? ¿Será que ni siquiera la espiritualidad nos cede un puesto de honor? ¿Por qué?

“Ser madre es, por encima de todo, preparar un ser humano para enfrentar la vida terrena y las experiencias ‘que él ha elegido’ para su aprendizaje kármico”. ¿Fácil? ¿Para quién? Una madre siempre se cuestiona: ¿Estaré haciéndolo bien con mi hijo? ¿Seré una buena madre?

Y estaría muy bien que todos comprendiesen: “hago y soy exactamente aquello que me comprometí a ser y hacer con este ser humano que está aquí hoy, a mi cuidado, para este determinado aprendizaje”. Esto, ciertamente, acallaría muchos gritos ahogados en el corazón de cada madre, principalmente de aquellas que ven a sus hijos sufrir. Nadie puede contestar la importancia de la madre junto a los hijos. Pero una cosa es cierta: si tuvimos o tenemos una madre súper protectora, controladora y exigente, hemos de desarrollar nuestro poder personal. Si por el contrario nuestra madre nos ha dejado necesitados o se ha mostrado ausente, hemos venido a aprender a desarrollar amor, acogimiento y nutrición.

Si nuestra madre nos agobió con mimos y cuidados y quiso cuidar de todo por nosotros, no sabemos elegir, ni atender a lo que es nuestro. Si por el contrario tuvimos una madre liberal, que lo permitía todo, el desarrollar criterios y responsabilidad será nuestro mayor desafío. Obsérvese, a cuántos papeles, ciertamente nada fáciles para ellas, se han sometido las madres para que nuestra evolución se verificase. Cada una de ellas, austeras, críticas, generosas, presentes, ausentes, dedicadas, indiferentes, amorosas, liberales, protectoras, etc., ha cumplido el papel que su hijo le ha pedido que desempeñase.
Y es incontestable el papel de la madre que cuida de los hijos que no son suyos.

¿Habrá otro ser humano que se someta a eso? ¿A ser muchas veces diferente de su propia esencia, solamente para ayudar a alguien a crecer? ¿Será justo echar sobre sus espaldas algo más? Si pudiésemos preguntar a los hermanos de Jesús cómo fue para ellos María, considerada la madre de todos los hombres, ¿escucharíamos la misma historia de cada uno? Sabemos que no. Quien conoce la historia, sabe, que Santiago era muy celoso y se sentía excluido por ella. ¿Podríamos decir entonces que María, nuestra madre también, trataba a su hijo de manera diferente? Claro que no… ella solo actuaba tal como él le había pedido.

Solo no ve con clareza ese difícil papel aquel que ha venido a este plano para aprender a no juzgar según sus propios criterios.

Que en este día sagrado en nuestro planeta, podamos unirnos para orar por la Paz, y dirigir pensamientos de amor y gratitud a nuestra Madre Tierra, y a todos los seres que han prestado su útero para que pudiésemos venir aquí a cumplir nuestra misión - ¡Nuestra madre!

VERA GODOY


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