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El Dolor de Crecer

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 01/07/2013 06:38:54


por Guilhermina Batista Cruz - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

"Yo sé que los cambios pueden asustar. Pero forman parte del crecimiento. Así es como descubrimos cómo somos y qué vamos a ser".
Miley Cyrus


El despertar espiritual trae la conciencia de que somos seres en evolución, y el deseo de perfeccionamiento de actitudes, sentimientos y pensamientos, de mejora interior. En la búsqueda de la perfección espiritual, buscamos las razones profundas para nuestra conducta y actitudes frente a los acontecimientos de la vida y vemos la necesidad de trabajar nuestro lado frágil, oscuro, tratando de superarlo por el auto-conocimiento, con el propósito de fortalecernos interiormente y vencer nuestras limitaciones.

Y ¿por qué duele cuando empezamos a abrir los ojos y constatamos que es preciso dar un paso adelante y continuar más conscientes y participativos en el mundo en que vivimos? Duele, principalmente, porque sabemos que tendremos que desengancharnos de costumbres, pensamientos, actitudes y conductas que nos han hecho ser lo que hoy somos, pero que ya no son adecuados para nuestro nuevo modo de pensar, sentir y proceder.

Sentimos la necesidad de dejar lo pasado en el pasado, procurando desapegarnos de situaciones, personas y cosas. Situaciones a que nos enfrentamos con ánimo, personas que amamos y que formaron parte importante de nuestras vidas y cosas que conquistamos, a menudo, con bastante esfuerzo. En esas fases de interrogantes y descubrimientos, nos vemos cara a cara con nuestros defectos y con la constatación de que es preciso establecer una relación pacífica con el "hombre viejo" que aún habita en nuestro ser y que, poco a poco, estamos dejando atrás. El crecimiento espiritual exige una nueva postura en relación a nosotros mismos y a la vida en general. Es lo que conocemos como ética de la transformación, que nos pone en contacto con nuestro mundo interior para ir al encuentro de la perfección, pues, si no lo hacemos, podemos estancarnos únicamente en la exploración de la conciencia sin la contrapartida de la transformación interior, de la modificación de actitudes y condicionamientos.

El dejar atrás es un camino que a menudo tenemos que recorrer en soledad, lo cual no es nada fácil. El proceso de crecer originado por el sentimiento de pérdida es natural cuando nos disponemos para el servicio de reeducación del ser. Se pierde lo viejo para construir lo nuevo. Perdemos nuestra identidad antigua y aún estamos construyendo una nueva, no sabemos cuántas etapas tendremos que vencer en el propósito de superarnos. Pero el anhelo de perfección puede engendrar en nuestro ser mucha angustia y sufrimiento. La angustia viene del hecho de querer encuadrarnos en conductas determinadas, creando rótulos de cómo debemos proceder y actuar para ser mejores.

No podemos forzar nuestro ser a ir más adelante si no somos capaces de ir enteros, sin cuestionamientos ni angustias sobre lo que estamos dejando atrás. El cambio ha de llevarse a cabo de manera natural, de dentro a fuera. El crecimiento es un trabajo por etapas, donde hay que perfeccionar ciertas manifestaciones de la personalidad, tales como vicios, costumbres, valores, carácter y otras muchas características en que el ego predomina absoluto. Es principalmente por el dominio del ego, con sus vicios y personalismos que nos esclavizan a deseos e imposiciones, por lo que sufrimos para desvencijarnos del "hombre viejo" en los procesos reeducativos de crecimiento interior.

Al reencarnarnos, nos atrae la necesidad de renovación, y traemos recónditamente la aspiración de transformarnos para mejor, conforme a las experiencias pasadas que vivimos, que no recordamos pero han quedado impresas en nuestro interior. Conflictos y tensiones pueden surgir de nuestra urgencia de renovación, principalmente por la confrontación entre deseo y acción, entre lo real y lo imaginario, entre lo que hemos conseguido y lo que aún no hemos logrado realizar en el esfuerzo del perfeccionamiento espiritual.
Tomar conciencia de la verdad sobre uno mismo, entonces, puede ser un acto doloroso, pues es necesario quitar las máscaras que suelen utilizarse en las relaciones personales, para que el yo real pueda surgir con todas sus cualidades, defectos y carencias.

Según lo que nos dice el Espíritu Ermance Dufaux en el libro: Reforma Interior Sin Martirio - Psicografía de Wanderley S. de Oliveira:

"Sin alimentar fantasías de saltos evolutivos, da un paso tras otro. Sin anhelar la grandeza de las estrellas, ámate en la condición de sencilla luciérnaga que se esfuerza por hacer luz en la noche oscura. Haz las paces con tus imperfecciones.
Descubre tus cualidades, cree en ellas y ponlas al servicio de tus metas de crecimiento, esa es la fórmula de la verdadera transformación".


Y como dice Ivone Molinaro Ghiggino (revista El Reformador/2007):

"Estamos 'en obras'. Siendo así, ¡perseveremos en el trabajo de ir despojándonos paulatinamente de tantos engaños, traicioneros y peligrosos, dedicándonos a la siembra del amor como norma de conducta, amor equilibrado, que armoniza nuestro ser, que edifica, que acerca, que produce el bien y engendra la paz!"

Paz y Luz a todos.


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