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El fin de la competición

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 10/05/2011 16:08:09


por Mauro Kwitko - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

Un día, la competición será erradicada de la faz de la Tierra y dará lugar a la cooperación. La competición es siempre negativa, ya sea en los deportes, en los concursos de belleza, en los exámenes de Selectividad, en las oposiciones, etc. Trae consigo una disputa entre las personas y eso no es bueno.

Hablo desde el punto de vista espiritual. Y ¿por qué no es buena la competición? No hay competición buena. Una competición es una competición, como quiera que se manifieste. Las disputas “inocentes” basadas en atributos físicos o deportivos están movidas por las mismas fuerzas inconscientes que originan el racismo y las guerras. La misma batalla entablada en las pasarelas y en los campos deportivos se extiende a los campos de la verdadera batalla, con la diferencia de que en éstos las personas se matan, no psicológicamente, sino de hecho.

¿Cómo condenar a los hinchas organizados que luchan entre sí, destruyen los autobuses de los “enemigos”, entablan luchas a menudo feroces, si esa lucha está incentivada por los medios de comunicación y por los dirigentes deportivos, al crear toda una mística en torno al deporte profesional, competitivo, como si éste fuese realmente algo de importancia fundamental, en el cual debemos ser los mejores, los campeones, debemos ser superiores?

Al día siguiente, hay una “gran” conquista deportiva… y ¿qué ha cambiado? ¿Qué es lo que realmente importante ha ocurrido a no ser aumentar la venta de periódicos, la audiencia de los programas, los sueldos de los “vencedores”, la egolatría de los dirigentes? ¿Y el infantilismo y la inconsecuencia social incentivados? ¿Y la violencia alimentada?

No admira ver a niños y adolescentes dirigiéndose a los campos deportivos, travestidos de héroes, de gladiadores modernos, de guerreros en busca de una guerra santa cualquiera, pero ¿los adultos? Hombres, mujeres e incluso viejos disfrazados transferencialmente de sus héroes preferidos, ansiando que alguien venza por ellos, gritando de modo histérico por sus superhéroes, sus Supermanes, Tarzanes, Power Rangers, Rambos y otras creaciones infantiles.

No estamos en contra del deporte, todo lo contrario. Tiene un gran significado recreativo y de salud física y mental, pero no estamos de acuerdo con el deporte competitivo, basado en aspectos infantiles, aparentemente inocentes, pero generadores de una “normalidad” basada en falsos y fútiles valores sociales y culturales, que evidentemente colaboran de una manera fortísima en obstaculizar la evolución de la conciencia del Hombre hacia su progreso real, rumbo a su verdadero superhéroe, a su Esencia, en su batalla real de perfeccionamiento, de crecimiento que con los demás superhéroes interiores podrían desencadenar la gran batalla final, la realmente santa, la de la conquista de la igualdad, de la libertad y de la fraternidad, rumbo al realmente superhombre.

Todos nacemos con esa voluntad interior de luchar por algo, por una causa, por algo verdadero, de llevar a cabo gestas importantes, y duele presenciar la perpetuación en nuestros niños y adolescentes de ese verdadero lavado de cerebro, en el cual se estimula la lucha y la conquista de nada, de ilusiones, de victorias vanas, de ventajas vacías de contenido. ¡Los jóvenes guerreros sobre sus caballos imaginarios, destruyendo molinos imaginarios, en busca de tesoros imaginarios! ¡Qué pérdida de tiempo, que daño, que despilfarro de energía!

El fin de las disputas y de las competiciones hará posible cambiar nuestro mundo y entonces alcanzaremos nuestra meta y nuestros reales objetivos al reencarnarnos: nuestro crecimiento individual y el de toda la humanidad.

Y todo lo que colabora en mantener la ilusión deberá ser desenmascarado poco a poco; no con lucha, sino con la puesta en evidencia de que los valores interiores y profundos son superiores a los fútiles y superficiales externos y que debemos emplear nuestra parte guerrera en una acción verdaderamente espiritual, en la cual la doncella presa en aquella torre o el tesoro de los piratas sea el Amor universal, la cooperación entre los pueblos, la Paz.


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