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El Yo y el Ego

por Graziella Marraccini em STUM WORLD
Atualizado em 06/02/2008 15:42:18


Traducción de Teresa - [email protected]

¡Me gustaría sentirme siempre feliz! ¿Y a quién no le gustaría? Me gustaría notar dentro de mí aquel sentimiento de plenitud que experimento cuando me siento inmensamente agradecida por lo que estoy recibiendo. ¡Cuando recibo amor, cariño, confortamiento, cuando tengo paz en mi corazón! Así me gustaría sentirme, siempre. Sin embargo, la vida está llena de paradojas, y sabemos que no siempre podemos estar felices al cien por cien, ya que en el día-a-día muchas veces lloramos de tristeza, nos sentimos apenados por la falta de amor, por la falta de alimento y de confort.

Nuestra existencia nos lleva a experimentar la tristeza para que podamos reconocer la felicidad. Sí, creo que necesitamos de lo negro para reconocer lo blanco, necesitamos del hambre para reconocer la saciedad, necesitamos de la carencia afectiva para reconocer la felicidad de amar. Pero ¿somos agradecidos por aquello que recibimos? Bueno, ¡esa es harina de otro costal! Normalmente nos olvidamos de agradecerLe por todo lo bueno que recibimos, pero nos quejamos, sí, nos quejamos mucho por aquello que no tenemos. Por la mañana, cuando abrimos los ojos, ¿nos acordamos de agradecer a Dios por la vida? Normalmente el Yo interior agradece, pero el Ego no. ¿Sabéis por qué? ¡El Ego es el otro yo, o sea, es un yo imaginario, creado no a la imagen y semejanza de Dios, sino a imagen y semejanza de los demás!

El Ego se mira en los otros, ya que ha sido creado en nosotros por el ambiente, por la sociedad en que vivimos, por la madre y por los familiares que nos han rodeado cuando niños. Es a través de esas personas como construimos el Ego. Son ellos, los que nos rodean, los que entreveran nuestra mente de modelos para que nos sirvan de espejo. El Ego nos es útil, forma parte de nuestra personalidad y no podemos prescindir de él, pues vivimos en una sociedad y tenemos que estar insertos en ella, mirándonos y adecuándonos a ella. Por ejemplo, vamos a trabajar por la mañana y nos vestimos según las reglas de esta sociedad. Si vivimos en el Brasil, o en otro país occidental, nos pondremos un traje (los hombres), una ropa discreta y elegante (las mujeres) y así nos sentiremos inseridos en el contexto. Si vivimos en un país oriental, nos vestiremos de otra forma, nos comportaremos de otra forma, según otras reglas, ¿no es cierto? No solamente las reglas en el vestir, sino todo nuestro comportamiento está moldeado y da como resultado nuestro Ego. Así, poco a poco, al crecer, construimos en nosotros una identidad, como si fuese un otro Yo. ¡Y acabamos por considerar que es ese nuestro verdadero Yo! Pero el Yo interior, aquel que es alimentado por la chispa divina dentro de nosotros, este es diferente, único, no necesita espejo, no necesita reglas, recibe aliento solamente del Creador. ¡El Yo está siempre feliz!

Por esa razón, podemos constatar lo siguiente: el Yo no sufre, quien sufre es el Ego. Vamos a hacer un ejercicio: cuando experimentemos algo malo, una pena, por ejemplo, preguntémonos: ¿es el Yo quien sufre, o es el Ego? Creo que el Yo sufre al ver sufrir a otro ser humano y sintiendo aquella pena como suya, corre para aliviar el sufrimiento ajeno. A esto denominamos Amor Universal, que nos hace sentirnos solidarios, integrados en el TODO. El Ego, a su vez, sufre porque ve a otro ser humano ‘tener’ algo que él no tiene. El Ego sufre más que el Yo y si aprendemos a reconocer ese dolor, ese sufrimiento, si aprendemos a establecer esta diferencia, entonces viviremos más serenos.

La astrología nos enseña que el Yo Interior reside en nuestro Sol y el Ego reside en la Luna. La Luna es la morada del alma, donde residen los deseos. En el Sol está solamente el espíritu. Por esa razón no puede haber sufrimiento en el Sol. El espíritu no sufre cuando se reconoce como parte del todo.
Alguien me ha escrito recientemente, diciendo que nunca había oído esa definición como siendo de la Astrología. Realmente, tal vez la astrología tradicional no se preocupe por hacer esa constatación, pero la Astrología Cabalística sí. Cuando miramos un mapa con ojos de Astrólogo Cabalista, advertimos la diferencia entre el Yo y el Ego y procuramos orientar a nuestros clientes a establecer esa diferencia. El Ego – que corresponde a la Luna – pertenece a la parte inferior del Árbol de la Vida (véanse los artículos sobre el estudio de la Cábala) y a él están ligados los instintos del Hombre Vegeto-animal. El Yo – que corresponde al Sol – queda en el Centro del Árbol, e interconecta la parte inferior con la parte superior, ¡aquella parte de nosotros que anhela alcanzar el Conocimiento! Muchas personas viven su vida solamente movidas por el Ego, pueden desarrollar de manera rudimentaria el Yo solamente para convertirse en ‘jefes de manada’, mejores dentro de su especie, pero difícilmente desarrollan la Conciencia del Yo Interior.

Quien busca el Conocimiento – y los millares de internautas que leen los artículos publicados en el STUM lo hacen – está desarrollando el Yo Interior, por tanto está en busca de la Identidad de su Sol. Así, cuando queremos ‘dejar de sufrir’ debemos hacer la distinción entre el sufrimiento del Ego y el sufrimiento del Yo. Reconocer esa diferencia nos hará vivir mejor, ¡creedme! El Ego es un regalo de Dios ¿sabéis por qué? ¡Porque puede tomar todo el sufrimiento para sí y dejar que nuestro espíritu se sirva de esa experiencia para evolucionar!

Entonces, cuando estéis sufriendo por alguna cosa, pensad: “¡Caramba, no soy Yo el que está sufriendo, es mi Ego!” Saber reconocer esa diferencia nos hace vivir en Paz, aceptar el sufrimiento como experiencia necesaria para el crecimiento, nos vuelve más serenos, alivia inmediatamente la pena. En el momento en que reconozcamos esa diferencia, la Luz Divina estará ayudándonos y aliviará nuestro sufrimiento. ¿Os habéis fijado en la serenidad que vemos en el rostro de algunas personas iluminadas? En todas las religiones hay personas iluminadas que esparcen en torno a sí esa sensación de armonía y serenidad. El Dalai Lama es uno de los ejemplos, el Papa Juan Pablo II también lo era, ¡tal como otros tantos de todas las razas y colores, provenientes de todas las religiones del mundo! Ellos tienen SIEMPRE su Yo Interior conectado con el Todo y reconocen la diferencia entre el Ego y el Yo. Así, viven serenamente.Muchos artículos, y de varios autores, nos explican acerca de la Luna y sus influencias sobre nuestro carácter, nuestra manera de sentir y de reaccionar frente a las emociones, ¡pero pocos explican que nosotros no somos esclavos del Ego! ¡Por tanto, apreciados internautas, procurad desarrollar todas las cualidades de vuestro Sol central! Haced brillar ese Sol, ya seáis nativos de Aries, de Acuario, de Capricornio, etc., etc. ¡Todos vosotros tenéis un Sol que está conectado con la Luz! Basta reconocer esa unión para empezar a vivir una vida de serenidad y de paz interior. Ya lo sé, es difícil llegar a ese reconocimiento, pues, al fin y al cabo, el Yo y el Ego están interconectados, pero si conseguimos hacerlo adecuadamente, poco a poco empezarán a ocurrir milagros en nuestro día-a-día y viviremos con menos sufrimiento, menos tristeza, menos pena.

Empezad ahora y solicitad la ayuda del Genio (Ángel) Cabalístico nº 13 IEZALEL:


El Salmo de oración es el 97, cuyo versículo 6 dice:
“El cielo anuncia Su justicia y todos los pueblos contemplan Su Gloria.”
¡Una buena semana llena de luz para todos!


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Graziella Marraccini é astróloga, taróloga, cabalista e estudiosa de ciências ocultas e dirige a Sirius Astrology. Conheça meus serviços on-line
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