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En dirección hacia el bien

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 20/07/2013 11:46:04


por Flávio Bastos - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

"Desde la gota de rocío que alimenta el cactus espinoso, a la luz del sol que brilla en lo alto para todos los seres, podemos sentir la llamada de la Infinita Sabiduría para el servicio de cooperación en la felicidad, en la paz y en la alegría de los semejantes (Chico Xavier).

En el contexto vital, la dirección es un camino que pasa por el libre albedrío de la persona, o sea, por la libertad de elegir los rumbos de su vida.

Antonio Machado, poeta español, registró: “…no hay camino, se hace camino al andar…”. Es decir, el ser inteligente desbroza, desafía su propio camino, tanto si está repleto de acontecimientos importantes como si está carente de realizaciones y significados.

No obstante, con independencia del nivel de intensidad de la experiencia vital, las lecciones seguidas de aprendizaje tarde o temprano despiertan al individuo para un rumbo nunca antes recorrido: la dirección hacia el bien.

Esta dirección independe de religiones o ideologías, porque posee luz propia que ilumina los pasos del caminante que persevera y supera los muchos obstáculos encontrados por el camino.

La energía del bien es libre, transparente y resuelta en sí mismo, pues no depende de fantasías e ilusiones, asociadas a la materia, para intuir o inspirar el amor en mentes y corazones.

Su presencia sutil alegra, une, protege, perdona, depura y sana. Su ausencia causa sufrimiento, ceguera existencial, letargo, desunión, rencor y dolor.

Rumbo a la luz, poco a poco, el caminante se desapega del pesado fardo que arrastra desde hace milenios. Deja por el camino el orgullo, el egoísmo. Después la codicia y la prepotencia. Al mismo tiempo en que encuentra preciosidades como el discernimiento, la lucidez y la expansión de la conciencia.

Ya no queda espacio para la maledicencia como producto del negativismo engendrado durante milenios de existencia del espíritu. La depuración de la energía densa que atenaza al ser inteligente en sí mismo hace leve el alma del peregrino que camina hacia la benignidad.

En este caminar, el real significado de la vida es el tesoro que va siendo descubierto con el gradual avance, donde cada paso hacia la luz representa un progreso inconmensurable para el espíritu.

En la realidad interdimensional de la vida corpórea, todos los desequilibrios psíquico-espirituales se reflejan en la salud, en forma de dolencias que limitan a la persona en su trayectoria ascensional. El negativismo como modelo trae, en su estela, experiencias de dolor y sufrimiento para el individuo que mantiene en su pauta emocional-conductual la baja frecuencia vibratoria. Puerta de entrada para energías deletéreas que contaminan energéticamente al ser humano poco cauteloso.

En la dirección hacia el bien encontramos la curación para los dolores del cuerpo y del alma. Depuramos la maledicencia que existe en nosotros mismos y nos encaminamos hacia el fin del sufrimiento físico y psíquico.

La vida es un aprendizaje del equilibrio existencial, y solamente alcanzamos este objetivo si adquirimos ese merecimiento afinando la percepción de uno mismo inserto en el mega contexto universal.

La Nueva Era, que se inicia, abre caminos para el individuo que va en busca de verdades a partir de sí mismo, sin percibir con la sensorialidad corriente que existe una Fuente Universal que lo estimula energéticamente para el despertar de conciencia que acompaña a la fase de transición vibratoria del planeta Tierra a partir del milenio en curso.

En este andar, la ciencia se aproxima a la naturaleza trascendental del hombre a través del proceso de expansión consciencial, que le lleva a percibir, gradualmente, el macrosistema cósmico al que está simbióticamente ligado y sintonizado con otras inteligencias, aunque todavía no conectado conscientemente debido a una cuestión de distintos niveles de progreso espiritual.

Pese a ello, estamos a camino, dentro de un proceso evolutivo inexorable, que encamina al hombre hacia la liberación del cautiverio de sí mismo, y que abre horizontes para que sus potenciales inherentes surjan de las sombras y se expresen en el iluminado escenario de la vida.

El siglo en curso trae consigo la referencia del “bien común” como inspiración para mentes y corazones que desean, honradamente, progresar en un mundo de regeneración espiritual.

Las señales de los cambios están por ahí, en todos los hemisferios y continentes. Basta con tener ojos de ver y oídos de oír más allá de lo que nos informan los cinco sentidos.


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