¿En qué verdad creer?
por Silvia Malamud em STUM WORLDAtualizado em 21/03/2015 10:00:26
Traducción de Teresa - [email protected]
Desde que el mundo es mundo, cuestiones sobre cómo y de dónde venimos, si las tomamos independientemente de cualquier religión, con frecuencia nos asustan...
Gracias a estos cuestionamientos, muchas tribus acabaron por desarrollar el arte de hablar con los dioses, el arte de recibir mensajes divinos y, lo que es peor, la desconcertante disputa sobre la soberanía de una única supuesta verdad celestial. Y por decirlo así, los más diversos tipos de religiones han ido desarrollándose... Lo que emerge, en común a todas, es el agrupamiento de dogmas y creencias organizadas, añadidas a rituales y misterios que sólo tienen la garantía de haber sido revelados post mórtem en sus pretendidas verdades. Las supersticiones de todas clases también forman parte, aunque los devotos no perciban dónde ni cómo están atados a esa realidad inventada, otra más.
Aparte de lo que ya suma todo esto, también hay libros sagrados y personas intermediarias que tienen la función de transmitir tales conocimientos llamados sagrados.
A estas alturas, es muy posible que te estés preguntando para qué y por qué crear esas realidades, y qué necesidad tenemos de esa clase de construcciones.
El caso es que el ser humano hasta hoy no ha aprendido a lidiar con su desamparo existencial. Crea subterfugios imaginarios y colectivos (religiones, sectas y otros) con el objetivo de driblar cuestiones para las cuales haría falta una observación especial. Sabemos que tenemos una seguridad relativa respecto de nuestro existir. Podemos morir a cualquier momento y además sin previo aviso. Y a pesar de todo eso, mientras estamos vivos todavía tenemos la ciega certeza de que vale la pena luchar para convencerse o convencer al otro de todo tipo de verdades.
Por eso mismo, la mayoría de nosotros desde muy pronto permanece sometida a esos sistemas, que hasta pueden predicar el amor y la redención divina basándose en actos de fe, pero que a fin de cuentas, de algún modo acaban funcionando como hizo la mitología en su tiempo, o sea, con la intención, entre otras cosas, de organizar el psiquismo de las personas para una vida civilizada, menos caótica y quién sabe, más amparada en su lugar primordial de desprotección. Las religiones también hacen las veces de gran madre o de padres protectores frente a lo imponderable.
Lo cierto es que todos estamos inequívocamente a merced de un gran no sé existencial y de un futuro que nos es totalmente desconocido. Permanecemos, como hemos estado siempre, al capricho de las fuerzas del universo, y si nos paramos a pensarlo, somos y estamos totalmente desprotegidos y desamparados. Fatalmente, quedaremos derrotados ahora frente a los grandes huracanes, tempestades, tsunamis, del mismo modo que lo estábamos al inicio de los tiempos. La mayoría buscamos frenéticamente apoyarnos en algo que iluda y que de algún modo niegue esta terrible e inexorable realidad.
Estamos condenados a dejar todo cuanto hemos creído a lo largo de una vida, sin aviso previo. Todas nuestras relaciones, nuestras ganancias y nuestras pérdidas también van en ese paquete.
La pregunta que queda es ¿dónde, de verdad, podríamos encontrar respuestas para nuestras más profundas cuestiones existenciales?
Estamos tan intoxicados de conceptos sobre todo cuanto existe, que la experiencia individual independiente no suele ser validada ni siquiera por la propia persona que ha podido pasar por tal vivencia.
Y mientras nos distraemos con esas cuestiones, las más de las veces la existencia en sí pasa desapercibida y desperdiciada en luchas sin gloria que a fin de cuentas no conducen a nada, más allá de dolor y sufrimiento.
Y como toda creencia funciona cuando está bien estructurada, se hace casi imposible distinguir la verdad de la ficción.
Aquí va una invitación de acceso a un significado existencial diferente del aprendido:
¿Has considerado despegarte de la pantalla y observar estos desarrollos fuera de ti mismo, como una película más, creada y compartida de diversas maneras por muchos agrupamientos y pueblos?
Tú puedes sentirte y ser diferente de lo que has aprendido, y sacar provecho. Pegarte a la pantalla y despegarte de ella cuándo y cómo mejor te parezca, y tener más autonomía. Estamos en un planeta que es un lugar para crear nuestras propias películas y no para vivir películas de otros sin saberlo. Cree en ti.
