Enseñando a osar
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:34:28
Autor: Tom Coelho
Traducción de Teresa
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"Lo que quiera que tú seas capaz de hacer, o que imaginas ser capaz, comienza. La osadía contiene genio, poder y magia".
(Goethe)
A cada minuto de nuestras vidas estamos siempre asumiendo dos papeles: el de profesor y el de alumno. Dependiendo del momento, del tema y del interlocutor, nos ponemos uno u otro velo. Y en un diálogo realmente edificante, llegamos incluso a utilizar los dos.
Sin embargo, por lo regular somos malos profesores. Malos porque predicamos la mediocridad, inhibimos la audacia, cohibimos el riesgo, desincentivamos la gallardía. Ser mediocre es ser común, mediano, modesto, no pretencioso. Ser mediocre es estar seguro, aunque no se esté bien. Ser mediocre es fruto natural de nuestra cultura ibérica y de nuestra tradición católica.
Empleados sin empleos
Nuestras escuelas de enseñanza básica privilegian una alfabetización metódica, estandarizada, encuadrando a los niños en un plano bidimensional. Son al menos nueve años de estudios sin incentivo a la creatividad o la osadía. Después, el que puede se gasta una suma considerable con un terapeuta o en un curso de especialización, para instruir a su hijo en cómo trazar líneas curvas y no sólo rectas, a mezclar colores calientes y fríos, a experimentar otras formas geométricas, a unir nueve puntos alineados de tres en tres con sólo cuatro rectas.
La enseñanza media, a su vez, produce ejércitos dotados de bayonetas con las que señalarán "x" entre cinco alternativas posibles para, entonces sí, ingresando en la enseñanza superior, componer una legión de empleados para un mundo sin empleos. La propia estructura de enseñanza promueve la subordinación, ya sea por medio del método expositivo de clases, o bien a través del respeto incólume a las jerarquías, ya por medio de los proyectos de fin de curso o las prácticas supervisadas, siempre enfocadas a grandes empresas y con contenido discutible.
Nuestro modelo de enseñanza no instiga a pensar. La Historia es para memorizar, y no para entender. Las Matemáticas son para aprender por tentativa y error, y no por tentativa y acierto.
Nuestro idioma tiene muchas reglas, no se sabe para qué, ¿verdad colega?
Hemos abolido las clases de Educación Moral y Cívica porque remitían al recuerdo de los tiempos de la dictadura, en lugar de modernizar su programa. El resultado es que hoy ya no saben cantar el Himno Nacional, el cual sólo se escucha en partidos de fútbol o cuando cae alguna hazaña en un evento deportivo. Se ha esfumado el culto al patriotismo y el amor a los colores patrios. Se ha esfumado también la oportunidad de impartir un poco de ética y de responsabilidad social.
Mediocridad enseñada
Nuestra mediocridad enseñada acaba infiltrada en nuestras vidas sin que nos apercibamos de ello. Nuestras empresas se vuelven mediocres porque no tienen el gen del emprendimiento, en especial el emprendimiento de oportunidad, aquel que genera valor, que produce riqueza, que hace siembra de empleos, cualificados y en forma sostenida. Nos falta la osadía para adoptar nuevas prácticas, desde la remuneración variable al horario flexible, desde la gestión compartida a la participación en los resultados.
Nuestra mediocridad enseñada congela nuestros ímpetus corporativos, nos impide invertir en nuestras propias ideas, creer en nuestros más castos o ambiciosos sueños. El riesgo, palabra derivada del italiano antiguo risicare y que significa nada menos que "osar", deja de ser una opción, deja de ser un destino.
Nuestra mediocridad enseñada se muestra presente en nuestras vidas personales, exacerbando nuestra timidez, y trae aparejada la vacilación por una palabra, por un beso, por una conquista mutua. Sazona las relaciones sin usar sal ni pimienta, adopta la monotonía y echa la culpa a la rutina. observa cómo nunca somos mediocres al comienzo de un enamoramiento, del intercambio de miradas en el ligue, desde el perfume de las flores al sabor de los bombones. Todo eso hasta el primer beso, el único de hecho verdadero, pues de él se derivan otros muchos, incluso los finalmente protocolarios, como la nota cinco necesaria para pasar de curso.
Píldora azul o colorada?
Vivimos en una nación donde, incluso después de muchos siglos, la tierra aún devuelve con hartura todo lo que en ella se planta. No somos victimados por catástrofes naturales. Estamos dotados de gran simpatía y predisposición para el trabajo. Entonces ¿por qué somos mediocres? ¿Qué nos impide reproducir a gran escala la creatividad de nuestra publicidad, la inteligencia de nuestro diseño, la belleza de nuestra moda, la eficiencia de nuestra industria agraria, la osadía de millones de personas que se empeñan en mantenerse vivas con un puñado de monedas a lo largo de todo un mes?
La vida, o es una aventura osada, o no es nada. De lo contrario, no vivimos, sólo vegetamos. A la luz de un icono creado en la película "Matrix", podemos tomar la píldora azul, olvidar todo esto y tratar la enseñanza con el objetivo exclusivo de satisfacer estadísticas, empeñados en reducir índices de absentismo y elevar las tasas de escolaridad. Pero podemos optar por la píldora colorada, e incentivar la escuela democrática, sustituir la forma aburrida y desvencijada de la realidad de educar, por el estímulo a la curiosidad, fomentando el aprendizaje en lugar de la enseñanza, porque la osadía es una forma de ser y no de saber.
* Tom Coelho es educador, conferenciante en gestión de personas y negocios, escritor con artículos publicados en 17 países y autor de ocho libros. E-mail: [email protected]. Visite: link y link
