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Florales para la Adolescencia y la Juventud

por Thais Accioly em STUM WORLD
Atualizado em 22/05/2012 08:48:25


Traducción de Teresa - [email protected]

Inspiración:
Pensemos en el gran mandamiento: Ama a Dios y a tu prójimo. Desarrollemos nuestra individualidad, para poder alcanzar la completa libertad y servir a la Divinidad interior y únicamente a ella. Seamos capaces de dar absoluta libertad a todas las personas, sirviéndolas dentro de nuestras posibilidades, conforme a los dictámenes de nuestras Almas, siempre recordando que según aumenta nuestra propia libertad, aumenta también nuestra capacidad de servir a nuestros hermanos.
(Dr. Edward Bach – La Terapia Floral, escritos seleccionados de Edward Bach – ed. Ground, 3ª Edición).


Desarrollar nuestra individualidad mientras aprendemos a amar a Dios y a nuestro prójimo, haciéndonos libres para mejor servir, es la lección máxima que la vida en la Tierra enseña, y todas las experiencias vividas en este planeta Tierra contribuyen a ello; atendiendo al hecho de que solo desarrollamos integralmente nuestra individualidad cuando el amor por nosotros mismos se ve ampliamente desarrollado.
Y la Terapia Floral ofrece, mediante el uso de las esencias florales, una contribución bastante efectiva en esta jornada de alma que hemos venido a cumplir aquí.

La adolescencia y la juventud en los días de hoy:
La cultura occidental ha instituido que la fase más importante de la existencia de un ser humano, su ápice, ocurre al llegar a la vida adulta.
Desde este punto de vista se considera completa una vida que ha pasado por todas las fases llegando a la muerte en la vejez y que, durante su vida adulta, obtuvo estatus, éxito, conquistó muchos bienes materiales y conservó su apariencia joven durante el mayor tiempo posible.
Bajo este prisma, la adolescencia y la juventud tienen su importancia únicamente en su papel de puente o transición entre la niñez y la vida adulta, y se considera más como una fase problemática, que productiva o constructiva.

Necesidad de un nuevo paradigma:
Sin embargo, me parece más acertado entender que completa es la vida de aquel que estuvo plenamente en contacto con su individualidad, que dentro de cada fase vivida se amó a sí y a los que estaban a su alrededor, empleó sus recursos mentales y emocionales, físicos y psicológicos, espirituales, creativos, mediúmnicos e intuitivos dentro de sus posibilidades, aceptando sus limitaciones y trabajándolas.
La vida es la gran realización de nuestra alma y no importa cuánto vivimos, sino la calidad de aquello que somos, enseña Antonio Gonçalves da Silva Batuíra.
Y yo ya he visto vidas plenas y completas pese a la brevedad de su tiempo en la Tierra.
Sí, ya he visto el amor expresarse de tantas formas, plenas y bellas, sea en el momento final de una vida anciana, o en un bebé lindo y sano; ya he visto el amor en el rostro de una madre mendigando en la calle y en los ojos de una adolescente que se descubre, yo he visto y sentido el amor en los abrazos de un niño deficiente mental y en la sonrisa breve de una niñita sindrómica en fase terminal, internada en la UCI de un hospital.

¿Cómo decir que estas vidas no son plenas y completas y que no han alcanzado su ápice, solo porque no corresponden al patrón de completitud que la sociedad contemporánea occidental ha instituido?
Completa es la vida de aquel que estuvo viviendo intensamente de la mejor manera posible, amorosamente, en el ahora, ya se encuentre en la adolescencia, en la infancia, en la fase adulta, en la tercera edad… Toda vida humana es transitoria, temporaria, no permanente, cualquiera que sea la fase en que esté. Todas las etapas de la vida pasan, incluso la vida adulta, y siendo así, todas las fases son puentes entre la anterior y la posterior, y todas son preciosas.

Cada fase es la fundación de la fase siguiente, y cuando pasa no deja de existir totalmente, pues se integra a la forma posterior.
Así, cada etapa de la vida encierra lecciones y aprendizajes necesarios para nuestro desarrollo espiritual, mental, físico y emocional y dentro de este contexto la vida puede ser completa y plena si aprovechamos las experiencias integralmente.
De esta forma, la adolescencia y la juventud no deben ser miradas únicamente como fase de transición, sin tanta importancia, sino que son una fase de la vida que encierra importantes lecciones para aprender y donde la completitud puede ser experimentada.

La adolescencia:
La personalidad del adolescente está en ebullición, así como su cuerpo en crecimiento, sus hormonas están floreciendo, antiguas conexiones neurales serán deshechas y otras nuevas serán creadas. Todo está en transformación durante esa fase. Y qué bueno sería si aprendiésemos perfectamente en la adolescencia que podemos cambiar siempre que lo necesitemos, qué bueno sería si aprendiésemos, en esa fase, la capacidad de adaptarnos a las transformaciones de la vida, y llevar con nosotros durante el resto de nuestra vida eso que hemos aprendido.
Hoy tendemos a mirar a la adolescencia como un período solo de turbulencias, pero no todo es solamente problemas o estrés, ella también es la fase de la posibilidad de utilizar algunos potenciales positivos como el idealismo, la esperanza, la inspiración y la pasión, y estas cuatro fuerzas, cuando bien canalizadas a través de una buena autoestima y de la creatividad, pueden ser muy productivas para fortalecer el sentido de identidad y también para el fortalecimiento de la sociedad.
La adolescencia es la fase del caos (desde el punto de vista de caos como retorno de lo sagrado, de la posibilidad de la vivencia de lo Divino), de la creatividad, de la posibilidad de reinventarse, es el momento para aprender a crear, recrear, tener o mantener la autenticidad, en la medida en que el adolescente se alinea con la expresión de su Yo Divino – amoroso – que es tan único cuanto bello.

El Papel de la Terapia Floral:
El papel de la Terapia Floral es ayudar al joven y al adolescente a hacer un puente de conexión con su Yo Superior, ayudándole a pasar por todas esas transformaciones sin tanto estrés, aprendiendo cómo lidiar con las presiones y expectativas, desarrollando la fuerza y la disposición para encarar su crecimiento.
Las esencias florales pueden ayudarles a rescatar su alma, el sentido de identidad, su creatividad (por lo regular masacrada por los deberes escolares, por la cultura, por los medios de masas o por las presiones provenientes de los grupos), restaurando su autoestima, facilitando el anclaje en el ahora de su mente y emociones, ensanchando la percepción de la vida y la capacidad de aprender con las experiencias vividas, situando su alma y sus cualidades en el tiempo presente, ayudándole a tener consideración para con el futuro siguiendo sus propósitos de alma, aparte de expandir la capacidad de experimentar el momento de forma plena integrándolo en sí, de la mejor manera posible.Análisis de casos:
Analizando el 20% de los casos que he atendido en mi consultorio, entre 1998 y 2004, en la franja de edad comprendida entre los 11 y los 23 años, encontré algunos datos relevantes, y entre ellos:

- Quejas recurrentes: tristeza, crisis existencial, sentimiento de abandono, cuestiones y dudas en cuanto a la sexualidad, riñas y agresividad, rebelión, desentendimiento con la pareja o con los padres o responsables legales, falta de confianza en sí mismo, ansiedad, estrés, irritabilidad, agitación, duelo, falta de concentración, dificultades escolares, falta de creatividad, sentimiento de incapacidad para alcanzar una meta específica, desorganización y confusión, amarguras, nostalgia de algo o de alguien, miedo a crecer, mal humor, dudas sobre el camino (profesión) a seguir; siendo este apartado más frecuente a partir de los 16 años.

- El uso de las esencias florales ayudó a estos jóvenes a sentirse más felices, menos estresados, menos susceptibles a las presiones externas; hubo en todos los casos una mejoría en el humor y un reflejo positivo en las relaciones de forma general.

- El 100% de este grupo de jóvenes tratados con florales, en edad entre los 19 y los 23 años, definieron con más claridad sus propósitos y metas, asumiendo más responsabilidades, con tranquilidad.

- A partir de pocos meses de tratamiento ya era posible notar mejoría en la agresividad, en la irritabilidad, en la creatividad y en la autoestima, con cambios positivos en el tono de voz, en la forma de expresarse, en el brillo de los ojos, en la risa espontánea, en la elección de la vestimenta, y en los relatos sobre su vida.

- En todos esos casos analizados hubo disminución importante de la ansiedad y del estrés, y un aumento de la capacidad de lidiar con la presión de la vida, especialmente después del uso de esencias florales para la autoestima y para el perdón o el auto-perdón.

- En todos los casos que presentaban dificultad de concentración o de aprendizaje se comprobó la supresión de los síntomas.

- Disfunciones físicas como dolores de cabeza, rinitis, gripes constantes, cólicos menstruales y alergias de la piel disminuyeron o incluso desaparecieron tras pocos meses de uso de las esencias florales para tratar la autoestima, las amarguras y resentimientos, el anclaje, la protección y la sensibilidad.

- Después de un tratamiento algo más prolongado, de más de un año, por ejemplo, temas como la percepción de la necesidad de incluir a Dios en su vida o desear sentirse más útil, empiezan a aparecer.

- Es visible asimismo la mejoría del sentido de identidad, la disminución de la carencia afectiva, el rescate de la convivencia más armónica en familia, haciéndose estos jóvenes más auténticos a lo largo del tratamiento.

Conclusión:
Las esencias florales pueden y deben ser incluidas en la vida del adolescente y del joven como instrumento al mismo tiempo de apoyo y de sanación profunda para su alma en desarrollo en esta fase específica de la vida humana, ayudándoles a sentirse aptos, aunque se perciban en fase de crecimiento, sin impacientarse, para que puedan celebrar la vida de manera amorosa, con vigor y alegría.

Quiero relatar un rápido pasaje de un caso en el cual se puede ver cómo el uso de florales moviliza las fuerzas del alma para asumir el mando, mejorando la calidad de vida del adolescente, y de qué manera esto se refleja en la calidad de vida de quienes están en su entorno.

Esta es la historia de una niña que desde la edad de cuatro años toma florales.
Al entrar en la pre-adolescencia se mostró muy tímida, reservada, estando a veces deprimida, con dificultades para mirar a los demás a los ojos, tampoco expresaba mucho su opinión fuera de su hogar.
Muchas esencias se usaron a lo largo de estos muchos años. Pero una esencia específica, la Prickly Wild Rosa (de Alaska) fue especialmente utilizada por esa muchacha, que hoy es una adolescente de 15 años.
Recientemente ella vivió la siguiente situación, que me ha referido una tercera persona. Ella estaba en un consultorio esperando a ser atendida, y la secretaria del consultorio estaba muy afectada con una noticia de enfermedad muy grave en su familia, lo cual le imposibilitaba concentrarse en el trabajo. De pronto esa persona notó que alguien la estaba mirando, levantó la cabeza y vio a la adolescente mirando para ella y manteniendo la mirada, que expresaba inmensa bondad. La secretaria dijo haber mejorado en aquel exacto momento: la bondad de la adolescente consoló y confortó su corazón.
La Prickly Wild Rose no enseñó bondad a esa adolescente, eso lo aprendió de sí misma, sino que le enseñó a tener el coraje de ser el amor ahora, de hacer una elección, y de encarar el rostro de quien sufre, tomada de esa bondad que el amor confiere. La Prickly Wild Rose le ayudó a fortalecer la eficacia de la expresión de ese amor suyo que puede curar.
Hoy la muchacha está engajada en trabajos voluntarios en guarderías, y también en proyectos de cuidados para con el medioambiente. Cada vez más expresa su opinión, siempre de forma firme y amable.

Que las flores bendigan nuestro trabajo de terapeutas y nos ayuden a entender esas almas que habitan esos cuerpos tan jóvenes, ayudándoles a expresar su singularidad de forma amorosa, cada vez más, más y más.
¡Gracias!


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thais
Thais Accioly é especialista em Terapia Floral pela Escola de Enfermagem da USP.
Professora da Pós Graduação em Terapia Floral na Escola de Enfermagem da USP.
Professora da Flower Essence Society/CA EUA no Brasil.
Professora da Bush Flower Essences/AU no Brasil.
Consultora em Cultura de Paz.
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