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Generosidad en recibir

por Bel Cesar em STUM WORLD
Atualizado em 15/06/2009 12:53:21


Traducción de Teresa - [email protected]

Recientemente, conversando con Lama Gangchen Rinpoche sobre la dificultad que tenemos, tanto en dar como en recibir, le pregunté si no habría además la generosidad en recibir. “¡Sí!”, exclamó él, y dijo: “Dar y recibir es algo que aprendemos con el estilo de vida de la sociedad en que hemos sido educados. Noto que en la sociedad occidental las personas suelen desconfiar cuando reciben algo sin razón aparente. Por ejemplo, si un extraño les ofrece algo por la calle, ellas inmediatamente lo rechazan.”
El hábito mental de rechazar es un condicionamiento resultante de nuestra educación, y no de la pura naturaleza humana.

La naturaleza, tanto la animal como la humana, es espontáneamente generosa, pues su instinto de supervivencia tiene por objeto cuidar y preservar la vida. En este sentido, la generosidad no es una cuestión moral o una virtud religiosa. Forma parte de nuestra capacidad de vivir en grupo, es decir, de cooperar. En cambio, debido a la lucha natural de las especies entre sí, las sociedades han aprendido a competir, a luchar y a defenderse.

En Occidente, como el espíritu competitivo domina sobre el cooperativo, hemos perdido la naturalidad de la gentileza humana. Lama Gangchen nos recuerda que hemos de aprender a dar y a recibir.

Cuando reconocemos el hecho de que hemos de desaprender para naturalmente ser quienes somos, es decir, libres de los condicionamientos culturales basados en el miedo y en la desconfianza, podemos sentir la necesidad de reconquistar la mente pura de un crío o de alcanzar la madurez de un viejo sabio que sabe confiar plenamente en sí mismo. No obstante, ambas alternativas demandan la gradual tarea de soltarnos de los arraigados mecanismos de defensa que hemos formado hasta entonces…
¡Esa no es una tarea fácil!!

Rinpoche nos recuerda que un buen modo de aprender sobre algo es observar a quien lo sabe hacer bien.

Cuando observamos a personas generosas, no estamos solamente analizándolas racionalmente, estamos además inspirándonos para hacer lo mismo. Es decir, al admirarlas despertamos en nuestro interior una fuerza semejante a nuestra admiración.

Rinpoche nos sugiere, por ejemplo, observar a las familias en las cuales la madre, el padre y los hermanos se cuidan unos a otros. Si no tenemos contacto con tales personas, nos dice que observemos cómo cuidan los pájaros de sus crías.

Noto que las personas seguras y que confían en sí mismas son generosas. No temen recibir ayuda. Mejor dicho, confían en que la ayuda está garantizada, que siempre vendrá. De esta forma, no temen el abandono ni la precariedad, pues confían en el flujo de la abundancia al compartir sus recursos.

Cabe resaltar que las personas generosas y sabias no son ingenuas. Han aprendido a confiar en sí mismas, en su mundo interior. Creo que aquí tenemos un punto clave: si no reconocemos la riqueza de nuestro mundo interior, no la reconoceremos en los demás. El caso es que aprendemos a reconocer el valor de las cosas externas y damos poco valor a la fuerza de nuestra capacidad interna.

Rinpoche comenta que hoy día los padres cuidan de sus hijos como los tulkus – Lamas reconocidos por reencarnación – eran cuidados desde los tiempos antiguos del Tibet. ¡Ellos procuran atender a todas sus necesidades!
Pero extrañamente, cuando los hijos crecen, no dan el debido valor a lo que han recibido. Esto ocurre, resalta Rinpoche, porque no han aprendido a apreciar.

Al oír a Rinpoche decir estas palabras, reflexioné que nuestro mayor obstáculo para apreciar está en tener tan poca familiaridad para reconocer lo que sucede en nuestro interior. No nos conocemos interiormente porque “estamos viciados en el mundo externo”, como dice Guelek Rinpoche.

Hemos de admitir que empleamos nuestra inteligencia para memorizar e identificar un número infinito de objetos, fenómenos y personas, pero desconocemos – y por tanto no sabemos – el nombre de los innumerables sentimientos y emociones que pasan dentro de nosotros.

¡Hemos aprendido a actuar en el mundo externo y no a administrar nuestro mundo interior!
¡Por consiguiente, tenemos mucha dificultad en aceptar que el mundo externo es un reflejo de nuestro mundo interno!

Otro punto que ha resaltado Lama Gangchen sobre las diferencias entre la cultura occidental y la oriental es que, en Oriente, se aprende a dar valor a todo cuanto se recibe, sin considerar su tamaño o su precio.

Rinpoche observó que cuando recibimos algo que no valoramos, en seguida lo pasamos adelante. En otras palabras, menospreciamos lo que se nos ha dado en vez de sentir gratitud.

Otra diferencia: en Occidente, solemos decir innumerables veces “muchas gracias”, pero internamente vivenciamos poco el sentimiento de gratitud. En cambio, en Oriente se dice pocas veces “muchas gracias”, pero existe la costumbre de cultivar una apreciación genuina por todo aquello que se recibe.

Rinpoche ejemplifica este hecho contando que, en un monasterio, cuando los monjes celebran una ceremonia a petición de una persona, reciben en un determinado momento una ofrenda en dinero, pero ni siquiera la miran, y siguen rezando. Para nosotros, occidentales, esta actitud puede parecer muy extraña. Interiormente, ellos están muy agradecidos por la oportunidad de celebrar esta ceremonia. Al final de la meditación, ellos dedican a todos los seres toda la energía positiva acumulada por medio de sus rezos al patrocinador.

De hecho, en Occidente, consideramos la falta de agradecimiento como falta de educación, arrogancia en incluso ingratitud. Irónicamente, cuando alguien viene a agradecernos por algo, solemos responder: “qué va, no ha sido nada”, “ha sido un placer”. Hay cierta formalidad en nuestra respuesta. Nos sentimos poco a gusto ante el tan esperado reconocimiento externo.

Creo que esto sucede precisamente porque se nos ha dicho, desde niños, que la verdadera generosidad consiste en dar sin esperar nada a cambio. Es como si tuviésemos que desconsiderar cualquier movimiento del otro en nuestra dirección. Entonces nos bloqueamos hasta para oír un “¡muchas gracias!”

En cambio, cuando superamos este bloqueo y nos sentimos conectados al mundo interior de aquel con quien intercambiamos la práctica libre del dar y recibir, una mirada o el simple recuerdo de la experiencia vivida serán suficientes para sentirnos profundamente agradecidos.

Tener acceso a esta memoria es nuestro mayor tesoro: agradecer a quien nos agradece. En ese momento, sabemos apreciar.


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bel
Bel Cesar é psicóloga, pratica a psicoterapia sob a perspectiva do Budismo Tibetano desde 1990. Dedica-se ao tratamento do estresse traumático com os métodos de S.E.® - Somatic Experiencing (Experiência Somática) e de EMDR (Dessensibilização e Reprocessamento através de Movimentos Oculares). Desde 1991, dedica-se ao acompanhamento daqueles que enfrentam a morte. É também autora dos livros `Viagem Interior ao Tibete´ e `Morrer não se improvisa´, `O livro das Emoções´, `Mania de Sofrer´, `O sutil desequilíbrio do estresse´ em parceria com o psiquiatra Dr. Sergio Klepacz e `O Grande Amor - um objetivo de vida´ em parceria com Lama Michel Rinpoche. Todos editados pela Editora Gaia.
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