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Gentileza engendra gentileza

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 21/06/2015 10:19:17


por Paulo Tavarez - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

- ¡Gentileza engendra gentileza!

Esa frase fue repetida hasta la saciedad por José Datrino, el Profeta Gentileza. Tenido por algunos como un loco, él pasó muchos años de su vida en la zona portuaria de Río de Janeiro repitiendo ese mantra. Dejó inscripciones peculiares en muros y columnas, especialmente en la Avenida Brasil, y murió en 1996.

Su historia fue cantada por Gonzaguinha y más recientemente por Marisa Monte.
Conmovió a muchos por su empeño en ese tema: la gentileza.

Deberíamos preguntarnos qué nos impide ser gentiles. Somos conscientes de que recibimos del Universo aquello que damos, sabemos que toda acción crea una reacción, entendemos que toda experiencia se articula dentro de este binomio: causa y consecuencia; y pese a todo, persistimos en el mal humor, en la truculencia, en la agresividad y en el desprecio. Actuamos como necios inconsecuentes, sin darnos cuenta de que estamos, todo el tiempo, serrando nuestra propia rama; permitimos que nuestras inclinaciones más primitivas nos controlen, y cuando somos gentiles, raramente estamos siendo sinceros; casi siempre activamos máscaras que se ajustan a las más variadas convenciones. Simplemente por el hecho de que vivimos alejados de nuestra propia esencia.

Es preciso comprender que sólo será posible proceder de esa forma elevada cuando seamos conscientes de nuestros propios actos, cuando nuestras actividades cuenten con nuestra presencia (lo cual sucede raramente) o cuando pasemos a observar los pensamientos y las actividades de lo cotidiano sin implicarnos tan intensamente en ellos.
Cuando dejamos la vida correr en piloto automático, bajo la administración de la mente, el resultado es siempre negativo. La mente no es nada gentil, ella tiene otras preocupaciones, necesita buscar el placer, crear adecuaciones confortables, le encanta competir, desea siempre algo, por tanto, su mayor aliado no es la Conciencia, sino el ego.

Si dejásemos a la Conciencia asumir el control de nuestras actividades, podéis estar seguros de que todos nuestros gestos serían de la más pura gentileza. El problema es que permitimos que ella exista tan sólo como una observadora pasiva, una instancia que ha sido despreciada por el personaje que intentamos realizar; por eso, el presente (morada de nuestro Yo Real) raramente es tratado con importancia, pues todos nuestros esfuerzos están concentrados en el futuro, en el mundo que estamos idealizando o en las preocupaciones y anhelos tan comunes a aquellos que se divorcian de sí mismos.

La verdadera gentileza sólo consolida el estado de paz e iluminación que el ser humano puede alcanzar cuando mira dentro de sí y descubre la realidad. Una virtud desarrollada mediante una disciplina pendiente del barniz social nunca será verdadera. Las buenas maneras siempre son bienvenidas, pero es imprescindible que formen parte de la naturaleza del ser, que no sea sólo algo técnico, a menudo empleado como recurso de auto-promoción. Desgraciadamente, detrás de muchas sonrisas y gestos simpáticos se ocultan intereses pérfidos y deseos insanos.

La gentileza es sólo un atributo de la estructura perfecta que sustenta la naturaleza humana. Ser gentil es estar consigo mismo, presente, entero, consciente de que no hay nada que alcanzar, nada que conquistar, pues, pese a esa premisa, no podemos desear ya nada en teniéndolo todo, y no es necesario buscar una condición de perfección si somos perfectos. ¡Sólo hay que despertar!

Lo que he percibido, en los estudios que hago del comportamiento humano, es que, cuanto más desprendida, libre de expectativas, encajada en la propia realidad y resignada con la vida sea la persona, más gentil será; y lo contrario se aplica a aquellos que esperan siempre más, principalmente a aquellos que no aceptan su propia condición.

'El que se ensalce será humillado'. ¡Ese es el punto! No deberíamos preocuparnos de vivir soplando ese globo, inflando la personalidad o luchando para promover un personaje que no existe. Estamos en un escenario actuando, pasando por experiencias, nada de esto es real. La Conciencia, realidad suprema de nuestro ser, instancia eterna y perfecta, no es el actor, sino el espectador.

No hace falta ser gentil, basta con ser tú mismo. Tú ya eres la propia gentileza. Acuérdate siempre del Profeta:
Gentileza engendra gentileza. Todo empieza y acaba en ti mismo.


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