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La Conducta Ética en el Día a Día

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 14/07/2013 11:25:59


por Guilhermina Batista Cruz - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

"Haz todo como se Alguien te Contemplase".
(Epicuro)

Mucho se ha venido hablando sobre la ética y lo que ella significa en nuestra vida. La definición de la ética aquí enfocada es la que concierne al conjunto de principios de conducta correcta que se espera de alguien, como parte integrante de un todo. La sociedad actual requiere un cambio en sus pautas morales, para que valores olvidados por mucha gente, como los del respeto y la honradez, se hagan presentes en la vida diaria. Estamos siendo llamados al crecimiento y al progreso inaplazable del ser y es necesario que observemos conductas más dignas, ajustando en un nivel armónico pensamiento y acción. Esto quiere decir procurar vivir con ética.

La visión de ética supone poner en práctica valores esenciales para el perfeccionamiento moral, como dignidad, justicia e igualdad. Jesús, en su evangelio de amor, ya nos decía: “Haced a los hombres todo lo que queréis que ellos os hagan” (San Mateo, cap. V, v.12). La enseñanza de Jesús está toda ella basada en la ética, en el respeto a los valores morales, mediante actos que estén en consonancia con las enseñanzas de amor y fraternidad que él predicaba. Lo que vemos hoy día es la falta de ética en casi todos los sectores donde es más necesaria, como en política, educación, en la salud, en los servicios públicos y en otros sectores importantes de la sociedad. Las gentes andan escépticas de los valores esenciales para una conducta honrada por parte de las instituciones, que se muestran corroídas por la falta de conductas éticas de sus representantes.

Hace falta la conciencia de que para vivir en un mundo donde reine la paz, el amor y la fraternidad, la implantación de actitudes más éticas en el día a día es algo fundamental. Es dar al prójimo lo que queremos para nosotros: valores esenciales y casi siempre olvidados en nuestras actividades diarias, como el respeto y la rectitud de carácter. Nuestra colaboración es muy importante para el cambio de los valores ilícitos, ya que la ética comienza en las pequeñas actitudes cotidianas, como las de honradez en el trabajo, el respeto dentro de los hogares, la aceptación de las diferencias, y el compromiso de hacer lo mejor en cualquier sector en que estemos insertos. Si cada uno hiciese la parte que le compete, actuando conforme a la máxima que Jesús nos legó, de hacer a los otros lo que nos gustaría que nos hiciesen, ciertamente viviríamos en un mundo mucho mejor.

Actos como favorecimientos ilícitos, desvíos de dinero y otros similares, son únicamente algunos de los ejemplos de la falta de principios éticos y morales de la sociedad. Esta cultura equivocada de inversión de valores y de aceptación y no punición de los desvíos cometidos, se propaga de una forma avasalladora, mostrándonos cuán difícil es combatir las conductas ilícitas y practicar actos de dignidad, respeto y honradez en el mundo actual. Lo que todo el mundo desea es que los gobernantes, los políticos, los que traen entre manos el poder público tengan actitudes dignas en relación a la sociedad en general; no obstante, para que esto suceda es preciso, además de reivindicar nuestros derechos, que colaboremos también con una conducta más ética como ciudadanos. Según lo que nos dice el sociólogo e investigador Airton Laufer Júnior: “No basta sólo decir que debe haber cambios, mejoras, seriedad, compromiso, conciencia y responsabilidad social en los gobernantes, si aún no hemos alcanzado el significado del cambio en nuestras propias costumbres, conceptos, teorías y comportamientos, que reproducen exactamente las ideas, pensamientos, teorías, comportamientos de los representantes de la nación.”

La implantación de conductas éticas debe pautar nuestras relaciones diarias en cualquier sector de nuestra vida. Es preciso combatir los actos de falta de honradez, de respeto, la desatención, como tantos ejemplos que vemos suceder todos los días. Conductas consideradas normales y practicadas por mucha gente, como no devolver lo que nos dan de más en el cambio, tirar basura a las calles, no respetar las señales de tráfico, intentar librarse de las infracciones mediante soborno, adelantar en línea continua, saltarse la cola y tantas otras que se cometen cada día, son sencillamente actos totalmente desprovistos de ética. Si así procedemos, nunca estaremos en condiciones de exigir de la sociedad y del gobierno actos éticos y de respeto. Según las palabras de Joanna de Ángelis: “El hombre se debe renovar incesantemente, alterando para mejor los hábitos y actividades, motivándose para el perfeccionamiento interior, con la consiguiente puesta en marcha de las fuerzas que fomentan el progreso personal y comunitario, en beneficio de la sociedad en general. Gracias a ese esfuerzo y empeño, el hombre interior se sobrepone al exterior, social, trabajado por los atavismos de las represiones y castraciones, proponiendo conceptos más dignos de convivencia humana, en consonancia con las ambiciones espirituales que pasan a comandar sus disposiciones íntimas.” – (El Hombre Integral – psicografía de Divaldo Pereira Franco).

Además de procurar hacer nuestra parte de la mejor forma posible, con ética, debemos también ver en la tarea cotidiana una forma de ayudar al prójimo en sus necesidades, poniendo en ella todo el esmero que desearíamos para nosotros. Es el hacer a los otros lo que desearíamos que nos hiciesen, como tan bien nos dice la enseñanza libertadora de Jesús. Lo fundamental para implantar conductas más éticas en nuestra vida es procurar traerlas al día a día, intentando dejar de lado el disfraz de buen cristiano y haciendo de las enseñanzas milenarias de Cristo, como el respeto, la justicia y la fraternidad, un ejemplo que aplicar en nuestra convivencia diaria.

Aún según Juana de Angelis: “Todas las criaturas tienen papeles de relevante importancia que desempeñar en el universo, permitiendo que la conciencia refleje lo que sucede en el cosmos y logre impregnarlas en la conciencia individual, y finalmente en la colectiva. Heredero de las experiencias personales, el ser humano está invitado a crecer en cada etapa de su proceso de desarrollo ético-moral, experimentando pequeños valores que se convierten en significados profundos. La solidaridad, por ejemplo, raramente se ejercita como aplicativo gratulatorio, debiendo ser oportunidad para acostumbrarse a ser útil, a estar vigilante y lúcido siempre para ayudar, contribuyendo en favor del cambio hacia un nivel histórico y moral más elevado.” (Libro Psicología de la Gratitud).

Y como nos dice el Espíritu Leocadio José: “El hombre espiritualizado existe, vive y crece en la expresión de sus valores morales.” (Psicografía de Maury Rodrigues da Cruz).

Paz y Luz a todos.


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