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La crisis en la Medicina y la importancia de rescatar el Arte de Curar

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 03/04/2017 12:11:50


Autor ROBERTO DEBSKI
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Traducción de Teresa
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Vivimos una crisis en la Medicina. No una crisis técnica, tampoco en la producción de conocimiento del saber médico.
La Medicina convencional y contemporánea evoluciona muy bien en aquello que se propone, produciendo técnicas para diagnóstico de enfermedades, tratamientos medicamentosos, quirúrgicos e incluso genéticos cada vez más modernos, avanzados y caros.

En menos de cien años hemos salido del descubrimiento del primer antibiótico, la penicilina, hasta la pesquisa con células madre, ingeniería genética, trasplantes de órganos y medicamentos punteros.
Deberíamos atestiguar una salud mundial en alza, cada vez menos dolencias y todos viviendo una vida plena, saludable y feliz.

No obstante, observamos en los países desarrollados epidemias de las enfermedades crónicas, como la hipertensión arterial, diabetes, obesidad, cáncer, psicopatías, y constatamos en los países del tercer mundo una mezcla de esas mismas dolencias junto al recrudecimiento de epidemias de tuberculosis, malaria, dengue, SIDA y gastroenteritis.
Además de esto, observamos impotentes el alarmante crecimiento de los trastornos psicológicos y psiquiátricos, tanto o más incapacitantes que las dolencias físicas.

La ansiedad, el estrés, la depresión y diversos trastornos psiquiátricos se presentan en adultos, ancianos y también en niños. La conclusión que se extrae de estos datos es que esa paradoja no se debe a problemas genéticos, ya que nuestro genoma no se altera tan rápidamente, sino a problemas de origen epigenético, siendo que epi significa “por encima de”.
Por encima de la predisposición genética están el estilo de vida, comportamientos, elecciones y decisiones en cuanto a lo que comeremos, si vamos a ejercitarnos, fumar, ingerir alcohol o drogas, cuidar bien nuestro emocional, y si ensancharemos la consciencia o no.

Estos son los factores que van a determinar si enfermaremos o permaneceremos saludables, si los genes de las dolencias o los de la salud serán activados o desactivados, si tendremos alteraciones en el colesterol, los triglicéridos, la glicemia, si nuestro metabolismo estará equilibrado originando salud, o desequilibrado desencadenando dolencias crónicas.
No existen medicamentos para hacernos elegir con sabiduría y consciencia, tan sólo para tratar o remediar las condiciones de salud que nuestro comportamiento llegue a desencadenar.

La manera en cómo la medicina y también la psicología contemporáneas enfocan la enfermedad en los síntomas, en el diagnóstico, y no en la persona enferma, puede ser una de las explicaciones para la incongruencia de ese avance de la tecnología biomédica simultáneo con la explosión de dolencias crónicas y mentales, y una de las explicaciones de por qué las personas buscan cada vez más las especialidades de la medicina integrativa para sus tratamientos, es decir, acupuntura, homeopatía, meditación y cambios en el estilo de vida.

La racionalidad médica occidental no se da cuenta de que no debería ser solamente un saber científico, sino además un arte de curar. La Medicina Integrativa busca ser ese arte de curar que hace mucho se ha perdido en el tecnicismo y en contemplar lo micro en detrimento del todo y del sistema.

La medicina convencional se ha distanciado de su dimensión terapéutica en el afán de investigar y encontrar explicaciones para las dolencias, empleando diagnósticos modernos y sofisticados, especializándose profundamente en lo cada vez menor, conociendo cada vez más sobre cada vez menos.

La singularidad del paciente, la totalidad biopsíquica, ha sido olvidada o cuando menos relegada a un segundo plano.
Somos mirados como órganos, tejidos y sistemas enfermos, una visión mecanicista y cartesiana, cuyos tratamientos objetivan la desaparición de estos síntomas y el tránsito por diversas especialidades, cada una evaluando y tratando una “pieza” del “engranaje” como si fuésemos máquinas.

Las Medicinas Tradicionales, como la homeopatía, la acupuntura y la Medicina Tradicional China y Ayurvédica, tienen en cuenta la singularidad de cada persona, su totalidad biopsíquica, los factores sociales y biopatográficos, que causan la dolencia, y abordan individualmente la manera de tratarla.
El objetivo no es únicamente tratar enfermedades, sino promover la salud. Lo ideal no es tratar después de desencadenada la dolencia, sino su prevención.

El modelo no se centra en hospitales e instituciones de salud, sino en la persona que enferma, que vuelve a ser el actor principal en el proceso para la curación.
Así tenemos la retomada de la buena relación médico-paciente, tan alejada en las últimas décadas. Inclusive la idea de paciente en cuanto persona pasiva, que recibe y cumple orientaciones del profesional médico, de arriba a abajo y sin cuestionamientos, se convierte en una relación entre un profesional facilitador y una persona que acude en busca de ayuda, con autonomía, decisiones y elección, aparte de la responsabilidad por su tratamiento y curación, una terapéutica centrada en la persona.

Las personas quieren ser tratadas en su totalidad, no sólo diagnosticadas.
La cuestión de la curación retoma su importancia. Curación en el sentido de cuidado, atención, como cuando se prepara una compota o un dulce, lentamente, para depurar su sabor.
Toda relación humana está repleta de simbolismo, afectos y significados, y la relación médico/terapeuta-paciente/persona también lo está, y no debería nunca perder esa esencia.

La medicina técnico-científica ha buscado la objetividad y la neutralidad, lo cual ha ocasionado alejamiento y mucha frialdad en la relación, uno de los factores para el aumento de la insatisfacción e incluso de los procesos judiciales promovidos por pacientes decepcionados.

Integrar lo mejor de las dos racionalidades, la medicina convencional contemporánea y las prácticas de la medicina complementaria e integrativa, es unir recursos poderosos y hacer mucho más eficiente el proceso para una curación plena, una salud del cuerpo y de la mente, y para la prevención y calidad de vida que todos deseamos.

Dr. Roberto Debski

Médico - CRM SP 58806
Psicólogo - CRP/06 84803
Instructor y Preparador en Programación Neurolingüística


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