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La Riqueza de un Matrimonio Romántico

por Flávio Gikovate em STUM WORLD
Atualizado em 14/07/2009 12:34:39


Traducción de Teresa - [email protected]

Desde el punto de vista teórico, los matrimonios con altos y duraderos lances de romanticismo deberían ser mucho más frecuentes que los basados en una sexualidad rica y exuberante. Sin embargo en la práctica esto no ocurre. No quiero decir que sean tan comunes las uniones sexualmente satisfactorias, sino que son rarísimas las parejas que logran vivir, a lo largo de varias décadas, una experiencia sentimental bonita, de aquellas que llenan el corazón de alegría y los ojos de lágrimas, de tanta emoción.

Las cosas suelen ir mal colocadas desde el principio. La gran mayoría de los matrimonios se contraen entre una persona enamorada y otra que prefiere ser objeto de la pasión. Mientras que la primera – más generosa – ofrece, la segunda – más egoísta – recibe. La más generosa tiene el coraje de amar. La egoísta teme sufrir y se protege del dolor del amor no abriéndose demasiado a la relación. Las uniones de ese tipo presentan momentos bonitos, claro está. Hacen incluso posible una vida sexual de permanente conquista. Sí, porque el egoísta nunca se entrega totalmente al otro, de modo que el generoso está siempre intentando conquistarlo. Ese fenómeno suele generar algunos instantes de profundo encuentro, pero son momentos fugaces, que enseguida se deshacen. Y el corre-corre de los altercados y la lucha por la conquista vuelve.

En cambio, ese es tan solo uno de los aspectos de la cuestión. Otro factor de peso está en las diferencias de temperamento (generosos y egoístas son bastante diferentes), de gusto e intereses. En la vida práctica, en el día-a-día, las divergencias de opinión y la falta de un proyecto común provocan irritación permanente. Y eso no vale solamente para las grandes diferencias. Lo cotidiano se hace realmente en las pequeñas cosas: ¿A dónde vamos a cenar? ¿A qué amigos invitaremos? ¿Dónde vamos a pasar las vacaciones? ¿Qué película veremos? ¿Qué hacer con los niños? ¿Qué haremos con los parientes? Y así sucesivamente. Son precisamente estas pequeñas contradicciones lo que provoca la irritación, la ira y, por tanto, la mayoría de las disputas. Las afinidades acercan a las personas, mientras que las diferencias las alejan. Además, la oposición es la raíz de la envidia: el bajo envidia al alto; el gordo, al flaco; el perezoso, al determinado; el introvertido, al sociable. Y la envidia es enemiga del diálogo. En ese tipo de uniones los altercados serán lo normal en la relación, y los momentos de encuentro y de armonía serán excepciones cada vez más raras.

He dicho que, desde el punto de vista teórico, la felicidad romántica en el matrimonio podría ser bastante común porque el amor no adolece del deseo de novedad que tanto agrada al sexo. Por el contrario, el amor es apego, es deseo de cercanía protectora, de tranquila intimidad. Se trata de un sentimiento que florece y fructifica mejor cuando todo es exactamente igual y antiguo. Nos gusta nuestra casa, y aquella vieja ropa que nos abriga tan bien. Nos gusta volver a los mismos lugares del pasado, nuestra ciudad, nuestro país. Queremos además sentir esa solidez y estabilidad con nuestro compañero amoroso. Amor es paz y descanso y resulta precisamente de que una persona conoce y comprende bien a otra. Por ello es importante que las afinidades, las semejanzas, predominen sobre las diferencias de temperamento, carácter y proyectos de vida. Seres humanos parecidos podrán vivir una historia de amor rica y de duración ilimitada. No tendrán motivos para divergencias. No sentirán envidia.

Una última advertencia – además de la lección que se puede extraer de la experiencia, antes descrita, de las raras parejas que viven armoniosamente – es que cada cual debe procurar unirse a su igual. Solamente así el amor no será un momento fugaz. Para que la intimidad no se transforme en tedio y continúe siendo rica y estimulante, es necesario que la pareja haga planes en común y que después se empeñe en ejecutarlos. De nada sirve escapar a una isla desierta para disfrutar la pasión mayor. Quien proceda así probablemente volverá, después de dos meses, decepcionado con la vida y con el amor. La vida es un vehículo de dos ruedas: solo se equilibra en movimiento. Para que dos personas se conviertan en una unidad es preciso crear un objetivo: tener hijos, construir una casa, un patrimonio, una carrera profesional, un ideal... el contenido en sí no importa. Sea cual fuere, es la complicidad lo que habrá de transformarlo en algo fundamental. Hacer planes es siempre una aventura excitante. Y es sobre ellos cuando más nos encanta soñar juntos.


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flavio
Flávio Gikovate é um eterno amigo e colaborador do STUM.
Foi médico psicoterapeuta, pioneiro da terapia sexual no Brasil.
Conheça o Instituto de Psicoterapia de São Paulo.
Faleceu em 13 de outubro de 2016, aos 73 anos em SP.

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