La vida, sus etapas y sustituciones
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 24/11/2014 08:10:38
por Bernardino Nilton Nascimento - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Las sustituciones que vamos haciendo por el sendero de la vida son demarcadas por etapas o períodos más o menos distintos.
El ser humano en desarrollo, cuando alcanza la edad de siete años, ya ha vivido su primera infancia. Desde ahí hasta los catorce años, vivirá el segundo período infantil, para entrar en la adolescencia e iniciar el período juvenil. La juventud transcurrirá, más o menos, entre los dieciocho y los treinta y cinco años. Desde esa época hasta los cincuenta, recorrerá la etapa que señala la edad madura, que suele ser, entre todas, la más creativa y productiva. Desde ahí en adelante el ser humano inicia una fase regresiva, mediante graduaciones de tonalidades sutiles y más inflexibles, con los dominios sombríos de la vejez. Esta fase tiene una mayor o menor duración, según las condiciones de vida, variando de una persona a otra. Esto, sin embargo, no merece debate.
Así son las etapas que van marcando nuestra evolución vital, señaladas por fantasías, aspiraciones ardientes de autoafirmación, de mando, de progreso, de conquistas amorosas, cualidades físicas e intelectuales, fama, gloria, en fin, de la búsqueda constante de la llamada felicidad completa.
Es innecesario hacer notar que esas etapas vividas y las jornadas difíciles tienen un colorido propio para cada período de la vida. Así, lo que el adolescente sueña con todas sus fuerzas, muy probablemente no será ambicionado por una persona de edad más avanzada, como tampoco se espera lo contrario.
Cuando iniciamos una nueva etapa en la vida, nuestro objetivo durante su transcurso es alcanzar una meta ideal que corresponda a todos nuestros deseos, confesos u ocultos. En la práctica, sin embargo, sólo excepcionalmente se logra alcanzar plenamente esa meta ideal, síntesis de todos nuestros objetivos. En la gran mayoría de los casos, la persona tiene que contentarse con la sustitución de su meta por otra, bastante más modesta que la inicialmente apetecida.
La posibilidad de adaptación de cada uno a esa meta de sustitución, menos brillante y por debajo de la originariamente planeada, encierra buena parte del secreto de la relativa felicidad que se esperaba de la vida. Ello porque no sirve de nada, y sólo aporta inconvenientes para la salud mental, el que permanezcamos inconformes o rebelados por no haber conseguido alcanzar todos los objetivos planeados a lo largo de las etapas que se van sucediendo durante nuestra existencia aquí en la Tierra.
Eso de estar todo el tiempo rumiando ideas deprimentes, de si las cosas hubiesen pasado de esta o de aquella manera, si Fulano o Mengano no fuese tan incomprensivo y egoísta, todo hubiera sido mejor y diferente, es pura necedad. Tal como podría haber sido mejor, también hubiera podido ser aún peor, si no hubiesen ocurrido tales o cuales cosas que contaron a favor y atenuaron los golpes adversos.
Si procuramos racionalizar, con optimismo, nuestras posibilidades de ser relativamente felices dentro de nuestra meta de sustitución, acabaremos convenciéndonos de que nuestras condiciones de vida son bastante más aceptables de lo que en un principio parecían. Todo depende de poner nuestras gigantescas aspiraciones en límites razonables, y condicionarlas a nuestra real capacidad física, intelectual y espiritual.
Finalmente debemos recordar, cuando alcanzamos esa meta de sustitución, que con eso ya hicimos algo apreciable, práctico, toda vez que algunas personas ni eso han logrado realizar. Hay personas que, sin alcanzar siquiera esa meta de sustitución, toman seguidamente falsos caminos que contaminan el sendero de la vida y, después de mucho caminar, verifican que tienen que volver al punto de partida, al cero, y encontrar su verdadero camino.
BNN
