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Libera a tu mujer de la torre de marfil

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 15/03/2017 09:55:29


Autor Andrea Pavlovitsch
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Traducción de Teresa
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Yo no sé cómo es ser mujer. Sé como es ser yo, ¿sirve? Y hay un lado mío que es mujer. Es el lado más grande, sí. Pero era engullido por otros papeles.
Mi lado mujer fue engullido por una niña carente, cierta vez. Ella se enamoró de un hombre y quedó fuera de escena. La niña carente tomó la delantera. Dejó de hacer cosas que le gustaban por él. Pasó a cuidar más de él, y de la vida de él, de los problemas de él, que de los suyos propios. Ella se apagó, engordó 5 kilos y las raíces en sus cabellos crecieron. Y, al final, ella se vio sola y abandonada.
No, no abandonada por el hombre. Éste nunca de hecho había estado a su lado; abandonada por ella misma. La mujer fue encerrada en una torre de marfil; la niña obstinada y herida, no le dejaba salir de allí. La alimentaba con golosinas y carbohidratos, para comerla viva en cuanto saliese. ¡Fue horrible!
Pero después de mucho sufrir y saber que ella es más fuerte que la niña, se liberó. Ella llamó a la niña, y en lugar de una paliza, le dio mucho amor, aprecio. Ellas se abrazaron, lloraron juntas y hoy la niña está quieta, feliz y siendo muy amada.

Mi mujer también fue engullida por una profesional voraz. Esa arpía trabajaba 16 horas al día, atendiendo pacientes uno tras otro. Por eso ella comía muy mal, no conseguía salir con amigos ni ir a la academia a bailar (cosa que a la mujer más le encanta). Sin embargo, los pacientes estaban estupendos, todos fuertes y felices, ella era quien estaba hecha añicos. No hacía lo que le gustaba de verdad. Acabó encerrada en la torre, de nuevo, tomando litros de café y sólo comiendo pan de queso.
Sin embargo, una vez más, ella venció. Pateó, rompió las cadenas y mandó a todo el mundo a paseo. Habló, en alta voz, “quien manda aquí soy yo” y reasumió su poder.

Yo podría contar más chismes: cuando ella fue engullida por la hija (esa es una buena historia), cuando fue engullida por amigos nada leales. Cuando fue engullida por narcisistas, pervertidos, con fobia a compromisos y problemas con la ley. Cuando fue engullida por viciados en tabaco, alcohol, en conducir borrachos, en personas del mal, pero quedémonos por aquí. Ella fue engullida, usada y maltratada muchas veces. Por mí misma.

Hasta que yo comprendí la fuerza de ella. La fuerza del poder femenino. Que no es agresivo si no es necesario, pero es firme. Que es dulce, amable, pero no se deja pisar por nadie. Que se preserva, se cuida a sí misma.
Cuida la salud para que esté buena. Cuida el corazón y las emociones. No le da vergüenza decir que va, sí, a dejar de atender a algún cliente porque necesita hacerse las uñas, o dar color a los cabellos. Que le gustan las ropas, los zapatos, la casa que parece de muñecas. Que puede o no, querer asumir otros papeles como madre o esposa. Pero que quiere ser amada, sobre todo, de la manera especial como se merece.

La mujer no nace ya hecha. No en una sociedad machista y misógina como la nuestra. Nosotras, chicas, ya hemos aprendido cuál es “nuestro lugar”. Y generalmente éste está en ayudar a todo el mundo, menos a una misma. No queremos ser la villana, queremos ser la chica buena que se sacrifica, pero en el proceso, sacrificamos a esa mujer. Sacrificamos nuestra fuerza, nuestro amor propio y nuestra autoestima.

¡No lo permitas! Saca a tu mujer de la torre del castillo, da igual quién la haya encerrado allí. Haz por ella lo que ella necesita, sólo tienes que preguntarle. Puede que ella quiera ser más femenina, o menos (no hay una manera sola de ser mujer). Puede que ella quiera parecer más joven, o más mayor. Puede ser que necesite un nuevo amor, un nuevo maquillaje, un bótox o un empleo nuevo, que realmente le encante. ¡Pero respeta! Si quieres ser respetada como mujer, has de respetarte primero. Respeta quien ella es, respeta lo que ella quiere, respeta su vagina, ese centro maravilloso de fuerza. No hablo de no hacer sexo con extraños o llevar ropas cortas (puede que eso sea lo que ella más desee), ¡sino de sentir verdaderamente qué es lo que ella necesita!

¡Déjala libre! ¡Libérate de verdad! La verdadera magia de la vida comienza con esa maravillosa aceptación. Nadie más me engulle por aquí. ¡Puedes estar segura!


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