Libérate de la amargura
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 19/09/2017 10:25:20
Autora Adriana Garibaldi
[email protected]
Traducción de Teresa
[email protected]
La amargura es veneno del alma que aniquila los frutos más dulces del corazón, representando una enfermedad de los sentimientos que perjudica la colecta de valores verdaderos.
El dolor del rechazo o del abandono puede ocasionarnos profunda aflicción, convocándonos a una difícil tarea de liberación y limpieza de los registros del pasado, acción que a veces somos incapaces de poner en práctica fácilmente.
Somos conscientes de la necesidad de alcanzar una permanente estabilidad interna, ya que observando el doloroso resultado que los estados perturbadores ejercen en nuestras vidas, nos empeñamos en armonizar nuestras emociones y somos capaces de concebir esas experiencias emocionales como un valioso aprendizaje.
En función de haber adquirido ya cierta comprensión respecto de las energías y de cómo pueden afectarnos, se nos muestra claramente la necesidad de mantener nuestro campo de sentimientos y pensamientos en un nivel de constante paz.
Está demostrado que la amargura propicia el surgimiento de enfermedades de naturaleza muy dañosa, y es indispensable combatir esas semillas indeseadas antes de que tales venenos proliferen en nuestras mentes y cuerpos.
No es tan sencillo, sin embargo, alcanzar ese estado de comprensión respecto de nosotros mismos, sin antes hacer una reflexión acerca de aquello que tiene el poder de desequilibrarnos, y hemos de orquestar formas defensivas de combatirlo en el inicio o lugar de nacimiento de la emoción.
Hay en nosotros puntos obscuros que nos remiten a experiencias de sufrimiento o abuso emocional sufrido en el pasado, y ciertos comportamientos de las otras personas funcionan como estopín que da origen a una serie de explosiones emocionales, en función de la reminiscencia a que eses comportamientos nos remiten. Hace falta una dosis extra de auto-observación, contemplando los resquemores y pequeños resentimientos no expresados antes de que proliferen y crezcan desordenadamente. Una excelente oportunidad de trabajar el orgullo, puesto al servicio de nuestra necesidad instintiva de desear ser aceptados y reconocidos todo el tiempo por los demás.
Es fundamental que edificar una vida más leve, sin preocuparnos en demasía por los gestos, a menudo inconscientes, de las otras personas. Sin duda algunas actitudes pueden ser capaces de infligirnos heridas profundas en la autoestima, principalmente cuando nos recuerdan experiencias del pasado que desearíamos olvidar. Es preciso, sin embargo, mirarlas con cierta distancia, no dejando que pasado y presente se mezclen y nos confundan, impidiéndonos ver la realidad del momento sin cualquier contaminación.
Sigamos adelante, sin turbarnos, sin dejar que los ecos del otrora nos aturdan.
Si somos traicionados por alguien en quien confiábamos, mirémoslo como alguien que tiene, al igual que nosotros, mucho que trabajar en favor de su propio crecimiento. No envenenemos nuestro corazón por eso, sino que reflexionemos hasta qué punto no hemos sido nosotros mismos los que nos hemos traicionado, traicionando nuestro buen sentido por esperar recibir algo que aquella persona era incapaz de ofrecernos.
Aprendamos a pasar página, una y mil veces si fuese necesario, pero no guardemos una pesada carga de amargura dentro de nosotros. Un fardo que no vale la pena arrastrar por más tiempo, impidiéndonos caminar de forma leve y despreocupada en busca de la felicidad que merecemos.
Confiemos en Dios, en la verdad de nuestra conciencia y en nuestros ángeles guardianes, y sigamos adelante con fe, fortalecidos por el amor que debemos a nosotros mismos.
