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¡Lo que quiero es hablar con el espíritu!

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 29/06/2008 10:50:05


por Wilson Francisco - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

Varias personas me han escrito narrando sus experiencias tras el artículo “Mis Primeros Pasos en la Mediumnidad”. Unos entendiendo que la mediumnidad es una fuente de alegría, una herramienta extraordinaria, otros relatando sus dificultades e incluso su vía crucis en el manejo de ese instrumento, y aun aquellos que han sufrido y sufren restricciones en las actividades mediúmnicas.

¿Qué dificultades podrían ser estas? Indagará alguno, no acostumbrado a participar en grupos religiosos. Un ejemplo: Hilario era médium de cura, yo hice su iniciación en la mediumnidad. Confiaba en él absolutamente. Era interesante su actuación como médium de desdoblamiento. Salía del cuerpo con facilidad y conciencia e iba por el mundo paralelo, con tareas definidas o en busca de la oportunidad de ayudar a alguien.
Pero lo que afectó realmente a ese médium fue la actitud de los dirigentes de un Centro Espírita. El Espíritu Epifanio, que se servía de su mediumnidad para hacer cirugías espirituales, pedía siempre que se pusiera esparadrapo en el lugar de la operación, como referencia energética. A los tres días del proceso el esparadrapo se soltaba y estaba terminado el atendimiento. Pues bien, allí no se aceptaba tal esparadrapo y se decidió que él no podría trabajar en el CE si lo hacía así. Contacté con el Espíritu, y prefirió continuar en sus trece, al fin y al cabo tenía un trabajo que hacer y lo hacía. Conversé con Hilario, él estaba triste, fastidiado. Entonces yo le dije: mira, amigo mío, continúa trabajando, donde quieras y puedas; tú tienes una misión, entonces sigue adelante. Meses más tarde él encontró otro grupo que lo acogió cariñosamente y trabajó hasta el final de su vida física.

La mediumnidad es así, un compromiso personal, independiente de los dirigentes, de la familia o de las dificultades personales. Si lo has asumido, deberás cumplirlo o resolver esa situación con tu conciencia y con Dios. Y se equivoca quien insiste en decir que se debe emplear la mediumnidad sólo en el Centro Espírita. En cualquier lugar o situación puede ser ejercida. Yo mismo ya he realizado sesiones y trabajado mediúmnicamente a la orilla del camino, bajo un árbol, en el suroeste de Minas Gerais y también he actuado como médium en la cárcel y, confieso, en aquel lugar he encontrado una sintonía y un apoyo espiritual mucho mejores que en otros lugares más apropiados.

Allan Kardec narra en la Revista Espírita, editada por él mientras organizaba y codificaba el Espiritismo, una experiencia inusitada, ocurrida en un grupo de experimentaciones psíquicas, en Francia. Un Espíritu actuaba en un médium, a través del proceso de comunicación hablada, cuando todos se dieron cuenta de que uno de los dedos del médium se veía tieso, separado de los demás. La mayoría se extrañó de aquella postura, hasta que uno de los participantes informó que recordaba que aquella persona, cuando aún estaba encarnada, había tenido un accidente, y su dedo había perdido la movilidad. Era la forma que había encontrado el Espíritu para identificarse.

Newton Boechat todavía estaba encarnado, excelente médium y gran amigo del corazón, a través de él fue como conocí a Spartaco, fundador del Centro Espírita Batuíra, esto cuando aún ese CE funcionaba en un garaje, en el barrio de Perdices.

Por aquella época yo pasaba por situaciones difíciles en el movimiento espírita, y opté por recurrir a su auxilio, pero fui categórico: Spartaco, lo que quiero es hablar con el Espíritu, con Batuíra, porque él con su estatura espiritual y mirando “desde arriba” seguramente observará más claramente y tendrá un camino, una respuesta para mí. Con su humildad habitual, Spartaco se dejó envolver por el Espíritu y fue una conversación extraordinaria, que irradió luces para mi alma, guardo aún hoy en el corazón las palabras de Batuíra y la amistad de ese médium que ya ha dejado el cuerpo.

Nunca más tuve contacto con ellos y, recientemente, una sensitiva que colabora en el Proyecto Transformación habló de una visión que tuvo, mientras auxiliaba a una persona. Wilson, yo estaba conversando con la paciente, he visto que tú, en Espíritu, estabas a su lado y de pronto surgió una gran luz que nos iluminó y vino a mi mente un nombre: Batuíra. Y de pronto, fue como si tú, el Espíritu y yo hablásemos con una sola voz, por una sola boca. Muy extraño, dijo ella. Le expliqué que allí había ocurrido un fenómeno espiritual de alta y fina sintonía, en el cual ella, Batuíra y yo, habíamos llevado a cabo una tarea consciencial de apoyo a aquella criatura. Y después, le expliqué quién era ese Espíritu y el por qué de mi sintonía con él.

Meses después de ese contacto con el médium Spartaco, dejé el movimiento espírita, iniciando mis investigaciones psíquicas y experiencias espirituales fuera de los centros espíritas, en un grupo dirigido por la Tía Zaira, una señora de alta sensibilidad que tenía como Maestro a Shri Ramana Marharishi. Era una persona de alta espiritualidad; en el salón de su casa se juntaban jóvenes, personas de todos los credos y de toda condición social y económica. Yo estaba allí, llevado por una amiga, Cristina. Permanecí observando. Era el primer paso que daba fuera del movimiento espírita.

Allá por las tantas, la Tía Zaira me miró con cariño y dijo: “Wilson, ponte cómodo, tienes Buenos Amigos ahí junto a ti, si ellos quieren hablar o escribir por intermedio de ti, puedes aceptarlo. Será un placer tener a los Espíritus aquí en nuestro encuentro, tú eres médium, tienes tu misión con ellos, allá donde estés. Me puse feliz, por haberme brindado regazo, por su mirada desprovista de juzgamiento, por su mano tendida, sin restricciones. Y a partir de ahí, inicié mi jornada por los caminos de la espiritualidad sin fronteras.

Años más tarde, eché anclas en un ‘terreiro’ de Umbanda, donde aprendí mucho acerca de la espiritualidad a otros niveles de conciencia. Invitado por Doña Mariquinha, dirigente, y por sus Guías y los del señor José, su marido, realicé en aquel templo sesiones de Espiritismo, de mesa blanca, como a ellos les gusta decir. Aprendí mucho acerca de la mediumnidad y sobre cómo recibir comunicación con los ojos abiertos, andando. Conocí los misterios del cachimbo, cuyo humo deshace las bacterias energéticas del ambiente; del aguardiente que sirve como ingrediente para facilitar el trance; del sonido de los puntos cantados o trazados, que favorecen la sintonía, etc.Desde entonces sigo ese viaje por los caminos de la espiritualidad. Escuchar, aprender y practicar ha sido la tónica de mi vida y me ha curado. Ya no tengo dificultades ni restricciones porque mi espacio de trabajo es el Universo. Y acepto, con humildad y cariño, toda y cualquier información.

Suelo decir que a veces el Universo, caso no tenga a mano un instrumento precioso para transmitir un mensaje, se sirve de lo primero que encuentra. Una cliente, el otro día, me dijo: Wilson, yo estaba parada cerca del metro, pensando en la vida, sin saber exactamente qué rumbo dar a mis pasos, cuando a mi lado un borracho dijo: mire, señora mía, si no da el primer paso, no se moverá del lugar. La cliente echó una carcajada, de esas que nos permiten soltar todos los macaquillos internos, se sintió limpia, revigorizada y miró con ternura y gratitud para el pobre hombre. Él había sido el portador de la revelación divina para aquel alma en desaliño. Da tu primer paso, pasa la página, mira a más distancia, observa lo que está al otro lado de la calle. Hay siempre un horizonte, un camino esperando por tus pasos. Señora mía, dé el primer paso.


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