Meditación
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:34:19
por Marcos Spagnuolo Souza
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Traducción de Teresa
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Nosotros somos el ego que tiene millones de años. Por infinitas veces hemos transmigrado por el sistema material y aún continuamos presos en el universo de lo efímero. Habremos de permanecer en el espacio/tiempo/forma por interminables períodos mientras seamos ego.
El ego en sí siente: apego por espacio, tiempo, forma; gratificación de los sentidos; satisfacción del cuerpo; gusto por el mundo material; control de la naturaleza; búsqueda constante de riqueza y desea ardientemente el ascenso político, intelectual y económico. En el aspecto emocional, el ego interactúa con la pasión, la cólera y la bondad, siendo que en cada momento predomina uno de los aspectos de la emoción conforme a la influencia de la situación externa. En síntesis, el ego puede definirse como un ser que es únicamente el apego.
Todos los actos del ego en la búsqueda de la espiritualidad son inútiles, siendo totalmente infructíferos todos los deseos espirituales del ego, puesto que él en sí no posee vislumbre espiritual, ya que la espiritualidad está más allá del espacio/tiempo/forma. No es capaz de componer nada más allá de lo dimensional y todos sus actos tienen por objetivo su propia gratificación.
El ego es una ilusión y todo lo generado por él es un fraude, puesto que él es un ser virtual. El ego puede practicar la meditación, pero esa meditación suya no es más que una representación altamente superficial. Él puede cantar mantras y hacer sus peregrinaciones, pero todo ese teatro tiene por objeto satisfacer sus propios deseos con momentos de deleite.
El ego alcanza su máxima evolución cuando se apercibe de su propia nulidad ante lo infinito y se reduce a la nada, aniquilándose, vaciándose. En lo profundo de lo nulo, el silencio surge y el nuevo ser comienza su proceso de sustitución del ego. El nuevo ser es el Sagrado Ángel Guardián que está en constante proceso de meditación, sirviendo de intermediario o intercediendo para que la luz de Dios llegue al mundo de las tinieblas o los sistemas egóticos, cuya finalidad es la descomposición de los egos y lógicamente del universo material.
