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¡No eches la culpa al obsesor!

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 15/12/2010 10:28:28


por Bruno J. Gimenes - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

La gran mayor parte de las veces sucede que una persona se motiva para buscar su espiritualidad porque experimenta un período de calamidades emocionales, crisis en lo financiero y en lo existencial. Las puertas del mundo parecen cerradas para ella, y realmente es posible que lo estén. Son momentos en que todo sale mal, pero que muy mal, hasta el punto de que todos a su alrededor la compadecen. En ese instante no es realmente posible ignorar que algo extraño está pasando. Aparte de eso, muchas veces la persona se pone enferma, acometida de fuertes dolores y otras complicaciones físicas. Literalmente el mundo ha caído.

¿Qué es lo que está pasando?

Verdaderamente el mundo se ha caído porque había sido construido a lo largo de la vida sin cimientos firmes, y ahora la persona está cosechando lo que había plantado.

En esos momentos, la persona recurre a todo aquello de que haya oído hablar, en busca de ayuda para renacer y salir de ese fango en que se ha convertido su vida. En su desesperación, empieza una andadura loca en busca de suavizar el dolor y el sufrimiento, muchas veces sin medir las consecuencias. Es común la búsqueda de milagros, milagreros, gurúes.

No estoy aquí desvalorizando la figura de tantas personas en este mundo que están enseñando, ayudando, portándose como verdaderos maestros, que ayudan a las personas a entenderse en sus aprendizajes. En el Brasil y en el mundo hay miles de seres bienintencionados, preparados, dedicados y verdaderamente especiales, pues sin ellos la situación del Planeta sería aún peor.

Me refiero a que cuando la persona se hunde en la desesperación, crea una tendencia echar siempre la culpa a otro. Entonces, naturalmente también le parecerá que la solución de sus problemas está en manos de alguien externo; ese comportamiento se compagina con alguien que está fuera de su eje.

En esa búsqueda de suavizar el dolor, es común que las personas acudan a iglesias, templos, religiones y filosofías que atribuyen la causa de tantas desgracias, crisis y problemas a la presencia de seres desencarnados llamados obsesores o ‘arrimados’.

¡Está claro que la influencia producida por espíritus desencarnados y desequilibrados es nociva! Pero quiero evidenciar que la culpa no es del ‘arrimado’, del obsesor, del demonio o qué sé yo de quién. La persona, por su comportamiento, su patrón emocional y mental, su conducta de vida moral y ética es quien repele o atrae tales influencias.

Considero que la ayuda a las personas que sufren ese tipo de influencias es necesaria y que las energías intrusas han de ser retiradas para que la persona viva feliz, incluso porque, muchas veces, sin ayuda externa no lograría liberarse ella sola. Pero atribuir toda la culpa de un fracaso actual a un “pobre” obsesor, ¡caramba, eso sí es injusticia!

Pregúntate en primer lugar: ¿Qué he hecho yo para atraer ese tipo de influencias? ¿Por qué he establecido esa afinidad? ¿Dónde he fallado? ¿Qué he de cambiar para que eso no vuelva a suceder?

¡Bingo!!! ¡Es de eso de lo que estamos hablando! La ayuda externa es importante, sí, pero no servirá de nada si no modificas tu antigua manera de pensar, y eso da trabajo, requiere empeño y dedicación.

Cuántas personas se dicen obsedidas, van a sus iglesias a hacer descargos, limpiezas, purificaciones, desobsesiones, en cambio después de que vuelven a su casa se enojan con su cónyuge, cultivan el resentimiento, el odio, consumen alcohol, tabaco, etc. y no modifican en nada su comportamiento. Y bien ¿qué será lo que pasa después?

No tarda nada y la influencia espiritual se forma otra vez. ¿Sabes por qué?

Porque la única diferencia que hay entre una persona y su obsesor es que el uno está vivo y el otro no, solo eso. Están sintonizados por el patrón de pensamientos, por los vicios compatibles, las emociones densas, etc. La simple desobsesión, sin grandes dosis de consciencia, dificulta la evolución de cualquier ser.

Cuando la persona se purifica y eleva, la afinidad con esos seres se deshace. Con el patrón psíquico mejorado, pasamos a atraer seres espirituales con intenciones mucho más elevadas, configurándose en ese caso como bendición y no como influencia negativa.


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