NO ENCARCELES TU PODER FEMENINO
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 02/04/2016 09:06:18
Autor Irlei Wiesel - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Opresiones devastadoras;
Castración de la inteligencia y de la sabiduría;
Difamación y humillación;
Devastación total de sueños;
Falta de respeto a la individualidad;
Talento dilacerado por los prejuicios;
Fuerza personal escondida bajo una aparente ternura;
Voz suave susurrando y arrastrándose en una condición inferior debido al género;
Clamores ahogados por la negación del derecho a la libertad de expresión;
Obligaciones y exigencias impuestas por la sociedad machista;
Una vida sumergida en la tristeza y la depresión;
Una mirada perdida, inmersa en un tedio infinito;
Objetos femeninos codiciados y domesticados.
¡Triste destino, triste historia, triste pasado!
Las mujeres luchan hasta hoy por el espacio que es suyo. La condición de humanas elimina el derecho a la opresión. Sin embargo, históricamente, eso no ha ocurrido jamás. Lo mismo que el hombre, la mujer merece respeto.
En las memorias de vidas pasadas – y en la herencia genealógica – están almacenados los registros de tiempos remotos. No recordamos las escenas con nitidez, no obstante experimentamos limitaciones invisibles que todavía nos encadenan a tiempos llenos de persecución.
Soy de este tiempo y de todos los otros tiempos. Soy atemporal, pese a vivir en el presente, en el ahora. Tengo síntomas que no se justifican en una época con más libertad femenina.
Y sin embargo soy víctima de una sensación atormentadora, que a veces sugiere:
-¡Yo no puedo!
-¡Yo no merezco!
-¡Yo soy débil!
-¡Todo por los demás!
-¡Todo por la familia!
-Talento ¿yo?
-¡Lo mejor es esconderme!
-Hacerme notar es muy peligroso. ¡Esconderme es más sensato!
Son tantos los frenos que paralizan mis ímpetus de vencer y de avanzar que mi fuerza actual está intoxicada por miedos de otros tiempos.
La mujer tiene en su ADN un historial de agotamiento y caos. Ella lleva una carga que ni siquiera el tiempo ha podido borrar. La única forma de extinguir y superar este trauma de forma individualizada es hacer una observación crítica sobre determinadas reacciones y, ante lo expuesto, buscar ayuda para iniciar un proceso de sanación profunda, que pasa por el perdón. Sí, el perdón es el antídoto que limpiará las manchas dejadas por aquellos que durante siglos pisaron sobre nosotras, como si fuésemos una alfombra cualquiera. Estar en el suelo, sin derecho al respeto, es un registro terrible y que necesita ser perdonado.
Durante siglos hemos estado aprisionadas, sofocadas e impedidas de expresar ante el mundo todo nuestro talento y fuerza de voluntad. Pese a vivir limitadas al papel que nos ha sido impuesto – el de criatura generosa y sumisa – hemos aprendido a elevar nuestros pensamientos.
Actualmente nuestro corazón es más sensible y posee una capacidad casi natural de perdonar.
¡Pensad en esto! Juntas, somos más fuertes para limpiar las emociones, sensaciones y limitaciones de un pasado sombrío. Sanaremos en la individualidad y también en la colectividad.
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Irlei Hammes Wiesel
