No precisa ser para siempre, pero precisa ser hasta el fin
por Rosana Braga em STUM WORLDAtualizado em 27/07/2006 01:30:15
Traducido por Melissa Park - [email protected]
‘Para siempre’, en mi opinión, es nada más y nada menos que un día después del otro. O sea, es construcción. En principio, no existe. Pero basta que hagamos la misma elección sucesivamente y habremos construido el ‘para siempre’.
Lo que quiero decir es que el ‘siempre’ no es magia ni tampoco un tiempo pre-existente. Él es consecuencia. Nada más que consecuencia de una sucesión de días, vividos minuto por minuto.
En cuanto al amor, hay gente que cree que sólo es de verdad si dura “hasta que la muerte los separe”. Otras, como el gran Vinícius de Moraes poetizó, apuestan al “que sea eterno mientras dure”.
Yo, en este caso, admiro el coraje de quien va hasta el fin, de quien se entrega enteramente a lo que siente, de quien se permite vivir aquello que su corazón pide hasta que todas las llamas se apaguen. Más que eso: hasta que las brasas se enfríen y – después de todas las tentativas – nada más le quede que ser rescatada del fuego que un día ardió.
Claro que no estoy defendiendo la constante indefinida de actitudes desequilibradas, exagero sin sentidos o situaciones destructivas. Pero concuerdo plenamente con lo que está escrito en el conmovedor “Casi” (“Quase”) de Sarah Westphal (muchas veces atribuido a Luiz Fernando Veríssimo):
... “Para los errores hay perdón; para los fracasos, chance; para los amores imposibles, tiempo. De nada adelanta cercar un corazón vacío o economizar alma. Un romance cuyo fin es instantáneo o indoloro no es romance. No deje que la añoranza sofoque, que la rutina nos haga sentir cómodos, que el miedo impida intentar” ...
Porque de corazones partidos por causa de un amor vivido por la mitad las calles están llenas. Así como de almas que deambulan pareciendo un signo de interrogación, cuestionándose que más deberían haber hecho para que el otro no los abandone, con una huida furtiva o de manera cobarde o indigna.
Es por eso que insisto: mucho más que nos preocuparnos con el ‘para siempre’, precisamos comenzar a invertir en el ‘hasta el fin’, para que el ‘ahora’ tenga más significado, para que las intenciones, las palabras, las actitudes y todos los recomienzos sean parte de una historia más sólida, menos corrompida, que realmente valga la pena.
Entonces, cuestiónese: el corazón aún se acelera ¿cuando el otro se aproxima? El pecho ¿aún duele de añoranza? ¿El deseo aún grita, perturbando el silencio de la noche? ¡No llegó al fin! No acabó.
Se que, en algunos casos, motivos de fuerza mayor impiden que un amor sea vivido (y ahí la separación puede ser señal de madurez), pero en la mayoría de los casos lo que aparta dos corazones es mucho más la intolerancia, ilusiones o auto defensas tontas que algo que realmente justifique el lamentable desenlace.
El otro ¿no quiere? ¿Desistió? ¿Se acobardó? Ok! Por más imbécil que sea, es un derecho de él. Esté seguro de que hizo lo que estaba a su alcance y después….bien, después recójase y considere: “para los amores imposibles, tiempo”.
Tiempo en el que usted terminará descubriendo que la vida tiene su manera misteriosa de hacer que el amor suceda, pero que – al final de cuentas – feliz es quien, a pesar de todo, tiene el coraje de ir hasta el fin.
