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Perdón X Obsesión Espiritual

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 08/04/2020 11:34:26


por Nadya Prem (Nadya Prado)
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Traducción de Teresa
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El perdón es la absolución de una culpa que se atribuye a otro o a uno mismo, por algún acontecimiento pasado, que se cristaliza. Una fijación obsesiva y creciente. El espíritu trae al presente el sufrimiento vivido en esta o en otra encarnación y, en su juzgamiento, amparado por sus creencias y valores, condena al otro por haberle hecho sufrir, o se culpa a sí mismo.

Lo más interesante es notar que el perdón es un sentimiento que no tiene nada que ver con liberar a alguien de una culpa, sino que implica liberarse a uno mismo. Disolver resquemores y resentimientos que antes de alcanzar el corazón de alguien, entorpecen el pecho de quien los siente.

Siempre que ponemos a la culpa como mediadora en las relaciones interpersonales e intrapersonales negamos la presencia amorosa en nosotros. Cuando tomamos la decisión de juzgar, dejamos de lado lo iluminado y asumimos la posición del egoísta, que se mira a sí mismo y a fuera con la vista envenenada por sentimientos contrarios a la compasión.

Estamos afiliándonos al sufrimiento, considerando que ese es nuestro camino. La elección es nuestra y de nadie más.
¿Cómo puedo echar la culpa a alguien de que mi corazón se haya endurecido?
¿Cómo puedo ser feliz si no creo en mi capacidad de amarme a mí mismo y al prójimo?

Condenar a alguien o a nosotros mismos nos aleja de la esencia pura y cristalina que abastece nuestra alma. Se interrumpe el flujo Divino y se aprisiona la conciencia al pasado. No se puede vivir el presente con la mente presa en el pasado. La energía estancada impide que lo nuevo surja en nuestra vida.

El perdón es luz para quien juzga.

Las obsesiones espirituales, en gran parte, tienen a la culpa como impulso primario, para flagelo del espíritu que se somete a vengar su pasado. Acercándose a aquel que considera haberle perjudicado, continúa en su angustioso drama interior, intentando perjudicar a su enemigo.
Si hay sintonía entre ambos, el espíritu sufrirá la influencia maléfica que le es dirigida.

Muchos casos de perturbaciones psicológicas, desarmonías familiares y en la vida como un todo, pueden tener el proceso obsesivo como coadyuvante. Ante la ley de causa y efecto, el karma se cumple. No como un castigo, sino como un proceso natural, por el cual los espíritus vinculados por lazos energéticos de odio tienen como destino deshacerlos y convertir el sufrimiento en amor.

Mientras haya alguna brecha energética en el obsedido debida a su conducta, a su patrón vibracional, el obsesor se mantendrá activo. No obstante, cuando la sintonía se acaba, la obsesión cesa.
A decir verdad, quien más sufre y se perjudica es el propio obsesor, que retrasa su trayectoria y perpetúa su malestar, su dolor. Dilacera su corazón y sus cuerpos sutiles. Al fin y al cabo, no existen culpables.

El espíritu endurecido, que juzga y condena al otro o a sí, es el creador de su mundo interior atormentado. Y no siempre alcanzará su objetivo, visto que su sufrimiento está causado por su limitada visión.
Nadie ofende a quien no se siente ofendido. Ningún sentimiento que tengamos es responsabilidad de otro. Todos los sentimientos que brotan en nosotros nacen de nuestra mente inferior, de nosotros mismos y de nuestra falta de comunicación con nuestro yo observador.

Ese sentimiento de culpa se produce con frecuencia, por ejemplo, en las relaciones amorosas, cuando una relación conyugal termina por una de las partes. Hay una reacción casi instantánea del otro en no aceptar la ruptura, en culpar a la pareja a quien tanto se ha dedicado, sintiéndose traicionado y abandonado.

Una relación deshecha, alimentada por el ego, que no se sostiene y que puede fomentar el odio y la venganza obsesiva.
El perdón es el remedio que sana al juzgador, dándole la oportunidad para poner un final feliz a su historia.

Hay espíritus que viven en la esfera umbralina desde hace milenios, rumiando el pasado y chapoteando en el fango de los sentimientos que producen en su mundo psicológico.

Si tú albergas algún resentimiento en tu corazón, deshazte ahora mismo de él. ¡Recuerda que aquel que te ha hecho daño, de esa forma continuará haciéndotelo! Tú no eres merecedor de ese castigo. Detente algunos instantes y percibe que tú no tienes que castigarte. Sí, el mayor perjudicado es siempre el que no quiere perdonar.

No existen víctimas en ese juego de culpables, porque todos somos responsables por lo que creamos para nuestra vida. Y si alguien te culpa, no lo permitas, no acojas ese sentimiento. Sé compasivo con la vida, con el prójimo y principalmente contigo mismo.

Namasté

Los ángeles llevan la luz del perdón a todos los rincones
Los socorristas con sus brazos tendidos aguardan atentos a sus hermanos amargados
Cantan canciones de amor que tocan el corazón trabado por el sufrimiento íntimo
Brota el perdón por todas partes como fuego purificador.
Entonces se levantan de la oscuridad tantos espíritus que adormecieron
Y listos para volver a la vida, dejan correr las lágrimas que son todo el dolor que se disuelve por los ojos vívidos e iluminados por Dios


Nadya Prem


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