Pereza académica
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 07/08/2017 09:50:59
Autor Tom Coelho
[email protected]
Traducción de Teresa
[email protected]
“No hacer nada es el mejor camino para no ser nadie”.
(Nathiel Hower)
Fue lanzada en 1964 y tuvo su primera edición agotada en tan sólo diez meses. Rápidamente se convirtió no sólo en objeto de deseo sino en instrumento singular de apoyo educacional. En los años 1970 y hasta mediados de los ochenta, fue el mejor regalo que unos padres podrían hacer a sus hijos, a menudo adquirida con dificultad y pago a plazos. Hablo de la Enciclopedia Barsa.
Me acuerdo de aquella colección con 16 libros de tapas coloradas y letras doradas que me auxiliaba en las tareas escolares y abría las puertas hacia un mundo sorprendente que esperaba a ser desvendado. El atlas geográfico suscitaba mi curiosidad por países, banderas, monedas e idiomas. Y las pesquisas a los diversos artículos estimulaban el placer por la lectura y, consiguientemente, por la escritura, visto que los temas consultados tenían que ser redactados en un cuaderno o en un trabajo académico que había de entregarse.
Con el advenimiento de Internet, las enciclopedias han caído en desuso. Hoy, un estudiante ya no necesita hojear páginas en busca de una información. Basta acceder a un sitio de búsqueda para localizar el tema de su interés, con miles de enlaces relevantes. Después, sólo hay que copiar y pegar el texto, imprimiéndolo y dando por terminada la misión.
En este proceso hay muchas pérdidas. El placer por la lectura se disipa. Periódicos, revistas y libros son vehículos proporcionalmente menos utilizados. Y el hábito de la escritura también se desvanece. Papel y pluma son sustituidos por procesadores de texto. La emoción y la personalidad presentes en la caligrafía dan lugar a la frialdad de los bits y bytes.
Pero la facilidad de acceso a la información también ha traído consigo un efecto colateral: los jóvenes se están haciendo más indolentes y apáticos. Casi diariamente recibo mensajes de universitarios solicitando artículos, ensayos, gráficos o cualquier tipo de material que pueda ayudarles en un trabajo académico o en la elaboración de su monografía. Hay ocasiones en que estas peticiones llegan de forma serena y consciente, dejando claro que mi eventual contribución será accesoria, complementaria a la actividad que desarrollan.
Sin embargo, hay circunstancias en las cuales las peticiones que me visitan van desde la definición de una palabra que puede ser encontrada en los diccionarios (éstos, también en desuso) hasta la mera transcripción, en su integridad, de una tarea propuesta, incluyendo fecha para entrega y reglas para su presentación. Así, el estudiante me encamina las cuestiones tal como le fueron formuladas, esperando respuestas ya hechas que puedan eximirlo del trabajo de pesquisar, leer, recopilar, en fin, estudiar.
Esta verdadera fiebre asola también las llamadas comunidades virtuales. Quienes participan en grupos o foros temáticos de discusión, saben de qué estoy hablando. En este caso, la conducta se extiende también a los profesionales a la caza de planillas, testes de evaluación, dinámicas de grupos, entre otros.
La información y el conocimiento deben ser compartidos. Por eso, jamás dejo a un lector sin respuesta, cualquiera que sea su demanda. Pero miro con preocupación esta tendencia a la comodidad, a veces travestida de oportunismo, porque me hace recordar a Confucio, que decía: “La pereza anda tan despacio que la pobreza fácilmente la alcanza”.
* Tom Coelho es educador, conferencista en gestión de personas y negocios, escritor con artículos publicados en 17 países y autor de nueve libros. E-mail: [email protected]
