Por qué las dietas no funcionan
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 28/09/2011 12:34:58
por Andre Lima - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
A todo momento surgen dietas innovadoras. Dieta de la luna, del carbohidrato, de la proteína, del tipo sanguíneo, batidos para sustituir comidas, suplementos, medicamentos para reducir el hambre… Libros y más libros sobre el tema, revistas y artículos en Internet dando “claves” para adelgazar.
El caso es que la gran mayoría, aun estando por encima del peso y afirmando que desea seguir el régimen, simplemente no va a conseguirlo durante mucho tiempo.
Normalmente abandonarán la dieta tras cierto tiempo y nuevamente “encontrarán” más tarde todos los kilos que han “perdido”. El famoso efecto yo-yo. Raros son los casos de personas que pierden el peso permanentemente. Y las que lo han conseguido, hacen un gran esfuerzo y un sacrificio eterno para mantenerlo.
El problema no está en la dieta, sino en el interior, en lo emocional de cada persona. ¿Qué motivos nos llevan a comer más de lo que necesitamos? ¿No parece algo antinatural? Nuestro organismo es perfecto y el hambre debería ser únicamente la suficiente a fin de saciar nuestras necesidades fisiológicas. Comemos más allá del hambre física.
Observa que los animales que viven en la naturaleza no padecen problemas de sobrepeso. En cambio, algunas mascotas sí, dependiendo de las condiciones en que viven, si pasean, si reciben atención de sus dueños, etc.…
Todo está absolutamente relacionado con la parte emocional. El deseo irresistible de comer más allá de lo que el organismo necesita para mantenerse, surge para compensar inquietudes interiores. Problemas emocionales, enojos, frustraciones, resentimientos, soledad, culpa, miedo, estrés, rechazo, abandono, problemas familiares, etc.… Todo esto junto empieza a hacer presión en nuestro sistema emocional, generando una inquietud que llamamos “ansiedad”. Comer es un placer natural, que nos aporta un consuelo momentáneo.
Cuanto más inquietos estemos, más necesitaremos un placer como la comida para sentirnos bien. El problema es que la sensación de satisfacción es pasajera. Tan pronto como la barriga empieza a vaciarse, el sentimiento de inquietud volverá, llevando a la persona nuevamente a comer más de lo que necesita.
Ese mismo proceso es lo que lleva a otras compulsiones, tales como: tabaco, drogas, bebidas, diversión en exceso, sexo en exceso, navegar en Internet horas y más horas, pasar demasiado tiempo ante la tele, trabajar en demasía… Cuando alguien intenta controlar la cantidad de comida sirviéndose únicamente de su fuerza de voluntad, la tendencia es a buscar otros hábitos para compensar. Y normalmente son hábitos negativos. O entonces se pondrá muy nervioso y ansioso, haciéndolo pagar a las personas de su entorno.
Las comidas más calóricas – dulces, pastas y grasas – son las que producen mayor estímulo y mayor placer, y por ello son las que despiertan más deseo cuando estamos ansiosos. Nunca he visto a nadie tener un ataque de compulsión por la zanahoria, el brécol o la lechuga.
Entonces ¿cuál sería la solución? Trabajar y resolver profundamente aspectos emocionales que están guardados. Esto reduce la ansiedad, trae calma y paz interior. De esa manera, no habrá razones para descontar nada en la comida. Las dietas no sirven de nada porque no solucionan el origen del problema. Puedes pasarte la vida intentando controlarte para no comer en exceso o no comer comida-basura, o bien seguir un camino para resolver tus cuestiones y, así, adelgazar sin sacrificio. Esto se reflejará de modo positivo en varias áreas de tu vida.
Es interesante lo que me ocurrió hace unos dos años. Estaba muy por encima de mi peso. El estrés en el trabajo y varios problemas que arrastraba, me hacían estar muy ansioso. Todas las noches necesitaba comer mucho antes de dormir. Era un deseo casi incontrolable. Si no comiese bastante, no me aquietaba. Bufé libre, de pizza y sushi todas las semanas, era una ley para mí. Cuando no iba, hasta me enfadaba.
Empecé a trabajarme con la *EFT (técnica para auto-limpieza emocional, véase al final del artículo cómo recibir un manual gratuito). Todo lo negativo que aparecía, lo iba eliminando con esa técnica. El resultado, a medio plazo, fue una disminución muy considerable de la ansiedad. Empecé a comer menos de manera natural. El acudir al bufé libre se fue espaciando. Aunque intentase comer mucho, ya no era capaz. El deseo de comidas calóricas también se fue reduciendo. Es interesante cómo empezó a surgir un deseo natural de comidas sanas: menos carne, menos grasas, menos lacticinios, más frutas, verduras y cereales.
Resultado final: perdí 9 kilos, sin hacer esfuerzo alguno para ello. Hoy el peso se mantiene sin que yo tenga que controlarme. Sé que si empiezo a engordar, se debe a que hay algo emocional que necesita ser trabajado.
Claro que todavía me gustan algunas cosas no del todo sanas, como una buena pizza, por ejemplo, pero nunca en la cantidad de antes. Hoy, percibo que los momentos en que más deseos tengo de comer pizza surgen en los días de fin de semana en que elijo no salir y quedarme en casa escribiendo, o incluso no haciendo nada. ¡Es casi irresistible! Comer para compensar el sentimiento de estar solo.
Percibe, entonces, que el exceso de peso no es más que un síntoma. Mientras exista, es señal de que está compensando algo, o muchas cosas… ¡Y la lista puede ser grande!
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