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¿Por qué tenemos miedo a los Espíritus?

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 02/02/2011 14:59:40


por Dárcio Cavallini - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

Es increíble el elevado número de personas atendidas por mí, en estos largos años de carrera como terapeuta, que afirmaban sentir miedo a los espíritus. Y al preguntar “¿por qué?” ninguna de ellas lograba definir los verdaderos motivos.

Muchas decían en un primer momento no sentir miedo, solamente una ligera prevención, pero rehusaban profundizar en el asunto cuando se les invitaba a hacerlo.

Otras decían no importarles el tema, pero al ser cuestionadas sobre los misterios que envuelven ese asunto cambiaban rápidamente el rumbo de la conversación.

Es interesante observar que buena parte, la mayoría, eran frecuentadores habituales de casas espíritas kardecistas y algunos además trabajaban en los grupos de pases.

Al efectuar una encuesta directa para intentar comprender las causas de ese miedo colectivo, obtuve algunos indicios de ese temor cuyo origen, aparentemente, es desconocido.

Poco se sabe respecto del mundo espiritual, porque la ciencia no reconoce los fenómenos mediúmnicos que ocurren comúnmente en las casas espíritas o en otras prácticas. La ciencia, como organismo sistemático, admite solamente hechos que tengan comprobaciones materiales, o sean susceptibles de medición con algún aparato reconocido por el mundo científico; esto hace imposible su comprobación, debido a que los acontecimientos del mundo espiritual están en un patrón vibratorio muy lejano de la realidad física, material, aceptada por el mundo científico.

Tanto es así que la propia Organización Mundial de la Salud, el órgano regulador de las entidades médicas del planeta, admitió en el año 1998 la existencia de hechos espirituales que inciden sobre la salud de los seres humanos e incluyó en el CID, código internacional de dolencias, la enfermedad “obsesión espiritual”, en el apartado f.44.3.

Pese a ello, médicos y órganos gubernamentales de salud en todo el mundo desconocen ese hecho; no sé por qué motivos, pero el caso es que si se pregunta a cualquier médico sobre esta cuestión, como he venido haciendo todos estos años, la respuesta de un 99% de ellos es de total desconocimiento del asunto.

Los casos de procesos obsesivos espirituales son tratados con medicamentos que causan dependencia, y nada ha sido modificado en ese sentido. Se rotula a las enfermedades como Síndromes diversos, depresión y otros nombres; y ese diagnóstico es cerrado de forma subjetiva, ya que no existen exámenes o aparatos científicos que puedan ser utilizados para identificar tales anomalías del cuerpo humano.

La enfermedad es identificada por los síntomas y solamente éstos son tratados, y no las causas, imposibles de identificar con los equipamientos disponibles en el mercado.

Tenemos la cultura de valorar el cuerpo físico y todo lo que en nuestro entorno pueda ser identificado por nuestros cinco sentidos, que solo consiguen captar la sintonía de la materia física.

Somos un espíritu antes de convertirnos en un ser humano y tener un cuerpo físico; éste es formado a partir de nuestro programa de vida, cuyo proyecto hacemos antes incluso de venir a este planeta e incorporarnos a ese cuerpo físico, construido por nosotros mismos mediante la energía electromagnética que nos proporciona nuestra madre con su propio cuerpo físico, único vehículo capaz de captar esta energía proveniente de la Tierra.

Nuestra educación nos limita en cuanto a los conocimientos acerca de nosotros mismos. Hemos aprendido desde pequeños que somos un cuerpo y que todo gira en torno a ese cuerpo físico y sus manifestaciones.

Las atribuciones del espíritu, que somos, quedan relegadas a un segundo plano, o completamente olvidadas, omitidas, con el objetivo obvio de control de la masa humana.

En ese sentido, somos orientados y motivados para competir, lo cual es totalmente contrario a nuestros instintos.

El espíritu milenario que habita nuestro cuerpo físico no comprende lo que es competición, por eso es preciso educarnos en la disciplina de aprender a competir.

Somos un espíritu que nació del amor, que es la energía proveniente de la fuente Suprema y solo estamos felices cuando estamos en la sintonía del amor, energía primaria fuente de la vida.

Cuando somos felices, nos sentimos seguros, confiados, realizadores y dueños de nuestras propias ideas y pensamientos. No tenemos miedo a nada ni a nadie.

¿Te has fijado en que todas las veces que en tu vida has estado enamorado de alguien o de algo, no aparecían en tu cabeza pensamientos de miedo o situaciones de inseguridad?

Porque en la pasión, que es el amor con impulso de la acción realizadora, estamos enteros. No hay forma de medir la pasión, no hay equipamientos científicos que puedan computar el volumen de un amor.

El amor se siente, no es susceptible de medición. Porque el amor es emoción y toda emoción es una acción del espíritu manifestada en el cuerpo físico y no una función fisiológica material.

Cuando sentimos miedo a los espíritus estamos, del mismo modo que la medicina tradicional, intentando interpretar actos emocionales de nuestro intelecto de forma lógica, racional, lo cual no es posible. La razón no siente.

Es lo mismo que intentar explicarle un color por teléfono a otra persona al otro lado del hilo, no hay cómo explicarlo, un rojo puede tener muchos matices y cada uno de nosotros va a “sentir” e interpretar el color según sus patrones emocionales y no con la razón.

Cuando tenemos miedo a los espíritus solo estamos intentando interpretar con los cinco sentidos físicos, y no lo conseguimos, por razones lógicas; tendemos por la educación recibida a rechazar lo que no comprendemos, porque no tenemos control sobre tales acontecimientos. Y nuestra educación nos incentiva a tener miedo de las sensaciones que estén fuera de nuestro control.

La próxima vez que tengas miedo a los espíritus, intenta mirarte al espejo, bien al fondo de tus ojos y pregúntate: Al fin y al cabo, ¿quién soy yo? ¿Hombre o espíritu? ¿Qué diferencia hay entre ese espíritu y yo?

Quizá percibas que un espíritu, cuando se comunica contigo, solamente está en tu sintonía, como si fuese una línea telefónica y el resultado es tan solo una conversación silenciosa, sin voz.

Quizá puedas darte cuenta de que se trata solamente de un sistema de telepatía, simple, como una conversación informal con cualquier otro espíritu que, como tú, también esté dentro de un cuerpo físico.

El cuerpo físico que tu espíritu ocupa en este momento, un día habrá de quedarse aquí en la Tierra, porque está hecho de materia del planeta, pero tú, espíritu, continuarás vivo y existiendo aquí o en otra dimensión, según tu libre albedrío, tu elección.

¡Tú eres un espíritu!

Hasta la próxima.


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