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Psicoterapia Reencarnacionista en 10 lecciones - Parte 5: La muerte

por Mauro Kwitko em STUM WORLD
Atualizado em 05/08/2005 19:30:12


Traducido por Teresa - [email protected]

No existen el nacimiento y la muerte, estos conceptos han sido creados y mantenidos por la no creencia en la reencarnación. Estos aparentes límites existen para ilusión de nuestra Personalidad Inferior, mientras que para nuestra Esencia no son más que la llegada y la partida de aquí. La llegada, plena de esperanzas, planes y proyectos y la partida, frecuentemente, repleta de frustraciones y fracasos. La no creencia en la reencarnación es uno de los principales factores que limitan la evolución del ser humano en cuanto a su liberación del inmediatismo, del egoísmo, del materialismo; frutos de la consecuente tendencia a vivir apenas el día de hoy, esta vida, sin una visión histórica de antes y después, sin una perspectiva más amplia. Y esta visión limitada y limitante, por desgracia está reforzada por la Psicología oficial, que analiza y trabaja el "inicio" de la vida de los pacientes hasta el "final", por ser heredera de las ideas de las religiones dominantes, no-reencarnacionistas. Los psicólogos y los psiquiatras que creen en la reencarnación ya tienen una alternativa: la Escuela de Psicoterapia Reencarnacionista.

Después de nuestro desencarne, cuando nos dirigimos a otros lugares, en el Plano Astral, muchas veces nos percatamos de cuánto hemos caído en las armadillas terrenas, de cuánto hicimos por la evolución de nuestra Esencia, de cuánto hemos dejado de hacer, en qué hemos acertado, en qué nos hemos equivocado, en qué nos hemos perdido. La expresión más común es "Ah, si yo lo hubiera sabido"... En este caso, si hemos de llevar a cabo después esa auto-evaluación y ese 'mea culpa', ¿por qué no hacerlo ahora, cuando tenemos oportunidad de rectificar nuestro camino aquí, de corregir nuestras actitudes aquí? Es muy triste, después de la partida, darnos cuenta de que hemos caído en las armadillas y dejado de cumplir lo que nos habíamos propuesto antes de descender, manteniendo nuestras antiguas amarguras, resentimientos, tristezas, sensación de inferioridad, miedos o nuestro antiguo orgullo, vanidad, apego a los bienes materiales, en fin, todas estas cuestiones, ligadas a nuestro Ego, a las ilusiones de nuestra Personalidad Inferior, mientras que los verdaderos valores de nuestra realidad infinita han sido dejados a un lado, por ignorancia, por descuido, por ceguera. Y constatamos, entonces, que repetimos el mismo error de encarnaciones anteriores, reencarnamos para mejorar características inferiores nuestras y las hemos mantenido por creer que habían surgido aquí, sin atender a que ya venían con nosotros al bajar.

El psicoterapeuta reencarnacionista debe recordar a sus pacientes que las cosas no comienzan en la infancia y que nuestras imperfecciones brotan de dentro de nosotros y no de los acontecimientos de la vida. Las claves para el real aprovechamiento de una encarnación son: la noción de la Personalidad Congénita y el entendimiento de la Ley del Karma.
Debemos recordar con frecuencia que un día habremos de dejar este cuerpo físico y esta dimensión física y que nuestras relaciones afectivas y familiares tal como están estructuradas, mediante rótulos, son apenas de esta encarnación (en otras encarnaciones lo son con otros rótulos). ¿Qué llevaremos con nosotros el día de la partida? Todo lo que es sólido permanecerá por aquí, o sea, nuestro cuerpo físico y todo lo demás visible. En verdad nada es sólido, mas con fines didácticos, en este texto dividiré las cosas en dos categorías: aquello que es visible ("sólido") y lo que es invisible. Cuando subamos, solamente nos acompañarán nuestros sentimientos (en el cuerpo emocional), nuestros pensamientos (en el cuerpo mental), nuestros actos, memorias, en fin, todo lo que es invisible. Las buenas obras irán con nosotros, también las malas, el amor, la caridad, los gestos de fraternidad estarán con nosotros al lado de los odios, los rencores, los gestos violentos, los egoísmos. Los buenos y los malos pensamientos, los buenos y los malos sentimientos, lado a lado, confrontándose. ¿Cuál será entonces nuestra auto-evaluación? Evidentemente será aquello que esté prevaleciendo, y de ahí vendrá la sensación de victoria o de derrota. Es muy triste la constatación de una equivocación, una encarnación transformada en una secuencia de actos equivocados, nuestra actuación gobernada por una 'persona' que, aunque real por naturaleza vive de manera ilusoria, atrapada en las armadillas, por no reconocer que es temporal, por no conectarse a sus verdaderos propósitos y metas.

¿Está todo perdido? Claro que no. No existen el cielo ni el infierno, a pesar de que algunas dimensiones espirituales se asemejen a ellos. En verdad, existen muchas dimensiones para donde podemos ir tras la muerte del cuerpo físico, y esto será determinado por nuestro patrón emocional y mental y la frecuencia vibratoria correspondiente. En el mundo invisible, lo semejante atrae a lo semejante. Conforme a nuestra frecuencia al desencarnar, podremos subir rápidamente para la Luz, si estamos ligeros, o más lentamente si estamos un tanto pesados, ¡o bien podremos no llegar allí, si estamos demasiado pesados! Para subir, cuanto más ligeros, mejor, y ligereza quiere decir buen carácter, amabilidad, sensibilidad, pensamientos positivos, buenos sentimientos, buenas obras, altruismo, espiritualidad. La tristeza pesa, la amargura pesa, la ira pesa, el materialismo pesa, el egoísmo pesa mucho.

Después de la "muerte" no nos volvemos una "nubecita" o algo fantasmagórico, al contrario, mantenemos nuestra identidad, perdemos solamente el cuerpo físico y el doble etérico, por tanto mantenemos los sentimientos, pensamientos, memorias y nuestra personalidad. Permanecemos exactamente como somos, en todos los aspectos, excepto el cuerpo físico, vehículo para nuestra manifestación en la Tierra. La Personalidad Inferior es ilusa en la manera como se ve a sí misma y en como se relaciona con todo lo que la rodea mientras está por aquí, y esta ilusión procede de la falta de una verdadera visión, que a su vez procede de la falta de auto-conocimiento, el cual procede, a su vez, de antiguas ideas religiosas que han venido bloqueando la evolución de conciencia del ser humano. La mayoría de nosotros apenas conoce su cuerpo físico y muchos creen incluso que los pensamientos y sentimientos se encuentran en el cerebro. ¿Cómo han de entender la "vida" y la "muerte", con tan poco conocimiento?

Muchos se preguntan cómo es la vida después de la muerte. En verdad esa pregunta está equivocada incluso en su formulación, toda vez que, si no existe muerte, tampoco vida después de la muerte, lo que hay es un eterno 'continuum', somos nosotros siempre, nuestra Esencia, nuestra Conciencia, bien estemos en este Plano Terreno, o no. Quien esto entienda perderá el miedo a la muerte y al mismo tiempo aumentará su responsabilidad con la "vida", es decir, la responsabilidad de su Personalidad encarnada con su encarnación. Nuestra Esencia confía en nosotros y nos anima como si fuese la "hinchada" organizada en la gradería. A veces puede "entrar en campo" solamente como hace el técnico, al borde del terreno de juego, transmitiendo orientaciones, pero quien se encuentra disputando el partido es nuestra Personalidad Inferior. Sin embargo, pocos son los jugadores que atienden a las indicaciones del técnico. No digamos obedecer...

Una cuestión fundamental es en qué situación saldremos de aquí, o sea, en qué estado mental y emocional, cómo estaremos, en que frecuencia vibratoria. Los niveles de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones son los que determinan nuestra frecuencia y como va transcurriendo nuestra vida terrena. Esto explica la "suerte" y la "desgracia". Lo más importante de todo es nuestra frecuencia, durante la vida o después de la "muerte". Una frecuencia elevada nos sintoniza con cosas buenas, con seres elevados, con la felicidad, con el bien, pero una frecuencia baja, al contrario, nos sintoniza con cosas malas, con seres inferiores, con la tristeza, con el mal. Día vendrá en que la Física explicará todo lo que las religiones están intentando explicar.

Después de que sale nuestra Conciencia del vehículo físico ("muerte"), va para el cuerpo emocional que presenta una determinada frecuencia, en función de nuestros sentimientos y, esta frecuencia determinará nuestro destino post-desencarne. Existen varias opciones de destino y, a fin de cuentas, aquella vieja historia de cielo e infierno no está tan lejos de la realidad, apenas no se trata de una dicotomía, sino que existen innumerables posibilidades de "cielos" y de "infiernos". Nuestro destino, tras la muerte del cuerpo terreno, dependerá de nosotros mismos, o sea, de cómo vivamos mientras estemos aquí, y esto depende de cómo pensamos y de cómo sentimos y de nuestra mayor o menor capacidad de amar. Hemos de cuidar nuestro cuerpo emocional (sentimientos), puesto que es allí donde iremos después de la muerte de nuestro vehículo físico. Donde está nuestra Conciencia, allí nos sentimos nosotros: en el cuerpo físico mientras estamos encarnados despiertos y en el cuerpo emocional mientras dormimos o después de la muerte del cuerpo físico.

En tal caso vale la pena, sí, ser feliz, ser útil, ser altruista, ser honesto, ser trabajador, ser espiritualizado, y no vale la pena ser infeliz, ser egoísta, ser apegado a los bienes materiales, ser deshonesto. Se ve entonces cómo actúan las ilusiones, pues algunas personas que son símbolo del éxito personal o profesional, ¿cómo estarán sintiéndose, después de su desencarne? Y otras, humildes, quietas en su trabajo, aparentemente fracasadas según los modelos materialistas del mundo terreno, ¿cómo estarán después? Por eso es muy difícil enjuiciar a alguien según los criterios materialistas y por los modelos socialmente aceptados e incentivados. Muchas veces es más arriesgado nacer en una familia rica que en una pobre, como también lo es ser agraciado físicamente, pues las armadillas del mundo material siempre están al acecho de las desatenciones, a fin de capturar a los incautos y poco avisados.

No solamente la manera de proceder en esta actual estancia terrena trazará nuestro destino después del desencarne. En verdad, todo es una cuestión de "crédito y débito", energéticamente hablando y no desde el antiguo punto de vista religioso basado en la culpa y en el temor. Abandonamos este cuerpo físico siendo mejores o peores que al llegar, dependiendo de cómo hemos pensado, sentido y actuado. Una persona que en esta vida se ha conducido de manera equivocada, desde el punto de vista moral y ético, pero que posee suficiente "crédito" de otras existencias pretéritas, no tendrá el mismo destino de otra que no lo posee. Importa mucho que la noción de continuidad permanezca fuerte en nuestro raciocinio, porque no se puede evaluar una actuación tan sólo en esta vida como determinante del destino post-muerte física. Somos la misma Conciencia, la misma Esencia, y cada vida terrena es como un día, y de este modo podemos tener un día en que practicamos malas acciones, pero si en días anteriores el conjunto de buenas acciones predomina, el resultado final, hablando en términos vibratorios, es el que contará. No habrá enjuiciamiento sea de quien fuere a nuestro respecto, todo es consecuencia de nuestra frecuencia vibratoria, estemos aquí o en el "lado de allá". No hay jueces o juzgadores, tan sólo nosotros mismos, nuestra frecuencia vibratoria y aquello que sintonizamos. El denominado Umbral (Infierno) son regiones de baja frecuencia en que están los seres que vibran en esa frecuencia. Las experiencias en ese lugar son muy desagradables y de sufrimiento, pero al cabo de algún tiempo, esas Conciencias desencarnadas pueden ascender a niveles superiores de frecuencia, por méritos propios y/o por trabajos de rescate de los planos espirituales superiores.

Algunos - después del desencarne - todavía permanecen por aquí, convertidos en los denominados obsesores, sujetos a otras personas, a valores materiales o a vicios. Quieren continuar junto a sus posesiones, quieren vengarse de sus desafectos, quieren seguir al lado de sus pasiones. Por lo regular se convierten en motivo de trastorno para los encarnados que con ellos se relacionan y se hace necesario un trabajo de toma de conciencia y esclarecimiento para que se aperciban de la oportunidad de evolución que han tenido con el desencarne, desligándose de las ilusiones de este pasajero plano material. Tienen que entender la realidad de la reencarnación y lo relativo y temporal de su actual Personalidad Inferior. Han desencarnado y sin embargo no se han libertado de las ilusiones. Otros permanecen por aquí, no por mala intención, sino con el deseo de cuidar de seres queridos, familiares o amigos que suponen necesitados de su atención. También debe hacérseles tomar conciencia y encaminarlos para dimensiones compatibles con su estado de desencarnado. Generalmente tienen un destino bueno.

Es importante que tengamos clara la noción de que la muerte del cuerpo terreno no determina el final de la existencia, nada cambia, a no ser por la ausencia del cuerpo físico. Los sentimientos y los pensamientos permanecen exactamente como eran, o sea, todo sigue igual, tan sólo que el cuerpo material ya no es necesario, puesto que se abandona la trayectoria terrena. No nos volvemos una "nubecita" al desencarnar, al contrario, no cambiamos, intrínsecamente, ¡en nada! El cuerpo físico solamente es el vehículo utilizado por nuestra Esencia en la trayectoria terrena y su muerte en nada nos altera, es decir, la muerte existe solamente para el vehículo, no para la Esencia. En este caso no debemos temer a la "muerte", muy por el contrario, debemos pensar en ella con lucidez, para ir rectificando nuestra trayectoria, corrigiendo y purificando nuestros pensamientos y sentimientos. Debemos vivir esta vida terrena en que se incluye la muerte del cuerpo presente, no como algo mórbido, sino como una alerta para que no nos olvidemos de la responsabilidad, en cuanto Personalidad Inferior, en relación a nuestra Esencia y a la transitoriedad. La muerte física es el retorno al Plano Astral y lo ideal es que ese regreso sea feliz y victorioso. Sin embargo, no es lo que se observa en la práctica, en que la mayor parte de los retornos se acompaña de enfermedades graves, sufrimiento, depresión, amargura, ira, etc. El que se hace viejo siendo feliz, realizado, activo, bondadoso, dócil, manso y muere bien, llegará arriba como un victorioso.

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clubestum Mauro Kwitko é médico auto-licenciado do Conselho de Medicina para poder dedicar-se livremente ao seu trabalho como psicoterapeuta reencarnacionista. Em 1996, começou a elaborar e divulgar a Psicoterapia Reencarnacionista. É fundador e presidente da ABPR. Ministra Cursos de Formação em Psicoterapia Reencarnacionista e Regressão Terapêutica há muitos anos, tendo formado centenas de psicoterapeutas reencarnacionistas.

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