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Saber recibir

por Bel Cesar em STUM WORLD
Atualizado em 30/04/2009 12:36:41


Traducción de Teresa - [email protected]

Hay un punto, en la práctica de la Meditación Autocura Tántrica Ngal So, elaborada por Lama Gangchen Rinpoche, en el cual nos visualizamos teniendo la Joya que Realiza Todos los Deseos en nuestra mano derecha. Emanando luces hacia todos los seres vivos, visualizamos que todas sus necesidades quedarán satisfechas y sus aspiraciones se cumplirán, ya sean mundanas o no. Haz esta experiencia. Por un momento disfruta de esta posibilidad. ¿Qué sientes?

El objetivo de esta visualización es manifestar nuestro potencial latente de una mente ecuánime, capaz de ofrecer abundancia a todos sin distinción alguna – como el Sol que irradia su luz sin prejuicio o favoritismo alguno. Al fin y al cabo, sabemos que todos necesitamos la esencia de la energía espiritual de cura.

Llevar nuestra mente a este estado de semejante generosidad y prosperidad, nos hace sentirnos ricos, generosos y satisfechos por estar conectados a todos positivamente. Pero ¿por qué cultivamos tan poco este estado mental que nos hace tanto bien?

Porque nos parece irreal, fantasioso, arrogante y pretencioso. Es interesante notar que mientras visualizamos a “todos los seres” en general, tales sentimientos no surgen inicialmente. Sin embargo, en el momento en que aproximamos nuestra intención de desear felicidad a la imagen de rostros familiares, algo en nosotros naturalmente se contrae o se expande. Cuando activamos nuestra memoria emocional, fácilmente pasamos a distinguir entre las personas que consideramos amigas, las enemigas y las que nos son indiferentes. De esta forma, surgen naturalmente nuestros bloqueos y patrones negativos de relación: la desconfianza para recibir, la resistencia para ofrecer y la necesidad compulsiva de dar.

Saber racionalmente que todos quieren ser igualmente felices no es suficiente para que desarrollemos la sabiduría de la ecuanimidad. Hemos de llevar a cabo un trabajo interior para desarrollarnos emocionalmente. Tenemos que superar la auto-imagen carente, que se siente al mismo tiempo deudora de algo que ni siquiera sabemos con seguridad qué es.

Los sentimientos primarios de inadecuación e insuficiencia nos paralizan. A medida que nos sentimos participantes en una dinámica fértil de dar y recibir, empezamos a modificar nuestra manera de relacionarnos. Entonces, gradualmente, nos volvemos menos resistentes frente al otro y empezamos a sentir la conexión, la afinidad y el calor humano imprescindibles para el desarrollo espiritual.

En nuestra sociedad capitalista se valora más el ser autónomo y eficiente que el ser humilde y condescendiente en favor de la armonía grupal. Desde pequeños, se nos estimula más a actuar de forma independiente que a pensar en la necesidad del todo. Se nos elogia cuando aprendemos a arreglárnoslas solos y a no depender de la ayuda ajena. Al mismo tiempo, se nos bombardea con la premisa de que es dando como se recibe. Conclusión: recibir es consecuencia o cosa de quien está necesitado, dependiente y, por tanto, débil.

En otras palabras, mientras que el dar nos lleva a sentirnos prósperos, el recibir es un sentimiento extraño que no sabemos muy bien dónde encajar: parece que él atiza con vara corta nuestro orgullo y pone en jaque nuestra auto-imagen sobre ser o no merecedores.

Por ejemplo, nos hace felices recibir apoyo incondicional, elogios y regalos, o bien simplemente estar invitados y dejarnos servir. Sabemos intuitivamente que así también hacemos felices a aquellos que nos ofrecen algo. Pero cuando estas vivencias se prolongan más que nuestra capacidad natural de recibir, empezamos a sentirnos molestos. Sin darnos cuenta, la memoria condicionada por la idea de que aquel que recibe es el más frágil y dependiente, empieza a salir a la superficie. Esto ocurre porque, en general ponemos más atención a aquello que no estamos logrando que a aquello que estamos realizando.

Para superar esta armadilla, hemos de cambiar la lógica capitalista que permea nuestro modo de ver la vida. Por ejemplo, mirando las relaciones como quien hace buenos negocios cuando solo se lleva ventaja o chalaneando atención porque ya se ha invertido más que el otro en la relación.

Negociar la vida nos hace más pobres, emocional y espiritualmente. Pues en el mundo de los negocios la competición no incluye acuerdos de bien común, y mucho menos reconoce el poder de la ecuanimidad. En cambio, aquellos que han desarrollado esta sabiduría saben que estamos todos en el mismo barco y, por lo tanto, enriquecer a los demás es garantía de su propia riqueza.

Aquel que lleva la vida como un negocio no piensa más que en obtener ventajas, por eso vive preguntándose: “¿Y yo qué gano con esto?” Para él, el intercambio ha de ser inmediato.

Si queremos superar la influencia capitalista en nuestro modo de llevar la vida, tendremos que abandonar el flujo de caja momentáneo basado en el tener, para tener miras más amplias. Mientras estemos condicionados a la idea de que necesitamos tener algo para poder consumir la vida – bienes materiales, amigos e incluso una buena imagen – dejaremos de ser. ¡De nada nos sirve tener si no logramos ser! Tan solo dejando de chalanear con la vida y relajándonos en el bienestar de ser quienes somos, pasaremos a sentir el placer de co-crear.

Para concluir, sigue un buen consejo recibido el otro día de Lama Michel: “¡Lo mejor es tener objetivos altos y expectativas bajas!”


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Bel Cesar é psicóloga, pratica a psicoterapia sob a perspectiva do Budismo Tibetano desde 1990. Dedica-se ao tratamento do estresse traumático com os métodos de S.E.® - Somatic Experiencing (Experiência Somática) e de EMDR (Dessensibilização e Reprocessamento através de Movimentos Oculares). Desde 1991, dedica-se ao acompanhamento daqueles que enfrentam a morte. É também autora dos livros `Viagem Interior ao Tibete´ e `Morrer não se improvisa´, `O livro das Emoções´, `Mania de Sofrer´, `O sutil desequilíbrio do estresse´ em parceria com o psiquiatra Dr. Sergio Klepacz e `O Grande Amor - um objetivo de vida´ em parceria com Lama Michel Rinpoche. Todos editados pela Editora Gaia.
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