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Sentirse Culpable por la Prosperidad

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 19/06/2013 09:47:34


por Bruno J. Gimenes - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

Si el conocimiento acerca de los aspectos que abarca la conquista de la prosperidad fuese de fácil comprensión, la situación mundial sería muy diferente. Por desgracia, el ser humano aún no ha asumido que para conquistar una vida plena tiene que hacer cambios en muchos aspectos de su conciencia.

La capacidad de atraer prosperidad a tu vida es directamente proporcional a tu capacidad de expandir tu conciencia en todas las áreas de tu existencia. Esto quiere decir que, para magnetizar la prosperidad, tendrás que reformarte como ser, y reformar quiere decir rehacer la forma.
Analiza en profundidad esta afirmación:
LA FALTA O LA PRESENCIA DE LA PROSPERIDAD MANIFIESTA EL NIVEL DE EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA DE LA PERSONA.

La pobreza, la limitación y la escasez se miden no por la falta de dinero, salud o felicidad, sino por el nivel de conciencia que se tiene.
La prosperidad tampoco debe medirse por la abundancia material de alguien, sino por su estado de espíritu. La pobreza genera sufrimiento, dolor, limitación, miedo, rebeldía, angustia, inestabilidad, ambición, violencia, separaciones, conflictos, desvíos y errores.
Muchas personas dicen equivocadamente que el dinero es sucio, y que para ser ricas tendrían que pisotear a los más desfavorecidos. Este es un pensamiento equivocado, que desvía la atención de la verdadera causa del problema: la falta de amor y gratitud por la vida. Sólo el hecho de que quieras tener una vida más plena y libre ya puede ser un acto motivador para reformar tu conciencia a fin de conquistar la prosperidad. Si quieres comprar un coche y dejar de andar a pie, o si quieres pagar la facultad de tu hijo, también ya tienes motivos sobrados para querer dejar de lado cualquier forma de pensar, sentir y actuar que bloquee tu aflujo de abundancia.

La prosperidad es el camino natural del alma humana. Todo sufrimiento, limitación y pobreza son indicadores de que la persona se está equivocando. El mayor pecado es la escasez, porque disminuye el tamaño y las posibilidades del alma humana.
No podemos pecar así (tradúcelo como fallar) si ya tenemos todas las posibilidades de empezar un nuevo camino.
El mundo está lleno de personas sufriendo en la escasez y en la limitación, pero no hay nada injusto en ese proceso, ya que tal estado de espíritu se configura como un aviso de la Fuente Mayor, de que la persona está procediendo de modo equivocado y que no está comprendiendo el propósito de su existencia. Por eso surge una pregunta importante:
¿Qué ocurriría si cualquier persona quisiera eliminar el sufrimiento de alguien, simplemente ofreciéndole una gran cantidad de dinero?
¿Te parece realmente que el sufrimiento sería eliminado?

La respuesta es que el sufrimiento habría cesado únicamente durante el período de tiempo para el que la cantidad de dinero ofrecida fuese suficiente. Y el motivo es simple, no se ha eliminado la causa. El motivo original del sufrimiento no ha sido comprendido. La limitación, la escasez y la pobreza son campos de energía de sufrimiento que indican la necesidad de aprendizaje que tiene esa persona. En otras palabras, el sufrimiento es la pedagogía correcta para el aprendizaje necesario. Tú nunca podrás retirar el sufrimiento de una persona o querer privarla de ese sentimiento. Lo único que puedes hacer es ofrecerle algún elemento que le ayude a comprender la causa del sufrimiento. Nunca puedes “dar el pez”, pero puedes “enseñar a pescar”.

Cuando la cuestión es prosperidad, nunca puedes sufrir por asistir al sufrimiento ajeno, pues de esta forma te estás saliendo de la corriente de la prosperidad para meterte en la corriente de la limitación y la escasez. Aprende a entender que la persona tiene su propio aprendizaje, y por ello tu sufrimiento al asistir a la situación ajena jamás será una opción de ayuda, consuelo o amparo.
Si deseas amparar a alguien que sufre por la limitación, sólo podrás hacer dos cosas esenciales:

1 - Enseñar con tu propio ejemplo.
2 - Ayudar a la persona a ayudarse. Puedes indicarle el camino por donde tú fuiste y que ha cambiado tu vida, pero no podrás recorrerlo por ella, únicamente enseñarle tu receta.

Cuando te sientes culpable por llevar un traje caro, por cenar en un restaurante caro, por comprar un coche a estrenar del último modelo, o por invertir una gran cantidad en un aparato electrónico, tú no estás ayudando a nadie. Encuentra un camino de caridad en tu vida. Practica el diezmo, contribuye a causas sociales, haz tus donaciones, sé activo en el arte de ayudar, sé solidario y encuentra un camino equilibrado para participar con actos de donación; pero jamás alimentes la miseria ajena.
Organiza tus cuentas, sabiendo que no puedes colmar el vacío de tu alma de manera plena y permanentemente con compras y bienes materiales, pero que si puedes comprarlo, si está a tu alcance, entonces es que lo mereces.

Cuando sientes culpabilidad al comprar alguna cosa que estás en condiciones de comprar, entonces te desalineas con el flujo de la prosperidad, porque estás diciendo al universo que no mereces tener o conquistar aquello. Pero ¿sabes qué es lo peor?
¡Es que ese sentimiento, tan común entre las gentes, es una forma de represalia inconsciente, que trata de que sientas el dolor de otros menos afortunados y seas solidario con todos los que sufren por la escasez!

Eso es lo que trata de hacer tu inconsciente, desgraciadamente poco ejercitado en las leyes de la prosperidad. Él quiere que te pongas al nivel de los que sufren, para que sientas emociones más confortadoras. Sólo que eso es un error absurdo, porque cuando tú te rebajas en lo que eres para ser aceptado y para sentirte bien, pagas un precio carísimo que es el de repeler la prosperidad y, por si fuera poco, no ayudar a nadie realmente.
Jamás te sientas culpable por disfrutar de cosas, situaciones y lugares que la prosperidad puede proporcionarte. Tú sólo tendrás aquello que mereces tener, por tanto, si lo estás haciendo mal, las propias leyes del universo van a ajustar las situaciones, y por eso no eres tú el que tiene que actuar con ninguna ley de compensación. Tampoco está en tu mano retirar el aprendizaje o el sufrimiento ajeno, sólo puedes inspirar a esas personas para que empiecen a instruirse, a tomar conciencia y a hacer los cambios conscienciales necesarios.Es preciso que notes que mereces cada acontecimiento nuevo y abundante que te rodea, desde bienes materiales de altísimo valor añadido, hasta situaciones que destilan el aroma delicioso de la prosperidad. Cuando esto suceda naturalmente, debes saber que todo está correcto y que el universo regula la armonía de esos procesos con leyes perfectamente sincronizadas; siendo así, no puedes tú querer ser mejor que Dios e inventar tus propias reglas.
Haz tu parte y acepta lo que venga como prueba de que la abundancia vendrá en la misma proporción de tu merecimiento.


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