Te has separado... ¿Y ahora?
por Rosemeire Zago em STUM WORLDAtualizado em 30/10/2016 10:16:50
Traducción de Teresa
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¡El difícil encuentro contigo mismo!
Después de tantos planes, sueños, encuentros, desencuentros, decepciones, expectativas frustradas, necesidades emocionales no satisfechas, amor y contiendas, te armas de valor y, en fin, estás separado. ¿Y ahora??? ¿Cómo enfrentar las exigencias de la vida, el tiempo libre, la cama vacía, los fines de semana sin compañía, pero también sin encontronazos, y depararte contigo mismo? ¿Cómo lidiar con el dolor y la angustia que sientes?
Es un momento marcado por mucha confusión y dudas. Se vive una alternancia de rabia, tristeza y añoranza. Rabia por lo que sucedió y de la forma en cómo sucedió, tristeza por todo lo bueno que se ha vivido y ya no se vive, añoranza de los momentos buenos. Y olvidamos lo principal: el real motivo que ha dado lugar a la separación.
En el final de una relación las personas tienden a buscar culpables, pero lo que importa de hecho es encontrar la causa de los problemas que poco a poco se fueron instalando. Conseguir examinar la relación pasada con objetividad y serenidad no es tarea sencilla, principalmente para quien no está acostumbrado a reflexionar y analizar sus propias emociones y sentimientos.
Huir de lo que se siente no elimina la angustia, sino que puede alimentarla todavía más. Muchas personas recurren al alcohol, drogas, relaciones ocasionales, comida en exceso o dejan de alimentarse, como fuga a una realidad dolorosa, aunque inconsciente. Pero ciertamente no será negando o rehuyendo lo que sientes como vas a librarte del dolor. Dejar que la desesperación y las lágrimas se hagan los dueños tampoco ayudará. Todo eso sólo va a aumentar tu sufrimiento. En esa fuga incesante de ti mismo, no conseguirás reflexionar sobre lo que sientes y lo que ha pasado. Es hora de acoger tus emociones y analizarlas con la razón.
Sí, analizar la relación que se ha terminado puede ayudarte a comprender mejor lo que ha pasado y a conocerte mejor. Es hora de pensar sobre lo que sientes, evaluar los factores que tuvieron influencia en esa decisión, aumentando la consciencia de ti y de tus propios límites. ¿Cuánto has aguantado para mantener la relación hasta aquí?
Acordarte de los comienzos de la relación también puede aportar más comprensión al momento presente. Había sueños, deseos, ilusiones, que por ciertos motivos han dejado de existir. ¿Cómo ha sido eso? ¿De veras querías esa relación? ¿Has cedido demasiado para agradar? ¿Has dejado de lado valores que ahora adquieren importancia? Es momento de recordar los hechos, comportamientos, lo que ha llevado a cada uno a adoptar las actitudes que se han adoptado e identificar en qué punto el crecimiento propio se ha interrumpido. Y, principalmente, identificar en qué momento tú te has abandonado.
Una de las consecuencias de la separación es la soledad, pero ¿no será que ya te encontrabas solo mucho antes de terminar? ¿Cuántas veces has ido solo a aquella cita con amigos o familia? ¿Cuántas veces te has sentido solo con tus propios sentimientos? ¿Cuántas veces no has tenido con quién hablar o te has percibido hablando solo? ¿Cuánto tiempo has estado sin recibir cariño?
El miedo a estar solo puede hacerte comenzar muy pronto una nueva relación, corriendo el riesgo de repetir todos los comportamientos negativos de la relación pasada. Lo más aconsejable es dar un tiempo para encontrarte contigo mismo, pues sólo estarás efectivamente sano para una nueva relación a dos cuando seas capaz de enfrentarte solo a la vida, a menos que ya estés seguro de que la relación pasada no ha dejado ningún vestigio, lo cual raramente sucede.
Es esencial percibir que quedarse solo puede conllevar mucho aprendizaje, como permitir la introspección, la reflexión sobre lo ocurrido, y principalmente un mayor encuentro con tu verdadero yo. Vivir solo no significa necesariamente sentirse solo. La soledad nace dentro de la propia persona, cuando ésta pierde el contacto con su yo interior, negando, huyendo o reprimiendo lo que siente. Únicamente se siente solo aquel que abandona a sí mismo.
Piensa en cuántas cosas has dejado de hacer porque a la otra persona no le apetecía, o por falta de tiempo. Pasado el período de adaptación, podrás descubrir la cantidad de cosas que podrás hacer por ti mismo. Al separarte, vas a tener mucho más tiempo para hacer cosas que te gustan y que ya no recordabas. ¿Por qué no visitar amigos, leer aquellos libros que habías comprado y ni siquiera has abierto, dedicarte a una afición, hacer un trabajo voluntario? Son pequeñas cosas que podrán poco a poco traerte de nuevo el placer de vivir.
Por ahora, los momentos de añoranza y tristeza por los recuerdos del pasado son inevitables, pero es importante vivirlos consciente de todo lo aprendido, y dar al pasado el derecho de existir sin que para ello sea preciso destruir el momento presente. Nadie puede evitar la sensación de abandono y echar en falta a quien se fue de tu vida, pero tampoco nadie puede privarte de sentir una fuerza interior que poco a poco llegarás a adquirir, al permitirte estar en paz contigo mismo.
¡Y eso no tiene precio!
