¡Todo encuentro es una sanación!
por Rosana Braga em STUM WORLDAtualizado em 18/04/2015 13:11:00
Traducción de Teresa - [email protected]
La hermosura del amor es que él siempre nos despierta. De un modo o de otro. Muchos aprendizajes. Muchas cosas que se vuelven a descubrir. Y hay algo que está resonando en mí ahora. Que ha despertado en mí uno de estos días y ha movilizado mi corazón con una fuerza que me hizo llorar. De alegría, de dolor, de gratitud, de vida.
Una fuerza que me ha hecho despertar de un modo completamente nuevo para el hecho de que ningún encuentro ocurre sólo por ocurrir. No se trata únicamente de deseo o de belleza física, o de identificación intelectual. No se trata sólo de semejanzas o de sueños en común.
No se trata únicamente de construcciones sociales, de la búsqueda de los mismos ideales o de realización de sueños o metas. Y tampoco se trata nunca, jamás, en hipótesis alguna, de cualquier tipo de error o equivocación.
Y de pronto me pillé presente, ante toda la sutileza y profundidad propias de un encuentro entre dos almas. Mi alma y el alma del hombre que he elegido para compartir mi historia. Pero no sólo. El alma de todas las personas que ya se han permitido, que se permiten o que aún habrán de permitirse, vivir el amor, cualquiera que sea su forma, o su tono. Incluyendo todas las imperfecciones propias de ser. De ser gente.
Como Amor de Indio, de Beto Guedes y Ronaldo Bastos: “Una abeja haciendo miel vale el tiempo en que no voló. La estrella cayó del cielo, la petición que se pensó. El destino que se cumplió de sentir tu calor y ser todo. Todos los días son de vivir para ser lo que sea. Y ser todo.”
Es eso: cada vez que se hace el amor vale el tiempo en que nos perdimos y nos hicimos daño y nos equivocamos. Porque todos los días son de vivir para lo que sea. ¡Y serlo todo! Y eso es sagrado simplemente porque forma parte del proceso de sanación. El amor cura. El amor mueve. El amor conmueve.
No hay encuentro que no cure. Aunque todavía no lo hayas percibido. Aunque ni siquiera sepas qué hay para ser curado. Aunque lo niegues. Todo amor sana. Y si aún no ha sanado, está aguardando. Quizá gritando, quizá maldiciendo. Quizá lastimando aún más. A la espera de la sanación.
Y mientras el amor no cure, el encuentro no ha terminado. El compartir continúa, aunque no sea más que el dolor. Aunque sea a distancia. Porque un encuentro no sucede por casualidad. Dos almas no permanecen juntas únicamente por lo que saben. La conexión va mucho más allá de lo que los ojos se permiten ver. Es individual, pero es también de complicidad, de entrelazamiento, de generaciones y generaciones que ya se fueron y que aún están por venir.
Entonces, pensé que más que vivir un amor “que sea eterno mientras dure”, que podamos vivir un amor que sea eterno hasta que cure. Y que cure como sea posible. Que el amor vivido sea siempre honrado. Que la historia construida sea para siempre sagrada.
Y quien ya amó y dejó de amar sabe que dos corazones no siempre son poesía. Cuánto aprendizaje puede costar. Cuánto una separación puede destruir. Cuánto la no-sanación puede doler. Un dolor sin nombre, pero insistentemente presente. Un dolor que se convierte en rabia, que se vuelve inquina. Que se vuelve tristeza impregnada. Sólo porque las almas aún no se han dejado curar.
Mi deseo es para que tú y yo consigamos recordar, día tras día, que el amor que está puesto ahora, y todos los amores vividos, están al servicio, sobre todo, de curarnos. Que simplemente estemos presentes. Que lo permitamos. Nos permitamos. ¡Porque es sólo de amor en amor como todo el Universo podrá trascender!
