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Tomar la Vida

por Simone Arrojo em STUM WORLD
Atualizado em 29/11/2014 09:46:48


Traducción de Teresa - [email protected]

Diré primero alguna cosa sobre las órdenes del amor entre padres e hijos y desde el punto de vista del niño, es decir, del hijo hacia sus padres. Aquí menciono algunas verdades banales. Éstas son tan obvias que casi me da vergüenza citarlas. No obstante, son frecuentemente olvidadas.

El primer punto es que los padres, al dar la vida, dan al niño, en ese más profundo acto humano, todo cuanto tienen. A eso ellos nada pueden acrecentar, de eso nada pueden quitar. En la consumación del amor, el padre y la madre entregan la totalidad de lo que poseen. Pertenece por tanto a la orden del amor que el hijo tome la vida tal como la recibe de sus padres. De ella, el hijo nada puede excluir, ni desear que no exista. A ella, tampoco, nada puede acrecentar. El hijo es sus padres. Por tanto, pertenece a la orden del amor para un hijo, en primer lugar, que éste diga sí a sus padres tal como son, sin cualquier otro deseo y sin ningún miedo. Sólo así cada uno recibe la vida: a través de sus padres, en la forma en que ellos son.

Ese acto de tomar la vida es una realización muy profunda. Consiste en asumir mi vida y mi destino, tal como me ha sido dado a través de mis padres. Con los límites que me son impuestos. Con las posibilidades que me son concedidas. Con el enmarañamiento en los destinos y en la culpa de esa familia, en lo que en ella pueda haber, lo leve y lo pesado, sea lo que fuere.

Esa aceptación de la vida es un acto religioso. Es un acto de despojamiento, una renuncia a cualquier exigencia que ultrapase lo que me fue transmitido a través de mis padres. Esa aceptación va mucho más allá de los padres. Por esta razón, no puedo, en ese acto, considerar únicamente a mis padres. Es preciso que yo mire más allá de ellos, hacia el espacio lejano desde donde se origina la vida y me incline ante su misterio. En el acto de tomar a mis padres, digo sí a ese misterio y me ajusto a él.

Como contraprueba, se puede igualmente imaginar el efecto de la actitud opuesta, cuando una persona dice: “A mí me hubiera gustado tener otros padres. No los soporto tal como son”. ¡Qué atrevimiento! Quien habla así se siente vacío y pobre, no puede estar en paz consigo mismo. El efecto de ese acto puede ser comprobado en la propia alma. Imaginaos inclinándoos profundamente ante vuestros padres y diciéndoles: “Yo tomo esta vida por el precio que os ha costado y el que a mí me cuesta. Yo tomo esta vida con todo lo que le pertenece, con sus límites y oportunidades”. En ese exacto momento, el corazón se expande. Quien consigue realizar ese acto, queda bien consigo, se siente entero.

Algunas personas creen que, si aceptan plenamente a sus padres, algo de lo malo podrá infiltrarse en ellas. Así, no se exponen a la totalidad de la vida. Con esto, no obstante, pierden también lo que es bueno. Quien asume a sus padres, tal como son, asume la plenitud de la vida, tal como es.

Algo que es propio.

Pero aquí existe todavía un misterio que no puedo justificar. En efecto, cada uno experimenta que también tiene en sí algo que es único, algo que es enteramente propio, irrepetible, y no puede venir derivado de sus padres. Esto también lo tiene que asumir. Puede ser algo leve o algo pesado, algo bueno o algo malo. Esto no podemos juzgarlo.

La persona que encara el mundo y su propia vida con ojos expeditos puede ver que todo lo que ella hace obedece a una orden. Todo lo que hace o deja de hacer, todo lo que apoya o combate, lo realiza porque le ha sido encargado un servicio que ella misma no comprende. Aquel que se entrega a tal servicio, lo experimenta como una tarea o una llamada, que no se basa en sus propios méritos ni en su propia culpa (cuando es algo pesado o cruel). Simplemente ha sido tomado al servicio.

Cuando contemplamos el mundo de esta manera, cesan las diferencias habituales. Acostumbro a describir esto con lo que se describe en O Mesmo.


La brisa sopla y susurra,
La tempestad barre y se enfurece,
Y sin embargo
Es el mismo viento, el mismo canto.
La misma agua
Nos quita la sed y nos ahoga,
Nos transporta y nos sepulta.
Todo ser vivo se desgasta,
Se mantiene vivo y se aniquila.
En ambos casos,
La misma fuerza lo impele.
Ella es lo que cuenta.
¿A quién sirven entonces las diferencias?


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simone
Simone Arrojo é apresentadora do programa Virando a Página, na Rádio Mundial, aborda assuntos relacionados a Constelação Familiar e Autoconhecimento.
Trabalha com Grupos todas às terças e quintas-feiras; Atendimentos Individuais com Constelação Familiar; Palestrante e Organizadora de Projetos de Qualidade de Vida e Constelação Sistêmica em Empresas; Dirige Grupos em Viagens a Lugares Sagrados em vários países para trabalhos terapêuticos.
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